La representante de Comercio de Estados Unidos Katherine Tai dio ayer miércoles un comunicado anunciando el apoyo de la administración Biden-Harris a la exención de las protecciones de propiedad intelectual de las vacunas contra el Covid-19.
“Esto es una crisis sanitaria global y las circunstancias extraordinarias de la pandemia de Covid-19 requieren medidas extraordinarias. La administración cree fuertemente en la protección a la propiedad intelectual, pero al servicio de poner fin a esta pandemia, apoya la exención de esas protecciones para las vacunas contra el Covid-19. Vamos a participar activamente en las negociaciones escritas de la Organización Mundial de Comercio necesarias para que esto ocurra. Esas negociaciones llevarán tiempo dada la naturaleza de la institución basada en el consenso y la complejidad de los temas que involucra».
These extraordinary times and circumstances of call for extraordinary measures.
The US supports the waiver of IP protections on COVID-19 vaccines to help end the pandemic and we’ll actively participate in @WTO negotiations to make that happen. pic.twitter.com/96ERlboZS8
— Ambassador Katherine Tai (@AmbassadorTai) May 5, 2021
.
Sin embargo, en la reunión mantenida ayer en Londres, los ministros de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón, condenaron a Rusia, Irán y China por violaciones a los Derechos Humanos y amenazas al orden internacional, y advirtieron que podrían aplicar nuevas sanciones contra la junta militar de Myanmar por el golpe de Estado. Pero, no dijeron una palabra sobre patentes.
Los representantes del Grupo de los Siete (G7) se comprometieron a trabajar con la industria para ampliar la producción de vacunas asequibles contra el coronavirus. No llegaron a pedir que, para ello, las empresas farmacéuticas renuncien a sus derechos de propiedad intelectual.
No sólo Joe Biden emite señales en esa dirección. El Papa Francisco, en una carta a la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, reclamó que la inmunización contra el Covid-19 debería ser considerada un «bien común universal». Y además, las encuestas indican que aún en los países desarrollados una parte considerable de la población está en favor de la idea.
La resistencia, entonces, es silenciosa. Pero no es menor. Muchos en los gobiernos europeos, y también en la administración Biden, argumentan que sería un mal precedente, y desalentaría a las empresas farmacéuticas a hacer grandes inversiones ante la próxima pandemia.
Esos argumentos pasan por alto un hecho incómodo: la producción de vacunas contra el covid fue financiada el año pasado por inmensas inversiones de los gobiernos. En particular, en los mismos Estados Unidos.