Ayer se cumplieron 45 años desde que un grupo de científicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica decidió fundar una empresa de ingeniería aplicada sin saber quizás que lo más difícil no era utilizar el conocimiento más allá del laboratorio sino encontrar alguien que esté dispuesto y tenga la capacidad de pagar por eso.
La mayoría de los que tomaron la decisión de crear Invap hoy ya no está, pero la generación que ahora maneja la compañía heredó aquel espíritu y prepara la receta para que los más jóvenes asuman la posta.
La posta que dejó Otheguy la tomó hace ya unos años Vicente Campenni. “La empresa está en una buena situación, con excelentes desafíos a la vista, tanto desde el punto de vista tecnológico, como el comercial o de la gestión de conocimiento”, afirma el CEO de Invap en la sala del directorio, un ambiente austero en el que resalta el retrato de Otheguy que hizo el genial Pablo Bernasconi.
“Hay que hacer una nueva receta”, dice Campenni que decía Otheguy. “Es innegable que la situación es compleja en todo sentido luego de que el mundo quedara patas para arriba con la pandemia, pero una de las fortalezas de Invap ha sido su capacidad de adaptación».
La actividad en el exterior, que hasta antes de la pandemia representaba el 50% de los ingresos de la empresa, se va recuperando. Y los proveedores también van retomando el ritmo de trabajo.
Acá no hay un campeón ni un héroe, lo que se ve es la necesidad de un equipo por obtener un resultado”
Invap importa el 20% de lo que precisa. Y en el 80% restante hay una participación de proveedores argentinos que equivale a la mitad.
“Nos gusta pensar en Invap como un conjunto social”, dijo Campenni. Recordó que hace menos de una década se plantearon la transición con las nuevas generaciones: “cómo generar un proceso evolutivo en la gestión de la empresa”, resume el CEO actual. Como consecuencia de aquella preocupación hoy observan que los más jóvenes se apropian de esa mística que tiene la empresa y del valor del trabajo en grupo.
No hay un Elon Musk ni un Jeff Bezos. Entre Invap y los llamados “unicornios” (las compañías que, de manera disruptiva, logran valer por encima de los 1.000 millones de dólares) hay un abismo. “Acá no hay un campeón ni un héroe, lo que se ve es la necesidad de un equipo por obtener un resultado”, lo describe.
Emprendimientos en marcha
La mayoría de los proyectos en los que trabaja Invap se fueron reactivando:
Holanda: se terminó la ingeniería básica y está a punto de iniciarse la ingeniería de detalle del reactor nuclear de investigación.
Bolivia: uno de los tres centros de radioterapia, el de El Alto, está a punto de terminarse; sólo resta un paso administrativo. Las tareas, que se habían interrumpido luego del golpe de Estado contra Evo Morales, se restablecieron.
Brasil: se cumplió el contrato por la ingeniería de detalle del reactor nuclear de potencia RMB.
Argentina: el acuerdo con la CNEA por el reactor de potencia RA10 fluye con normalidad.
India: la construcción de una planta de radioisótopos está en la etapa final, pero sufrió una pausa con la pandemia. Hoy se está retomando.
Arabia Saudita: la construcción de un reactor sufrió una caída en el ritmo de avance por la pandemia. Ahora se retomaron las tareas de modo virtual y en breve regresarán de modo presencial.
Nigeria: el diseño de radares primarios móviles está en la etapa inicial de la ingeniería.
Turquía: avanza el desarrollo de “smallgeos”, un modelo de satélite que le permite a Invap incorporar conocimientos para aplicar al SG1, el próximo aparato que la empresa estatal Arsat planea enviar al espacio.