Las relaciones del trabajo en el Estado son un fenómeno complejo; para empezar no pueden analizarse bajo el mismo cristal que las del sector privado si partimos de la base de que el Estado busca (o debiera buscar) el bien común y eso poco tiene que ver con el fin de lucro que anima al empleador privado.
Por otra parte, no fue sino hasta la década del ‘80 que en varios países se empezó a plantear la necesidad y la posibilidad de la negociación colectiva, instituto hasta entonces exclusivo del sector privado que podríamos entender sencillamente como un “proceso de creación de normas” (Ibídem) en el cual las partes dialogan como iguales.
- EL COPI FUE UNA INSTANCIA DE DIÁLOGO QUE LOGRÓ TRASCENDER A TODO EL PERSONAL.
Diversos estudios explican que a nivel mundial se tendía a concebir que un Estado soberano no podía descender a la altura de los trabajadores para sentarse a negociar y esta concepción se mantuvo durante décadas; al punto que a fines de los ‘80, en Latinoamérica, sólo los trabajadores públicos de Perú, Venezuela y Ecuador gozaban del privilegio de negociar con su empleador.
En este contexto en el cual los trabajadores eran concebidos más como súbditos o funcionarios que como tales la experiencia argentina del Congreso de Objetivos y Políticas Institucionales (COPI) adquiere renovada importancia.
El COPI fue una instancia de diálogo, demandada por los gremios y la coyuntura, pero en definitiva propulsada desde las autoridades de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que logró trascender a todo el personal mediante una compleja organización.
Corría el año 1987 cuando la entonces Presidenta de la CNEA, Emma Pérez Ferreira emitió la Resolución Presidencial N° 631/87 que instó a todos los trabajadores y sus respectivos representantes a dialogar acerca de la situación que atravesaba el organismo y las expectativas a futuro con la intención de elaborar un diagnóstico y propuestas. Algunas líneas del acto de apertura son más que elocuentes al respecto:
«La participación democrática en el debate, la reflexión y el estudio que conlleva la fijación de objetivos y políticas, va ciertamente más allá del ejercicio de un derecho. Mediante un acto como el que vamos a protagonizar, en el que escucharemos y tomaremos en cuenta las opiniones de todos los sectores, estamos cimentando una genuina conducta institucional para nuestra Comisión (…) Algunos que se sienten con solvencia moral y técnica para opinar, vienen a darnos recetas. Preferimos escuchar la voz de aquellos que viven los problemas y sienten la Institución como propia, porque ella es el fruto de sus diarios esfuerzos. Estamos pidiendo a todo el personal el sacrificio de contribuir a este debate, en momentos en que enfrenta graves dificultades por las condiciones de extremo deterioro de su salario”. (Pérez Ferreira, 1987)
Este fragmento ilustra una CNEA que no sólo se preocupaba por mantenerse a la vanguardia científico tecnológica, sino que también estaba a la vanguardia de la relación con sus trabajadores, propendiendo al ejercicio de su derecho a la participación en la toma de decisiones. En la misma línea que el COPI, Fernández Larcher (2015) ha rescatado y descripto desde su enfoque antropológico el Comité Coordinador (COCO) que se desarrolló en la Comisión durante el año 1973. Tal como había ocurrido por aquel entonces con el COCO, la experiencia del COPI implicó un análisis riguroso de la realidad, un balance sobre los acontecimientos y las responsabilidades desde la óptica de todos sus trabajadores y la elaboración conjunta del futuro al que aspiraba la organización.
La experiencia del COPI quedó plasmada en más de una docena de tomos que recopilan las principales discusiones y conclusiones en torno a los objetivos, políticas y estructura orgánica de la Institución y las políticas en materia de: investigación, desarrollo, ingeniería, producción, transferencia tecnológica, minería, relación con las empresas, producción y comercialización, recursos humanos, seguridad e higiene y relaciones públicas. Entre aquellas múltiples conclusiones, resulta oportuno destacar la siguiente:
La memoria institucional de CNEA se asienta sobre estos pilares de reflexión y participación democrática y, a pesar de sus treinta años, podríamos decir que el COPI fue uno de los más recientes.