Mamotest utiliza la telemedicina para hacer estudios a distancia en la prevención del cáncer de mama.
«Acá nunca va a ser rentable un mamógrafo digital», le dijeron a Guillermo Pepe cuando, en 2013, instaló un aparato de u$s 200.000 en Sáenz Peña, en el primer centro Mamotest que ofrecía mamografías digitalizadas a mujeres del interior chaqueño, a las puertas de El Impenetrable.
«Cuando instalé el primer mamógrafo con tomosíntesis, el equipo más avanzado -unos u$s 350.000- en un hospital público de Posadas la reacción fue similar: me decían que estaba loco, era como tener una Ferrari en una villa», grafica Pepe. «Pero demostramos que gestionándolo bien era posible y rentable. Era cuestión de generar volumen», explica. Hoy, en Sáenz Peña, se hacen un promedio de 45 mamografías digitales por día.
Así, Mamotest se convirtió en la primera red de mamografía de América latina que da este servicio a través de una red de telemedicina y permite democratizar el acceso al diagnóstico de esta enfermedad. El telediagnóstico consiste en la toma de una mamografía con equipo de última generación digital y la realización de un informe por reconocidos especialistas en mamas de la región. En pocas horas la información llega digitalmente a las pacientes y a sus médicos de cabecera. De esta manera se detecta el cáncer mamario en etapas muy tempranas, se disminuyen los resultados inconclusos y se ataca la enfermedad a tiempo, deteniéndola.
Un mercado que no se tomaba en cuenta
La oportunidad a la que apunta Pepe es el mercado desatendido de mamografías de América Latina, donde hay 130 millones de mujeres de más de 40 años, que se estima en u$s 2,5 mil millones. Con un modelo de negocios que le permite cobrar el servicio completo a las obras sociales, dar el servicio de diagnóstico a centros médicos o atender de modo particular con una tarifa bonificada a quien no puede pagar el costo total, la empresa B muestra números sólidos: con 15 centros de diagnóstico, ya factura u$s 2 millones por año.
El impacto tecnológico-económico de la firma, según fue evaluado por la consultora suiza LeFil Consulting, determina que por cada dólar que el sistema de salud invierte en contratar el servicio de Mamotest, se ahorran 10 en gastos médicos más complejos, si se considera una enfermedad como el cáncer de mama, no tratada a tiempo.
Las alianzas fueron claves en el desarrollo del negocio de la firma: logran buenos acuerdos comerciales con los proveedores de mamógrafos, pero también la confianza del sector público que les permite operar dentro de los hospitales donde instalan equipamiento. También dan un buen nivel de servicio a la población, por ejemplo, pagando a las usuarias, si es necesario, el transporte hasta el centro médico y siguiendo cada caso.
Creciendo en el mercado global
Pepe hoy aspira a cerrar una ronda de inversión que le permita abrir centros en Uruguay, Paraguay y México -con el apoyo de una big pharma, busca un socio local- y explorará una oportunidad en España. De la mano de la ONU podría poner un pie en África o seguir la expansión por América latina o Estados Unidos ya que «la solución de Mamotest es instalable en cualquiera de esos mercados», dice el emprendedor para quien su objetivo es democratizar el acceso a la salud. «Fue costoso pero hoy tenemos una masa crítica, que hace que podamos seguir abriendo centros».