Esta semana la Comisión Europea presentó su llamado Pacto Verde, con el que pretende alcanzar Emisión Cero de gases de efecto invernadero para el 2050. Tras meses de debates, ayer, 14 de julio, el ejecutivo europeo finalmente anunció su intención de prohibir la venta de autos a nafta para 2035, una propuesta tan ambiciosa como cuestionada.
Con este plan, la Comisión Europea tiene la intención de transformar la economía del bloque y acabar con la dependencia de los combustibles fósiles. Desde la institución consideran indispensable esta decisión para neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
«Europa es ahora el primer continente que presenta una arquitectura integral para cumplir nuestras ambiciones climáticas», dijo la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una rueda de prensa en Bruselas.
La Unión Europea pretende ubicar a Europa como una de las regiones líderes en el cumplimiento del Acuerdo de París, firmado por las principales potencias contaminantes para reducir el impacto del cambio climático.
«La emisión de CO2 debe tener un precio«, añadió Von der Leyen, mientras explicaba las trece iniciativas legislativas que afectarán al transporte, la energía, al mercado de emisiones de carbono y a la biodiversidad.
El paquete de medidas climáticas llamado «Fit For 55», hace referencia al compromiso de la UE de reducir en 2030 sus emisiones al menos en un 55 % con respecto a los niveles de 1990, como paso intermedio para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, límite fijado para que el espacio comunitario no libere más dióxido de carbono del que pueda absorber.
Los puntos del plan de la Unión Europea para reducir sus emisiones
- Entre las principales propuestas está la prohibición de la venta de automóviles con motores de combustión a partir de 2035, una de las medidas más ambiciosas y al mismo tiempo controvertidas entre los distintos países que forman la Unión.
Esto significa que la industria automotriz europea, que representa el 6 % del empleo y más del 7 % del PIB comunitario, tendrá que desprenderse progresivamente de los motores contaminantes hasta que en 2035 en el bloque sólo se comercialicen vehículos impulsados con energías renovables.
«El 20 % de nuestras emisiones sigue procediendo de nuestras carreteras», dijo al respecto este jueves la comisaria europea de Transporte, Adina Valean, mientras enfatizaba que el organismo no planea dejar de impulsar la industria autotriz.
- Otra de las medidas se centrará en la energía. Del actual objetivo del uso de un 32 % de energías renovables en el consumo final bruto de la UE, en 2030 se pasará al 40 %. Esto deberá ser legalmente vinculante para los países miembro. Los edificios, responsables del 40 % del consumo energético y del 36% de las emisiones del continente, deberán adaptarse para tener un 49 % de su energía de fuentes renovables en 2030.
También tiene un lugar en el centro del paquete legislativo la ambición de dar más impulso al defectuoso Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) de la UE, el mayor mercado de carbono del mundo, por el que se supone que la industria debe pagar por el derecho a contaminar.
Este punto ha generado el rechazo de muchas organizaciones ambientales, que consideran peligroso que las agresiones al medio ambiente sean un bien que se pueda comprar.
De hecho, tras el anuncio de las medidas, muchos activistas ambientales no tardaron en denunciar que la propuesta de la Comisión no es lo suficientemente ambiciosa. La Oficina Europea de Medio Ambiente rechazó el plan y con consideró que este es «inadecuado e injusto» si su objetivo es el de luchar contra el cambio climático.
Úrsula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea
La Comisión Europea ha creado un fondo de 85.000 millones de dólares para compensar a los perjudicados por estas medidas
Estas mediddas no han generado únicamente el descontento de los ecologistas, también han tensado las cuerdas dentro de la propia Unión Europea. Un comisario europeo votó en contra, y varios expresaron reticencias a aspectos del paquete
El principal motivo del rechazo de políticos y empresarios es que el uso de fuentes de energía y transporte más limpios supondrán un mayor gasto e inversión para los 27 países que conforman la Unión Europea.
«Dadas las consecuencias sociales y económicas de esta madre de todas las leyes, su aprobación corre el riesgo de convertirse en un doloroso calvario de resultado incierto», advirtió conservador belga Johan Van Overtveldt ante el Parlamento Europeo.
Otro de los frentes abiertos será el de la aviación, ya que la Comisión Europea también planea aumentar los impuestos para la compra de combustible destinado a los viajes intercomunitarios.}El avión es el medio de transporte más contaminante del mundo: cada vez que un ciudadano toma un vuelo, emite 391 gramos de emisiones de carbono por kilómetro recorrido, y la medida amenaza con subir el precio de los vuelos europeos, algo que podría afectar al turismo en países como Grecia, Italia o España.
Por otro lado, la industria de los biocombustibles se pone contenta. Tras una primera lectura, la patronal europea del etanol, ePure, considera que “crea una base sólida para alcanzar los objetivos de descarbonización al otorgar un papel a los combustibles líquidos renovables en el transporte”.
Para mitigar el impacto que puede tener esta revolución legislativa en el tejido social más desfavorecido, la Comisión pondrá en marcha lo que ha denominado redes de seguridad sociales mediante la creación de un fondo que se nutrirá con el 25% de recursos recaudados del nuevo sistema ETS («derechos de emisión) para transportes y edificios. Este fondo social estará dotado con 72.200 millones de euros (u$s 85.000 millones) para el periodo 2025-2032.
Observaciones de AgendAR:
Creemos que es importante tener presente que, en lo que se refiere al calentamiento global, las medidas climáticas que influyan en las emisiones de carbonos de Europa, esa península occidental del gran continente eurasiático, no son decisivas. Más significativas son las que puedan o no tomar China y Estados Unidos, en ese orden. Y, por población si no por PBI, las del resto del mundo, donde estamos nosotros.
Ahora, lo que el Pacto Verde muestra es que la Unión Europea está tomando el calentamiento global muy en serio. También obtendrá un estímulo keynesiano para la renovación de su base industrial, pero no hay que engañarse: las inundaciones que ahora azotan Alemania están siendo vinculadas al cambio climático. Como, dicho se paso, se le atribuyen las olas de calor que golpearon al Oeste de Canadá y EE.UU.
Los europeos tienen claro esa realidad demográfica. Por eso, ya están pensando en imponer políticas similares al resto del mundo. O, por lo menos, a quienes quieran exportar al que es uno de los mercados más importantes del globo.
Sobre la «Muralla de Carbono», el arancel que tomará en cuenta las emisiones de gases de invernadero que la U.E. planea imponer, publicaremos en los próximos días en AgendAR. Nuestros gobernantes, empresarios y en especial los ganaderos, deberán tomarlo en cuenta.