Por el desarrollo de una nueva herramienta precisa para la construcción de moléculas con propiedades novedosas y con posibilidades de múltiples aplicaciones en la industria y la salud, el premio Nobel de Química fue otorgado a Benjamin List, director del Instituto Max Planck de Investigación del Carbón, en Mülheim an der Ruhr, Alemania, y a David W.C. MacMillan, profesor de la Universidad de Princeton, en Princeton, Estados Unidos.
“List y MacMillan desarrollaron la organocatálisis asimétrica, una herramienta que a través de reacciones químicas sirve para construir moléculas de manera más verde y ecológica como fármacos y medicamentos de uso cotidiano”, explica la doctora en Química Carola Gallo, profesora de Síntesis Orgánica e investigadora del Centro de Investigación en Hidratos de Carbono (CIHIDECAR), que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA).
“En lugar de los catalizadores tradicionales (conteniendo metales o enzimas), la organocatálisis asimétrica utiliza moléculas pequeñas asimétricas capaces de acelerar la construcción de enlaces en una molécula blanco que sea importante, por ejemplo, para el descubrimiento de nuevos fármacos”, destaca Gallo.
La científica argentina explica que “el hecho de que se utilicen moléculas sencillas hace que los procesos sean mucho más verdes, sustentables y ecológicos. Los catalizadores creados por los científicos laureados son baratos y sin la toxicidad de los metales. Por eso sus desarrollos generaron un gran avance desde el punto de vista ecológico”.
Los catalizadores son herramientas fundamentales para construir moléculas que puedan formar materiales con aplicaciones industriales, almacenar energía en baterías o inhibir la progresión de enfermedades través del diseño de drogas y muchas aplicaciones más.
“Se conocían ejemplos de organocatálisis hace muchísimos años, ejemplos aislados. Lo interesante es cómo List y MacMillan tuvieron la original idea de transferir la estructura 3D de estos catalizadores a las moléculas a sintetizar. Fue un trabajo arduo, sistemático, que implicó muchos químicos orgánicos con mucho bagaje de conocimiento atrás. Estos métodos que se iniciaron como ciencia básica se utilizan ahora en la industria y llegan a nosotros. Y todavía falta mucho más por descubrir, lo que lo hace mucho más fascinante”, subraya Gallo quien junto con la comunidad de científicos en Química Orgánica asistió a una de las conferencias de List en el último Simposio Nacional de Química Orgánica que tuvo lugar en 2019 en Mendoza. En esa oportunidad el científico alemán fue nombrado socio honorario de dicha sociedad.