El factor más importante para el destino a corto plazo de cualquier país que no esté en guerra -civil o internacional- y para el bienestar de su gente, es el acierto o error de sus políticas económicas.
Por eso nos parece valioso reproducir este larguísimo reportaje que Jorge Fontevecchia, de Editorial Perfil, le hace al ministro de Economía, Martín Guzmán, a una semana de las elecciones.
Para que sea más manejable, especialmente para quienes lo leen en sus celulares (la mayoría), lo hemos dividido. Aquí está la primera parte, en la que, como dice J. F., «les pedimos a 9 ex colegas que ocuparon en el pasado responsabilidades similares a las de Guzmán que aportaran, en estricto off the record, las preguntas que le harían si tuvieran la posibilidad de entrevistarlo.
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El Banco Central emitió 350.000 millones en octubre, alrededor del 10% de la base monetaria. ¿Qué nivel de inflación generará para 2022?
—Cuando golpeó la pandemia, el Estado estaba en una situación muy limitada en cuanto a sus instrumentos. Fue muy dañado. Argentina venía de una crisis macroeconómica profunda que comenzó en 2018. No había crédito y la moneda estaba débil, luego de las sucesivas corridas cambiarias. En ese contexto tan duro, el Estado debía jugar un rol de protección de las capacidades de la economía para evitar que la pandemia tuviese efectos negativos permanentes en la posibilidad de crecer, y también en la protección de los sectores más vulnerables. En este contexto de limitaciones, hubo que recurrir a la asistencia monetaria. La asistencia del Banco Central al Tesoro. El año pasado la emisión monetaria como ratio de producto fue superior a 7%. Este año bajó fuertemente. Terminará el año posiblemente por debajo del 3% del producto. Si uno quisiera reducirla más rápido, implicaría una contracción del gasto que supone detener la recuperación económica tan fuerte. Yendo hacia adelante, está claro que la emisión debe continuar bajando. Planteamos converger hacia una situación en la que la política monetaria recupera su capacidad de actuar con propósitos de estabilización macroeconómica. Que la oferta monetaria se mueva de forma consistente con la evolución de la demanda de nuestra moneda y así quite presión al tipo de cambio. Es un camino que pretendemos recorrer.
“Sería lo peor para la Argentina un mal acuerdo con el FMI.”
—¿Cuánto se emitiría en 2022?
—El proyecto de ley de presupuesto como escenario de base que planteamos es de un 1,8% del producto. Si dispusiésemos de más crédito, podríamos bajar más la emisión. Queremos ser prudentes. No partir de hipótesis optimistas sobre una disponibilidad de crédito. El crédito en nuestra moneda se está reconstruyendo. Fue una de las grandes tareas de nuestro gobierno: reconstruir el mercado de deuda pública en pesos. En la medida en que esa recuperación sea mayor y que haya mayor crédito por parte de organismos de bancos multilaterales de desarrollo, nos permitirá bajarla más rápido.
—En Perú, Pedro Castillo colocó deuda al 4%, aún con el covid-19. ¿Te produce envidia que lo consiga?
—Un Estado con crédito y una moneda fuerte es más capaz. Argentina se debe a sí misma recorrer ese camino. Ayudará a que podamos vivir en una economía más tranquila, con un Estado con mayor capacidad para cumplir su rol.
—No fue la reestructuración de la deuda lo que elevó el riesgo país. Por el contrario, permitió que Argentina tenga un alivio sustancial en la carga de pagos de deuda, que es de aproximadamente 35.000 millones de dólares toda la primera década, a partir del momento en que se reestructuró la deuda.
—Pero el planteo alude a que no se terminó el acuerdo con el Fondo Monetario.
—La economía argentina estaba muy herida. Una economía en la que se tomaron grandes compromisos en divisas y que no genera mayor capacidad productiva de lo que le vende al mundo, tiene graves problemas para crecer, y reducir la inflación. Es muy importante resolver lo que históricamente fue la principal restricción para el crecimiento, la externa, la falta de dinamismo en generar divisas. Eso lleva tiempo. Por supuesto que entre otros es un tema que falta resolver. Hoy la Argentina tiene la deuda con los acreedores privados reestructurada y experimenta un sendero de crecimiento fuerte. Tanto en valor como en cantidad. En valor creció 60% en el último año, y en cantidad el 23%.
—¿Respecto de cuándo?
—De hace un año.
—¿Notás cierto estancamiento en la cantidad respecto del valor histórico de hace una década?
—Argentina tuvo un problema de dinamismo en las exportaciones, que impidió sostener el crecimiento de la demanda en términos reales. Cuando asume el gobierno anterior, toma crédito externo y usa esos dólares para impulsar sobre todo en 2017. 2016 fue un año de recesión. Pero en 2017 impulsó el crecimiento económico, sin embargo terminó colapsando porque sostener el crecimiento requiere de generación genuina de divisas. Es lo que hoy está ocurriendo. Hoy no hay un estancamiento. Es lo que pasó antes. Hoy, las exportaciones crecen y también en cantidades. No es casualidad, porque no es solo valor, no es solo un efecto de precios. Es el resultado de políticas públicas.
—Habrás escuchado a algún exportador de servicios que decía que de los 100 dólares que él exportaba, le quedaba el equivalente a 20…
—Pero cuando debe importar, lo hace al dólar oficial. Hay un mismo dólar para las importaciones y para las exportaciones. No me parece una cuenta sustentable.
“El crecimiento del producto este año será de alrededor de 9%.”
—¿Es un síntoma que el impuesto a la riqueza haya generado el retiro de industrias del software del país? ¿Los daños que produjo respecto de empresarios que se mudaron a Uruguay u otros domicilios fiscales, no terminan siendo más costosos?
—No hay éxodo de la economía del conocimiento. Al contrario, es un sector en crecimiento. Es el segundo complejo exportador en términos de importancia. Las empresas siguen estando. En Argentina hay más de diez unicornios hoy. Es la nueva economía generada en un país que tiene un sistema de universidades públicas fuerte que contribuye a la generación de talento, de recursos humanos que dan sustento al crecimiento. Apostamos mucho por el sector. Recientemente, se eliminaron las retenciones a la exportación de servicios.
—El dueño de un unicornio dijo que se debía exiliar porque tenía que pagar casi el 7% o 6,5% de su patrimonio en la suma de impuestos a la riqueza, los bienes personales, y que tenía que vender sus acciones. Lo mismo haría Bill Gates en un contexto así.
—Habría que ver ahí cuál es la posición de liquidez.
—6,5%, es algo que ni Elon Musk debe tener.
—Debemos tener en cuenta la situación de Argentina en 2020. Para el país era más dura que para el resto, por cómo llegó. Fue una situación absolutamente excepcional. El aporte solidario contribuyó a financiar políticas públicas que permitieron que no se destruyan empresas. Hizo que empresas en situación crítica no hayan ido a la quiebra, que no se destruya empleo ni capacidad organizacional clave. Ese grupo de empresas de que hablamos se benefician fuertemente del rol que el Estado juega en la generación de conocimiento en ciencia y en educación universitaria. En una situación tan delicada había que tomar decisiones y definir prioridades. El aporte solidario estaba alineado con lo que la Argentina necesitaba. Para nosotros también es importante que los empresarios se queden en la Argentina. Nos parece fundamental ese arraigo y estar pensando en construir una nación más fuerte. Viví casi 12 años en Estados Unidos. Ni un minuto dejé de pensar en mi Argentina, pero estuve rodeado también de gente que venía de otros países o que estaba en Estados Unidos. Ahí uno se encuentra con gente que vive en otros países y sabe que se extraña. Pero también muchos empiezan a tener familia en el lugar y dirigir sus motivaciones hacia otras cosas. Es muy importante que las motivaciones de los empresarios estén puestas en la Argentina. También hay momentos en los que se precisa tomar decisiones.
—La última pregunta de un predecesor que no es de tu gobierno, es si te consultaron por las políticas durante la pandemia de lucha contra el covid-19.
—Sí en la cuestión económica y las implicancias de las restricciones de circulación. Siempre fui parte de esa mesa de discusión y de análisis. Se tomaron decisiones sobre la base de distintos principios. El primero era que había que cuidar la salud de todos.
—¿Cuál es tu balance de costo y beneficio de las medidas tomadas?
—Siempre es contrafáctico. No hubo un colapso del sistema de salud, como ocurrió en otros países. Es algo muy positivo. Por supuesto que también las restricciones de circulación afectan al funcionamiento del sistema económico que está preparado para funcionar con circulación de bienes y de personas. Las políticas que llevamos a cabo para proteger las capacidades de la economía permiten que hoy la Argentina esté creciendo. El crecimiento del producto este año será de alrededor de 9%. Es importante darle continuidad a esa recuperación.
(Continuará mañana)