Hace pocos días, como parte del ya largo debate sobre ambientalismo y ecología, publicamos notas, como ésta y ésta, que, desde distintas posiciones, reconocían como el problema ambiental más grave de nuestro país está muy cerca de la Plaza de Mayo: la cuenca del Matanza. Que no es sólo la aglomeración urbana en los límites de la Capital. Es un territorio más extenso, y hay compatriotas que tratan de emprender una agricultura no contaminada ni contaminante.
En el marco de los convenios de fortalecimiento celebrados a principios de año con los municipios de Marcos Paz y Morón, la Autoridad de la Cuenca del Río Matanza-Riachuelo (ACUMAR) entregó maquinaria agrícola al Espacio de Agroecología «La esperanza» y al Espacio de Agroecología Urbana (EAU).
La iniciativa forma parte del Programa Fomento de Unidades de Producción y Distribución Agroecológicas que ACUMAR lleva adelante en articulación con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y los municipios. Su objetivo es fomentar, promover y fortalecer, por medio de distintas acciones, la transición agroecológica y la difusión de las experiencias locales existentes en la Cuenca Matanza Riachuelo.
En el caso de la huerta La Esperanza, se entregó un motocultivador, un arado aporcador de tres rejas y una rastra de 16 discos que fortalecerán la infraestructura existente con incorporación de tecnología, maquinaria y metodologías agroecológicas que combinan la utilización de productos naturales con la innovación tecnológica para potenciar y optimizar las producciones.
En Morón, se entregó una pala cargadora, que permitirá incrementar y facilitar la producción del compostaje, insumo indispensable para el manejo agroecológico del espacio. Allí se realizó una reunión de trabajo con el equipo del EAU y el emprendimiento asociativo Morón Surco, en la que estuvo presente la directora de Fortalecimiento Comunitario y Promoción del Desarrollo de ACUMAR, María José Parra.
La agroecología, definida como la aplicación de principios ecológicos para el diseño de sistemas agrícolas, es un enfoque integrado que aplica simultáneamente conceptos y principios ambientales y sociales al diseño y la gestión de los sistemas alimentarios y agrícolas. Su objetivo es optimizar las interacciones entre las plantas, los animales, las personas y resto del ambiente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, los aspectos sociales que deben abordarse para lograr un sistema alimentario justo y sostenible.
«La agroecología llegó a la agenda de las políticas públicas, desde ACUMAR construyen las articulaciones con jurisdicciones, organismos, universidades y organizaciones sociales para fomentarla, difundirla y asumirla como parte de las políticas que tienden a un territorio más justo, sostenible y que mejore la calidad de vida de sus habitantes», explicaron desde el organismo.