La proliferación de basura en los océanos y playas es un problema creciente, al punto de que ya existen cinco islas de plástico (en realidad, sopas grisáceas de basura flotante que ocupan una superficie cada vez mayor) y la ONU estimó que para 2050 habrá más plástico que peces en los mares.
El 80% de los residuos que se encuentran en el mar provienen del continente. Y según el último Censo de Basura Costera de la provincia de Buenos Aires, el 83% son plásticos (envases, bolsas, envoltorios y sus fragmentos). También hay un componente importante de colillas de cigarrillos, que resultan altamente contaminantes (una sola colilla puede contaminar entre 50 y 70 litros de agua), vidrios, telgopor, telas, escombros, velas y restos orgánicos.
Desde la organización Surfrider La Costa, una de las que participa anualmente en el censo de basura costera y organiza periódicas jornadas de limpieza en las playas de Santa Teresita, Mar del Tuyú y aledañas, empezaron a buscar soluciones para evitar la llegada de basura al mar.
Juan Cruz De Luna, surfista y actual presidente de esta ONG, vió algunos dispositivos “atrapa-basura” en sus visitas a playas de Europa y Australia, y decidió traer la idea a la costa bonaerense.
“Hace tres años empezamos a diseñar, con voluntarios de la asociación, un dispositivo sencillo, que consiste en una malla metálica, tipo red de contención, que se engancha a las bocas de tormenta cuando hay lluvia, para evitar que junto con el agua, la basura de las calles desemboque en las playas”, comenta De Luna.
“También se le puede adosar una malla más chica para atrapar las colillas de cigarrillo, o colocar éstas en el alcantarillado urbano”, explica y aclara que estos dispositivos “no son costosos y se fabrican con elementos que se consiguen en cualquier ferretería”.
El proyecto, junto con un análisis de costos y un prototipo, fue presentado en octubre de 2018 al Concejo Deliberante del Partido de la Costa (que abarca 96 kilómetros de balnearios desde San Clemente a Costa Esmeralda) y fue aprobado por unanimidad.
Sin embargo, nunca se reglamentó ni puso en práctica. “Ni siquiera se hizo la prueba piloto, que solo requería colocar la malla metálica un día de tormenta para probar si es efectiva y si -como temían las autoridades municipales-, la basura atrapada tapa los desagües y esto provoca inundación”, lamenta De Luna.