Argentina frente a la pandemia del coronavirus: luces y sombras

Hace casi 20 semanas que están disminuyendo en forma consistente las cifras de contagios y de víctimas del covid en nuestro país. La sociedad, agobiada por las restricciones y, menos mencionado pero muy real, por el temor de la pandemia, quiere creer que el peligro ha pasado. Las cifras del turismo interno en el reciente fin de semana largo lo demuestran.

Y, es inevitable, la dirigencia -tanto en el oficialismo como en la oposición- no quiere romper la ilusión, cuando no parece haber motivos concretos para hacerlo.

Creemos que vale la pena actualizar un «cuadro de situación» de la pandemia y de la vacunación. El periodista Pablo Esteban hizo un resumen amplio e informado, aunque -creemos- demasiado «luminoso», que reproducimos. Y Daniel Arias agrega algunas sombras, que apuntan a los riesgos que todavía existen.

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«Desde hace 19 semanas disminuyen las infecciones por covid. De hecho, junto con Portugal, Argentina encabeza la lista de naciones que, a nivel mundial, exhibe el descenso más sostenido. Si se compara con el pico de la segunda ola, cuando la cifra alcanzaba los 33 mil casos diarios; en el presente, ese número apenas llega a 1.058. Lo mismo puede advertirse con la ocupación de Unidades de Terapia Intensiva: se quebró la barrera de los mil (981), cuando en julio ascendía a 7.969. Para advertir una situación similar hay que remontarse a julio, pero de 2020. Ciertamente, el sistema sanitario –aunque siempre estuvo al borde del colapso– cumplió con el objetivo trazado al inicio de la crisis: todos los pacientes accedieron a una cama. Por último, el cuadro de cifras que representan buenas noticias lo completa el promedio de fallecidos reportados en el presente: se contabiliza un promedio de 34 cuando, hace solo cuatro meses, se alcanzaba las 600 muertes.

“Estamos muy bien, pero hay que cuidar esto que hemos logrado juntos. Esta pandemia ha costado sangre, sudor y lágrimas. Más de 115 mil fallecidos y un trabajo impresionante del Ministerio de Salud para una muy positiva campaña de vacunación. Ni hablar de los sacrificios personales, psicológicos y emocionales de cada uno de nosotros. Si pagamos ese costo tan alto para llegar hasta acá, no nos cuesta nada cuidar un poco lo conseguido”, señala Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Química y bioinformático del Conicet.

Este escenario favorable también se comprueba a partir del retorno paulatino de actividades. Si la gente en los estadios configuraba una postal que la mayoría de los argentinos y las argentinas pensaba volver a ver en varios meses más, la presencia masiva en eventos populares no deja de sorprender. Los teatros y los cines también recuperan el terreno perdido. Ni mencionar la eliminación del uso del barbijo obligatorio al aire libre y en sitios sin aglomeraciones. Auténtico símbolo de la crisis sanitaria cuyo uso, a partir de las últimas medidas, comenzó a ser regulado.

Diversos especialistas aseguran que esta actualidad epidemiológica no debería causar ninguna sorpresa: Argentina vacunó rápido y bien, con una cartera diversificada de tecnologías seguras y eficaces. Esta semana se llegó al objetivo de contar con más del 50 por ciento de los habitantes inoculados con dos dosis y el proceso continúa profundizándose en los adolescentes, niños y niñas. La autorización de Anmat –y el aval de la Sociedad Argentina de Pediatría– para aplicar la Sinopharm desde los 3 años no deja de configurar una excelente noticia. A la fecha, el 66 por ciento de la población recibió la primera y el 52 por ciento el esquema completo. En esta línea, algunas jurisdicciones, entre ellas CABA, se acercan a superar al 70 por ciento con ambas dosis, y conquistar la tan mentada inmunidad de rebaño.

“En las últimas simulaciones que realizamos vemos que los casos con Delta podrían recién incrementarse en noviembre. E incluso, si la vacunación marcha como hasta ahora, y si los adolescentes y la población pediátrica puede protegerse con velocidad, nosotros vemos un efecto de inmunidad colectiva muy fuerte que podría hacer que una nueva ola sea muy pequeña, en comparación a las previas”, advierte Quiroga. Luego completa: “Asimismo, de aumentar un poco el mes que viene, en diciembre y enero podría disminuir a niveles más bajos de los que registramos hoy”.

La variante Delta y su singular propagación en Sudamérica

Delta provocó grandes conflictos sanitarios en aquellas naciones que no habían inmunizado lo suficiente. En cambio, en aquellos países que ya habían avanzado con la campaña, la variante no causó crisis muy significativas. “Claramente, las restricciones a los vuelos de junio y julio, y el aislamiento de las personas que ingresaban al país, sirvieron mucho, y es lo que en definitiva nos diferenció de las naciones vecinas. En Chile y Brasil, Delta es predominante”, observa el científico del Conicet.

En el último reporte del ANLIS Malbrán, se puede observar que si al 22 de agosto, tan solo el 2.1 por ciento de lo secuenciado correspondía a casos de Delta, un mes después, la cantidad de positivos con esta variante llegaba al 13 por ciento. Con lo cual, el incremento fue de seis veces en apenas un mes. De acuerdo al informe que elabora Proyecto País (MinCyT), en Gran Buenos Aires Delta representa el 13.5 por ciento y en CABA el 9 por ciento. Al momento, Gamma (Manaos) y Lambda (Andina) son las de mayor prevalencia en el territorio nacional.

Estamos viendo un aumento en la proporción de nuevos casos asociados a Delta. Sin embargo, la particularidad que exhibe América del Sur en relación a otras regiones en las que ingresó es que no se plasma con un aumento significativo en el número total de contagios que se reportan”, expresa Carolina Torres, doctora en Bioquímica y viróloga del Conicet. En naciones como Reino Unido o Israel, como ejemplos paradigmáticos, Delta no solo había reemplazado con velocidad a las variantes previas, sino que también había provocado nuevas olas.

En esta región del globo, sin embargo, los casos se mantienen estables, o bien, a la baja. Esto se observa en el vecino trasandino que, aunque –como apuntaba Quiroga– tiene a Delta como predominante, demuestra un presente epidemiológico estable, con un promedio de 500 casos y 6 fallecimientos por jornada. “En Chile aumentaron de manera simultánea los casos con Delta y Mu, que reemplazaron a Gamma y Lambda. Hoy Delta representa el 80 por ciento de las detecciones y Mu un 13 por ciento”, explica Torres. En Brasil, el 90 por ciento de las nuevas detecciones corresponden a Delta, sin embargo, las cifras totales se mantienen estables, con un promedio de 15 mil casos diarios y 400 muertes.

La vida que queremos

“Ante un relajamiento total de cuidados, la situación puede volver a empeorar, parecido a lo que sucede en Reino Unido, en que los no-vacunados se infectan todos. En cambio, si se mantienen los cuidados básicos y algunas de las restricciones a los eventos masivos puertas adentro, sumado a la consolidación de la vacunación pediátrica y adolescente, el problema de Delta puede ser prácticamente nulo”, proyecta Quiroga. “Todavía no podemos vivir como en 2019, pero no haría falta demasiado para llevar el número de casos prácticamente a cero”, se ilusiona.

La pandemia enseñó que realizar proyecciones es muy complejo, de hecho, al coronavirus hay que comprenderlo a la luz de las dinámicas sociales y culturales de cada contexto. En este marco de incertidumbres variopintas, la ciencia funcionó como la mejor herramienta disponible. “El panorama es sumamente prometedor, pero hay que ir con bastante cautela todavía porque no tenemos un número cero de casos y se realizan aperturas para el ingreso de viajeros internacionales. Todos los que lleguen con virus, llegarán con Delta. El desafío será cubrir a toda la población pediátrica que, aunque suele no desarrollar cuadros graves, puede configurarse como un nicho de transmisión importante”, remata Torres.»

Observaciones de AgendAR

La Argentina no vacunó rápido y bien, como dice mi colega Pablo Esteban. A lo sumo, está vacunando bien ahora, con fórmulas eficaces. Pero de rápido, nada.

Nuestro país no se destaca en el Cono Sur ni en la región por su porcentaje de población con doble vacuna. Tiene un 52,2%, contra el 74,5% de Uruguay, el 74% de Chile, el 46,5% de Brasil y, como referencia muy divergente, el 55,7% de los EEUU.

De modo que hoy estamos casi iguales a los EEUU en cuanto a números, pero por motivos muy diferentes: aquí porque todavía no llegaron suficientes vacunas, y allá porque el 33% de la población se niega a vacunarse.

Las muertes acumulativas por millón de habitantes confirman un mal desempeño argentino en una región que, este año, llegó a ser la de peores números.

La Argentina acumula 2531,98 muertes por millón, contra 1759,95 de Uruguay, 1955,20 de Chile, 2808,55 de Brasil (cifra muy dudosa, es necesario aclarar), y 2141,31 de los EEUU.

La dinámica del Covid-19 en Argentina vio sólo dos olas: la de fines de invierno de 2020, en la que el país llegó a un pico de 788 muertes en un solo día el 1ro de Octubre, y la de otoño-invierno de este año, en que llegó a 602 muertes el 11 de junio.

El primer pico fue motorizado por la cepa Kent inglesa, y el segundo pico por las dos regionales, la Manaos brasileña y la Andes de los países andinos, con muy poca aparición de la cepa Delta de la India, ya dominante sin embargo en toda la región, incluidos Brasil y los países andinos.

El colega Esteban no se equivoca en esto: el cierre de fronteras, especialmente las aeronáuticas, este año hizo la diferencia. La zona más poblada de la Argentina, el cinturón de megalópolis desde La Plata hasta Córdoba y Mendoza, quedó aislada de la entrada masiva de la cepa Delta mientras se avanzaba con la vacunación.

Esta última fuerza, la inmunización, ahora está pisando por primera vez los números de Argentina a la baja dentro de la región. Es una caída muy brusca desde el pico de la segunda ola. Y mayor que la de nuestros vecinos de mapa.

Argentina tiene ahora 19,17 contagios por millón de habitantes, contra 34,97 de Uruguay, 43,96 de Chile y 71,9 de Brasil. Tal vez estamos empezando a ver la diferencia de performance entre vacunas.

La población de esos países fue básicamente vacunada con Sinovac, muy disponible pero sólo de un 51% de eficacia a doble dosis, mientras que los dos caballitos de batalla del MinSal argentino tuvieron como piso el 79% de la Sinopharm y el 91,6% de la Sputnik-V como techo. Su único problema es lo que tardaron en ir llegando.

Todavía los números argentinos de muertos por millón podrían ir mejorando a principios de 2022 comparados con los del resto del Cono Sur, si se comprobara que estas dos fórmulas, Sinopharm y Sputnik-V, promueven una respuesta inmune no sólo más eficaz sino más duradera y basada no tanto en anticuerpos como en la acción de los linfocitos T8. Chile y Uruguay ya están dando terceras dosis, por si las moscas.

A recordar, estas fórmulas eran un plan B. El gobierno, como plan A, tuvo la AstraZeneca fabricada a razón de 25 y luego de 50 millones de dosis por mes a partir de agosto de 2020 en mAbxcience, Garín, Provincia de Buenos Aires. Inexplicablemente, el MinSal aceptó la imposición del financista mexicano Carlos Slim y el consentimiento del grupo Insud, dueño de mAbxcience, según la cual la vacuna formulada en bruto aquí se exportaría sin el fraccionamiento y distribución local de al menos el pedido inicial pactado y pagado por Argentina, de 22,4 millones de dosis. Ese ida en tambores y vuelta en ampollas de 14.800 km. por aire es de suyo un sinsentido logístico, aunque seguramente calmó la ansiedad de Slim de que aquí no nos quedaríamos con las vacunas de México.

Por el contrario, México se quedó con las nuestras. Toda la producción de mAbxcience se lleva al país azteca, donde debía hacerse el proceso de terminación, o «filtering-filling», en laboratorios Liomont… que por empezar carecía de los filtros y redomas para ello. Aquí había y de sobra, a 240 y a 400 metros de distancia de mAbxcience, en Biogénesis Bagó y en Sinergium Biotech, empresas donde el grupo Insud es copropietaria y propietaria total respectivamente. Biogénesis es la mayor exportadora mundial de vacunas anti-aftosa, por dar una idea.

Cuando empezaron a pasar la primavera y el verano sin que las 22,4 millones vacunas de AstraZeneca fabricadas en Argentina se pudieran suministrar en Argentina, el gobierno nacional prefirió priorizar el derecho privado sobre la necesidad nacional. Tenía argumentos de sobra para incautar menos de un mes de producción de mAbxcience, terminarla en Biogénesis o en Sinergium (¡sin salir siquiera de Garín!) y distribuirla rápidamente.

Por el contrario, cuando en Liomont encontraron por fin los filtros y los frasquitos, las dosis de AstraZeneca fueron regresando al país en cuentagotas, mientras la rampa de contagios y muertes en Argentina se iba literalmente al demonio. Todavía en agosto de 2021 Liomont nos debía 9 millones de vacunas. Un éxito, lo de dejar decisiones críticas del estado en manos de multinacionales y billonarios amigos y re-filantrópicos. ¿Qué puede salir mal?

Que Página 12 diga que aquí se vacunó rápido y prefiera no preguntarse cuántos argentinos murieron por la doble negativa del gobierno de intervenir en un contrato tan a contramano del interés argentino, periodísticamente hace ruido. Entiendo menos aún su distracción frente a la renuencia del gobierno a actuar de oficio y gobernar, cuando incluso ese mal contrato fue incumplido. Esta discusión hoy, gracias a el creciente aluvión de arribos de Sinopharm y Sputnik, se volvió contrafáctica y casi académica.

Pero cuando estábamos finalizando 2020 ya con 55.000 muertos (muchos miles de los cuales no deberían haberse siquiera contagiado) la discusión era sanitaria, política, urgente y de vida o muerte. Ningún medio de opinión importante, fuera pro-gubernamental u opositor, quiso darla. Y todavía hoy se prefiere no mentar esa soga en casa del ahorcado. Pero ahí está. No llegamos por casualidad a tener 116.000 millones de muertos.

Nos salvó la rápida reacción de la actual ministra de Salud, Carla Vizzotti, al comprar Sputnik-V y Sinopharm cuando todavía sus ignotos fabricantes no tenían publicaciones en revistas occidentales u aprobaciones de la OMS, y menos aún de las agencias regulatorias de EEUU y la UE. De hecho, a la vacuna rusa la OMS todavía le encuentra el pelo en la leche, pese a que a una sola dosis da un 78,6% de protección, un 15,51% más que la AstraZeneca con dos (63,09%). Por esas cifras, la fórmula del Instituto Gamaleya ya fue autorizada por 70 países que suman 4000 millones de habitantes, la mitad de la humanidad.

Recordamos que en la emergencia y cuando aún no era ministra, Vizzotti no sólo fue previsiblemente vapuleada por la oposición por decidir en soledad, ojeando traducciones precarias de informes escritos en cirílico y mandarín, y a puro talento de vacunóloga, a favor de fórmulas «flojas de papeles». También le pegaron varios popes de su propio palo político.

En EEUU, donde sólo se usaron fórmulas de altísima eficacia (94,1% Moderna y 95% Pfizer BioNtech), el contagio sigue altísimo, con 281,8 casos por millón frente a nuestro 19,17%. Esto vuelve a sugerir que, dentro de ciertos parámetros, parece mejor tener más vacunados que mejores vacunas. Y es que los EEUU son un caso extremo que se va de registro: el tercio de población anti-vacunas está enfermando al resto del país.

Ahora lo que está sumando diferencia protectora al cepo aéreo argentino es el despliegue vacunatorio y el testeo rápido de antígenos en los sitios de ingreso. Dentro de no mucho serán evaluados por la ANMAT dos de fabricación nacional, el de la UNSAM (Universidad de San Martín) y el de la FIL (Fundación Instituto Leloir). Sin herramientas de ese tipo, un regreso rápido al egreso e ingreso irrestricto a través de nuestras fronteras promete ser un búmerang.

Con poco más de la mitad de su población con doble vacuna y alrededor de 15 millones de habitantes sin ninguna vacuna (un tercio del total, exactamente como en EEUU), si se eliminaran totalmente las restricciones a los viajes internacionales la Argentina estaría muy a tiempo de una irrupción de cepa delta y una tercera ola. Cepa que en el Cono Sur, salvo aquí, ya se impuso sobre las demás porque es un 160% más contagiosa que la cepa original Wuhan del SARS CoV2.

Sucedió en Gran Bretaña y en Israel, y cuando sus respectivas poblaciones estaban mejor vacunadas que la nuestra a fecha de hoy. Hasta que más de un 80 por ciento de los argentinos, adultos y niños, no tenga su doble dosis de fórmulas efectivas, aquí no se puede hablar de inmunidad colectiva.

Daniel E. Arias

VIAPágina 12´- Pablo Esteban