La “Medición sobre Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades” es un estudio en gran escala que la Fundación COLSECOR realiza en Argentina. Se hizo en julio de 2021 con 1.567 casos efectivos. La muestra de localidades se diseñó en cuatro estratos no proporcionales, según tamaño de ciudad, con un mínimo de 363 casos y un máximo de 391 por estrato. Posteriormente se calibró la muestra según parámetros censales de sexo, edad y tamaño de ciudad. La conclusiones son, también, grandes.
1 – Hay un deterioro de la calidad de vida comparada con 2020. En esto se achicaron o aplanaron las diferencias entre localidades con diferentes tamaños. ¿Qué refleja lo dicho? Indica que las percepciones sobre la calidad de vida, indiferentemente de la localidad, han sufrido un deterioro se viva donde se viva, sea en pueblos o ciudades. Ante la pregunta: “¿Qué tan satisfecha/o se siente con la calidad de vida en su localidad?”, los datos arrojados en el 2021, enfocándonos en el promedio nacional, daba cuenta que el 67% reflejó satisfacción total o parcial con respecto a la calidad de vida en su localidad, frente a un 79% en el 2020.
2 – Aunque esperable, resulta igualmente impactante: las mujeres tienen menos felicidad, menos optimismo, más tristeza, más preocupación, más stress, más intranquilidad, comparando los resultados de 2020 y 2021.
Comparemos: un 60% de mujeres manifestó felicidad total o parcial frente a un 68% manifestado por los hombres; un 58% de las mujeres percibió optimismo total o parcial frente a un 71% percibido por los hombres; un 31% de las mujeres expresó tristeza total o parcial frente a un 19% por parte de los hombres; un 59% de las mujeres presentó preocupación total o parcial frente a un 47% por parte de los hombres; un 52% de las mujeres declaró stress total o parcial frente a un 43% por parte de los hombres; dejando por último a la intranquilidad, donde un 51% de las mujeres reveló que sintieron intranquilidad total o parcial frente a un 43% por parte de los hombres. Las diferencias son elocuentes.
3 – Hay más tristeza en las ciudades grandes. Tomando como referencia la pregunta: “Pensando en el último mes, ¿Con qué frecuencia diría que se sintió triste?” en ciudades grandes, un 29% de tristeza; mientras que esta cifra se reduce, a medida que decrece el tamaño poblacional. En aquellas que comprenden entre 10.000 y 35.000 habitantes, por ejemplo, sólo un 16% han manifestado tristeza. En las grandes ciudades se registra mayor insatisfacción laboral y más inconformidad con ingresos.
No hay diferencias en la satisfacción con la oferta educativa obligatoria en las diferentes localidades, aunque sí hay un deterioro con la mayor satisfacción corroborada en el 2020 respecto a la educación en todas las ciudades. Las ofertas comerciales y culturales arrojan mayor satisfacción si se comparan ciudades con pueblos y muchísimo más la conformidad con la oferta de especialidades médicas. No obstante, la satisfacción promedio sobre el funcionamiento de servicios públicos es bastante menor en grandes ciudades, así como la insatisfacción con el medio ambiente, la preocupación por las manifestaciones públicas y la preocupación por el tráfico. Ni hablar si se considera a la inseguridad donde hay enormes diferencias sobre su percepción. La inseguridad se percibe mayor que en el 2020 y además mucho más alta en grandes ciudades, bajando considerablemente en pequeños pueblos. La insatisfacción con respecto a la inseguridad en localidades pequeñas con menos de 10.000 residentes alcanza el 32% versus localidades con más de 100.000 habitantes que alcanzan el 71%.
4 – Aumentó la potencialidad migratoria del país comparada a 2020 y ya no sólo es significativa sólo en jóvenes sino en adultos jóvenes también. El panorama migratorio ha sufrido un aumento con respecto al relevamiento realizado en el 2020. Ante la pregunta: “Si tuviera la posibilidad de irse del país ¿cuán probable sería que usted se vaya?”. Observando los datos arrojados en el 2021, el 52% afirmó que se iría o probablemente se iría, frente a un 46% en el 2020.
Entre los jóvenes de 15 y 24 años de edad, quienes que se irían o probablemente se irían alcanza el 60% y en aquellos comprendidos en el rango etario de 25 a 39 años esta cifra se reduce al 59%. Entre aquellos comprendidos entre 40 y más de 59 años de edad, la chance migratoria desciende al 46%, dejando por último aquellos con más de 60 años de edad con el 48%, igualmente considerable.
Otro dato es que se mantiene estable (y alto) es la potencialidad migratoria de ciudades grandes hacia las pequeñas. De acuerdo a los datos arrojados en el 2021, se reafirma que crece la tendencia potencial de los ciudadanos a vivir en lugares que no sean grandes urbes. Tras la pregunta: “Si pudiera mudarse a una localidad pequeña ¿cuán probable sería que se mude?”, el 54% de quienes viven en grandes ciudades afirmó que se iría o probablemente se iría, frente a un 53% en el 2020.
5- Bajó la participación en instituciones: clubes, cooperadoras, asociaciones, grupos sociales o religiosos (salvo en pueblos pequeños). Sin embargo, ha crecido algo la participación política. El involucramiento de ciudadanos en instituciones, clubes, grupos sociales o religiosos es trascendental en términos de participación ciudadana. Sin embargo, un hallazgo significativo en el último relevamiento realizado en el 2021 es que se ha visto reducido la intervención en ellos. Tomando en cuenta los promedios nacionales, un 19% ha participado en clubes en el 2021, frente a un 33% en el 2020, un 16% ha participado en asociaciones escolares o de padres frente a un 28% del 2020, un 6% ha participado en cooperativas frente a un 10% en el 2020, un 21% ha participado en grupos religiosos este año, frente a un 27% del 2020.
Sin embargo, ha crecido la participación en organizaciones políticas con un 19% frente a un 17% del 2020. Y cerca de un 15% ha participado de algún acto de protesta. Se registra más actividad a medida que crece el tamaño poblacional. Protestar es un componente esencial de toda democracia que involucra derechos fundamentales como peticionar a las autoridades y expresarse en libertad. Frente a la consulta, “En los últimos meses ¿algún miembro de su hogar ha participado en actos de protesta, marchas o manifestaciones por desacuerdo con la acción de gobierno?”, el promedio nacional arrojo un 15% de positividad. Sin embargo, si desagregamos el dato por tamaño poblacional, se registra más actividad a medida que asciende la cantidad de habitantes.
Dentro de las acciones políticas, la firma de alguna petición involucra a un tercio de la población. Lo mismo la queja en redes sociales. Dentro de la esfera política, la acción política por parte de la ciudadanía es un derecho fundamental. Frente a la consulta, “En los últimos meses ¿algún miembro de su hogar ha firmado una petición en alguna plataforma digital?” el 32% respondió de manera afirmativa. El mismo caso, frente a la pregunta “En los últimos meses ¿algún miembro de su hogar ha participado o se ha quejado activamente en redes sociales?” el 36% respondió de manera afirmativa. Un dato: la mayor actividad en ambas preguntas se da con personas con mayor nivel educativo.
6 – La solidaridad es más valorada que la libertad y que el “sálvese quien pueda”. También es mayor que la autoridad. La solidaridad es un sentimiento basado en intereses comunes o la incesante búsqueda de la sociedad de actuar como un todo. En el relevamiento realizado en el 2021, cuando se consultó “En el día a día de la pandemia, priorizo la solidaridad y el bienestar general”, el promedio nacional arrojo una cifra de conformidad del 77%. Contrariamente, se consultó, “La pandemia impone a todos, una situación de “sálvese quien pueda”, arrojando un promedio nacional de conformidad del 36% y “En el día a día de la pandemia, priorizo la autonomía y la libertad personal” con un promedio nacional de conformidad del 46%.
¿Qué nos indican los datos arrojados? A pesar de estar viviendo un contexto pandémico, el sentimiento de cooperativismo, solidaridad y bienestar colectivo se destacó por sobre la autonomía y las libertades personales. Incluso cuando se mide a estos conceptos en una escala del 1 al 10, la solidaridad promedia 9 puntos, la libertad 8 y la autoridad 7. Estos valores cobran más sentido si se considera que también bajó la confianza tanto en el estado como en el mercado. Bajó la colaboración social para resolver algún problema comunitario en las ciudades, pero sigue siendo muy alto a medida que desciende el tamaño poblacional.