El ambientalismo argentino -en particular, el que se expresa en la publicación Economía Sustentable- hoy tiene un motivo para aplaudir al Gobierno nacional. Se desterrará al que se considera uno de los venenos más letales que se usan en el país. Según confirmaron fuentes ligadas al SENASA, el organismo acaba de iniciar la primera fase para el abandono total del uso del insecticida clorpirifos, que se aplica en la mayoría de los cultivos de la Argentina.
A este agrotóxico se le atribuye la responsabilidad de la tragedia sanitaria que sufren los pueblos fumigados del interior. El clorpirifos está en el podio de los insecticidas más aplicados aunque provoca daños graves en la salud.
“La medida se irá implementando de manera paulatina. En una primera etapa se prohibirá la importación de principio activo y productos formulados a base de clorpirifos”, indicaron las voces consultadas.
“Luego se prohibirá su elaboración en el país y, por último, la comercialización. Se estima que todo el proceso abarcará poco más de un año, pero ya está en marcha”, añadieron.
Los portavoces interpelados señalaron que este camino al veto surge del resultado de “nuevos estudios referidos a la toxicología de la sustancia”.
La medida tiene como disparador el temor a que, por la letalidad comprobada del veneno, la Unión Europea comience a rechazar las exportaciones agrícolas de la Argentina.
«Décadas de veneno»
El clorpirifos es un organofosforado que irrumpió en la escena del campo durante los años 60. Hoy por hoy, es pulverizado en casi 100 países sobre medio centenar de cultivos diferentes.
Según se informa, se trata del insecticida más difundido en la producción agrícola en general. “Se utiliza en formulaciones de insecticidas para frutas, verduras, granos y jardín”, reconocieron desde el entorno del SENASA.