Adriana Serquis es Doctora en Física, especialista en nanotecnología y actual presidenta de la CNEA. Se destacó por sus trabajos de investigación sobre caracterización de materiales para energías limpias y ganó premios por su aporte al uso racional de la energía.
Desde su actual rol como conductora de una de las instituciones más importantes del sector público, cuenta en este reportaje de Misión Productiva cómo está posicionada Argentina en los diferentes segmentos del sector nuclear y destaca las capacidades acumuladas en el país. Asimismo, remarca la importancia de fortalecer la relación con Brasil y de atraer a las nuevas generaciones con proyectos atractivos que fomenten el desarrollo de nuevos conocimientos.
Misión Productiva: Argentina es un jugador relevante en el campo nuclear a nivel internacional ¿Qué importancia tiene eso para un país de ingresos medios como el nuestro? ¿Por qué Argentina tiene que seguir invirtiendo en investigación y desarrollo vinculado al sector nuclear?
Adriana Serquis: Yo creo que principalmente porque es un sector estratégico. Poder ser un jugador importante en este sector, y un referente en la región, nos permite un montón de cosas, como acceder a la compra de materiales específicos o tener la posibilidad de crear una soberanía tecnológica en energía y otros ámbitos.
Para obtener acero de cierta calidad es necesario que seamos capaces de producir material nuclear que cumpla con ciertos estándares. Para poder comprar combustible y abastecer a las centrales nucleares, tuvimos que demostrar que podíamos enriquecer uranio. En ese sentido, ser parte de este «club privilegiado» tiene una relevancia estratégica más allá de que, además, te puede garantizar un mayor desarrollo si pensamos que la industria nuclear tiene grandes posibilidades de colaborar con PyMES o ciertas industrias, como la metalmecánica.
Además, tener producciones con mayor conocimiento siempre es beneficioso, porque podés sustituir importaciones y hasta exportar, sobre todo pensando en el avance de la descarbonización. De hecho, sólo hay 443 centrales nucleares en el mundo. Es una industria que en general es cara y que requiere un conocimiento muy específico. Entonces, cualquier conocimiento que tengas al respecto te va a poner en una posición de ventaja.
MP: ¿Cuáles son las tendencias y los horizontes tecnológicos a nivel global hoy en materia de desarrollo nuclear? ¿En qué posición y qué condiciones tiene Argentina para aportar a esos avances?
AS: Respecto de la producción de potencia, una de las grandes tendencias que hay en este momento es la de los reactores modulares pequeños o medianos, SMR por sus siglas en inglés. Particularmente en Argentina hay un proyecto, el CAREM 25, que es un prototipo de este tipo de reactores con tecnología completamente nacional. Este proyecto se pensó hace muchísimos años pero recién se empezó a construir en 2014. Luego tuvo la detención en su proceso de construcción en los años del gobierno anterior y recientemente se retomó con perspectivas de rápido crecimiento.
Uno de los atractivos de estos reactores es que se pueden llevar a cabo con un financiamiento más pequeño en comparación con las grandes centrales nucleares. Otro rasgo distintivo es que resuelve problemas tecnológicos, como puede ser alimentar pequeños sectores o lugares que no estén conectados a una red principal, como algún proyecto minero.
No obstante, hay que tener claro que lo que se está construyendo es un prototipo de reactor, no el reactor comercial hacia el cual se apunta. Este prototipo es de 25 megawatts, puede llegar a los 32, pero el proyecto comercial va a tener alrededor de 120. En el mundo hay muchísimos proyectos de este estilo, pero ninguno o solamente un par en construcción. Hay muchos que están todavía en los papeles porque están viendo cómo van a ser sus modelos de financiamiento. En la actualidad las que están en construcción y las que siguen estando en funcionamiento por su largo tiempo de vida son las grandes centrales. Esto te da la pauta de que no se trata solamente de ir hacia la tendencia.
Es cierto que los pequeños reactores modulares presentan desafíos nuevos en materia tecnológica y que tenemos una gran ventaja por ser uno de los primeros países que están detrás de estos proyectos tan emblemáticos para la CNEA. Pero si queremos ir hacia una descarbonización de la matriz energética es necesario hablar de las grandes centrales nucleares, que siguen siendo necesarias y donde todavía hay un montón de cosas que se pueden ir haciendo para aportar a su seguridad.
A veces lo avanzado tecnológicamente no es lo que nos conviene en términos financieros, económicos y de soberanía. Nosotros dominamos la tecnología de las centrales de agua pesada, uranio natural y tipo CANDU. Si bien mucha gente cree que no es el modelo más avanzado, es el que podemos controlar y sabemos manejar. Además, podemos desarrollar la cadena de valor alrededor de estas centrales y contribuir así al desarrollo de nuestro país.
Por otra parte, existen otros desarrollos nucleares más vinculados a la investigación. INVAP está construyendo el reactor RA-10, que es un reactor más pequeño cuyo objetivo no es la producción de energía eléctrica sino que es multipropósitos. Uno de ellos es la generación de radioisótopos, que permite en el área médica tener mejores diagnósticos, imágenes, y tratamientos de muchas enfermedades, como el cáncer. Justamente hace poco estuvimos en el Hospital Garrahan, donde firmamos un convenio para pensar cómo mejorar la calidad de vida de niños y niñas. No sé si productivamente es un negocio pero lo vemos como una necesidad social. La medicina nuclear tiene mucho que hacer en ese sentido.
En cuanto al posicionamiento de Argentina, vale remarcar que somos referentes para la agencia internacional de energía nuclear y somos un referente en la región no sólo por la producción de radioisótopos sino también por la formación de recursos humanos. Para que haya tecnologías avanzadas de tratamientos en medicina nuclear y radioterapia es necesario seguir avanzando en proyectos como el centro de protonterapia, que va a ser el primero en toda América Latina.
MP: Antes mencionaste que con el CAREM hubo varias idas y vueltas en los últimos años. ¿En qué estado está hoy el proyecto?
AS: Cuando nosotros asumimos teníamos un cronograma para que la obra finalice en 2024. Pero nos encontramos con que de las tres grandes empresas contratistas, había dos que se habían ido del proyecto: una por entrar en quiebra y otra porque decidió renunciar. A esto se le sumaban varias falencias en el desarrollo del proyecto.
Hoy estamos trabajando en establecer un sendero acorde a la realidad. Contactamos a toda la industria nacional; hubo reuniones con ADIMRA (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina), con IMPSA, con empresas contratistas, para ver cuáles son los plazos realistas para la entrega de todos los componentes que son necesarios para su finalización.
Es posible que para 2024 se termine la obra constructiva pero difícilmente se va a poder terminar lo que es la puesta en marcha, ya que esto requiere un montón de pruebas al ser un prototipo de reactor y la primera vez que se fabrica este tipo de cosas. Estamos esperando que la gerenta del proyecto nos presente un cronograma realista en base a todos estos análisis que se están haciendo. Se está trabajando a contrarreloj pero con mucha seriedad, y rearmando los grupos de trabajo debido a que en los años previos se fue mucha gente. Uno de los componentes principales del reactor, el recipiente de presión, está aproximadamente en un 63% realizado.
MP: ¿En cuanto al CAREM Comercial hubo avances en el último tiempo?
AS: Desde la CNEA queremos armar una mesa de trabajo con gran parte del sector nuclear para ver cómo vamos a armar el proyecto del CAREM Comercial. A esta mesa queremos invitar no sólo a IMPSA, sino también a INVAP, CONUAR y NASA por su experiencia en todo lo que es el manejo de las centrales. Desde que asumimos en junio tuvimos que atajar muchos incendios y no pudimos abordar este tema como nos hubiese gustado, pero es una de las tareas en la que nos vamos a abocar en este primer semestre.
MP: También nos hablaste del Reactor Multipropósito RA-10. ¿Podés contarnos un poco más sobre su situación actual y su importancia?
AS: El proyecto tiene una ejecución realmente muy buena. La obra civil puede que se termine este año y la idea es que en algún momento de 2023 se termine la obra. Nos resta ver si se llega a tiempo con la planta de producción de radioisótopos.
Por otro lado, está asociado a este reactor el proyecto del Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), que busca aprovechar los neutrones que se producen en el reactor para poder hacer estudios e investigaciones de avanzada en numerosos campos de aplicación en todo lo que es ciencia de materiales, tanto de la industria nuclear como de otros sectores como el farmacéutico, agrícola o los combustibles. Son muchísimas empresas y áreas de investigación y desarrollo que requieren de haces de neutrones.
Cuando se llega, sobre todo en ciencia de materiales, a un cierto nivel de detalle no voy a tener ningún equipo dentro de mi laboratorio, por más sofisticado que sea, que me permita acceder a pequeños detalles de la materia. Entonces necesito ir a alguno de estos grandes centros: los sincrotrones o los centros de neutrones. Estos últimos se encuentran en la gran mayoría en el hemisferio norte. El único centro de neutrones en el hemisferio sur es el que está en Australia con el reactor que instaló INVAP y el siguiente va a ser el LAHN. Esto nos posibilita ser un centro de avanzada en investigación y desarrollo y ser un centro de atracción también para un montón de investigadores o investigadoras no solo de América Latina sino probablemente de muchos lugares del mundo.
MP: Dijiste en una respuesta previa que no es excluyente avanzar con las centrales grandes y con los SMR. Algunos analistas de la industria nuclear dicen que la apuesta a las grandes centrales con tecnología importada no tiene sentido, por su costo y por la dependencia tecnológica en el caso de Hualong o el “atraso tecnológico” de las CANDU, y que Argentina debería focalizarse en desarrollar los SMR con tecnología propia y especializarse en este segmento. ¿Qué opinión te merece esa visión?
AS: Yo creo que no son excluyentes. El análisis no es sólo tecnológico o financiero, tiene que ver con cuál es la proyección de país que queremos, cuánta energía nuclear necesitamos para esa transición y para seguir teniendo energía a un precio relativamente accesible para el desarrollo.
Para llegar a tener una Hualong vamos a tener que aprender y tratar de lograr la mayor cantidad de transferencia tecnológica posible al menos en lo que tiene que ver con la parte del combustible que es lo que nos atañe como Comisión. Pero, para mí, dejar de lado la línea CANDU sería un error en el sentido de que es la tecnología que manejamos, es la que podemos poner de pie y es parte del proyecto nacional que nos aseguró esa autonomía y que seguramente nos va a permitir tener otra central a muy corto plazo. No comparto que sea una tecnología obsoleta. Si estuviera obsoleta, Estados Unidos no le hubiese ofrecido a Rumania construir dos centrales tipo CANDU.
Además, muchas de las empresas que fabrican los componentes pueden usar esa experiencia para ser proveedoras de una futura central tipo CANDU, así como también del CAREM. Por ende, no son desarrollos que van en carriles totalmente distintos.
MP: ¿Cuál es el rol de los privados en un sector como este? ¿Con qué empresas tienen mayor relación? ¿Existen vacancias en la actualidad en el entramado productivo local para completar el ecosistema nuclear?
AS: Casi todas las empresas del sector nuclear, excepto IMPSA, surgieron de la CNEA; fuimos madre tanto de INVAP como de CONUAR. Nos gustaría recuperar el veto tecnológico que teníamos en DIOXITEK, y que fue perdido con el gobierno anterior, o las acciones en algunas de estas empresas. Pero más allá de esto, con todas ellas tenemos relación y algún tipo de participación en sus directorios o en sus definiciones de política tecnológica. En algunos casos las tenemos como proveedoras, como a NASA que la contratamos para para parte de la construcción del CAREM, y en otros como clientes a los cuales les brindamos, por ejemplo, servicios de tecnología.
No se si hay una vacancia muy puntual, creo que tenemos cubierto todo el espectro y a eso me refería cuando mencionaba el tema de la soberanía. Quizás en la parte del ciclo de combustibles, desde su origen hasta el final, tendríamos que volver a pensar en qué es lo que ocurre en todas las partes de este ciclo, pero la verdad es que tenemos un gran conocimiento. Justamente ahora estamos trabajando en un posible contrato con China para que nos transfieran la tecnología de fabricación del combustible, y eso se va a hacer en conjunto con CONUAR.
MP: ¿Qué políticas públicas creés que pueden ayudar a que Argentina siga siendo en las próximas décadas un jugador de relevancia en el sector nuclear?
AS: Por un lado, es importante seguir apoyando al sector tanto desde el punto de vista presupuestario como desde una decisión de proyecto nacional.
También es fundamental trabajar mucho en la comunicación para que se entienda cuál es el objetivo del área nuclear y tener lo que llamamos licencia social para la posible instalación de centrales nucleares y atraer a jóvenes de diferentes instituciones o diferentes orientaciones hacia el sector y que puedan seguir formándose en nuestros centros educativos como el Balseiro o el Sábato. Consideramos que estos son centros de formación de excelencia en todos los ámbitos correspondientes a la física, la ingeniería nuclear, la ingeniería mecánica, telecomunicaciones, y radioquímica.
Pensamos que el sector debe crecer a partir del desarrollo de nuevas tecnologías asociadas tanto con el crecimiento de la energía como con un montón de otros aspectos vinculados con la ciencia de materiales, articulando con otras instituciones.
MP: A nivel regional, Brasil tiene una actividad nuclear relativamente importante. ¿Cuáles creés que pueden ser las complementariedades entre ambos países?
AS: Es muy buena la pregunta. Para mí esa relación es fundamental. Hace poco tuvimos la primera reunión con el presidente de la comisión brasileña de energía nuclear y vimos que ellos están enfocados en otros proyectos. No tienen tan avanzado el RMB (Reactor Multipropósito Brasilero), que sería el sinónimo de nuestro RA-10, así que creemos que hay oportunidades para trabajar en conjunto y aprovechar todo nuestro aprendizaje respecto a este reactor.
Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre acá, entiendo que su área nuclear está más focalizada en el ámbito militar. Esto no quiere decir que estén en algún proyecto asociado a cuestiones no pacíficas, sino a la marina, relacionado con los submarinos.
En lo que tiene que ver con desarrollo de ciencia y técnica, nos parece que el desarrollo de nuestro centro de neutrones se complementa con su desarrollo de un sincrotrón. Queremos sentarnos a discutir en profundidad estas complementariedades.
Pero, fundamentalmente, la historia que tenemos con Brasil está marcada por la ABAAC (Agencia Brasileña Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares), que nos da la posibilidad de seguir teniendo la credibilidad del Organismo Internacional de Energía Atómica en cuanto la no proliferación; eso también nos dio la posibilidad de seguir actuando de manera soberana e independiente con este trabajo conjunto y bilateral, que creo que ha sido beneficioso para ambos países.
Esperamos que, ahora con el RA–10, podamos seguir trabajando en conjunto en el área de medicina, poder volver a exportar a Brasil y ampliar nuestra capacidad. Es fundamental que esa cooperación no sólo se mantenga sino que vaya creciendo.
MP: Vos te formaste en la UBA, en el Balseiro y también en la UNCUYO, se podría decir que sos una hija de la educación pública. ¿Le damos la importancia que tiene esa educación para la formación de recursos humanos vinculados al sector? ¿Argentina sigue siendo un jugador destacado también en la formación de recursos humanos? ¿Cómo afecta en un proyecto de largo plazo como es la investigación nuclear, las dificultades de retener a las personas en contextos de poco financiamiento?
AS: Yo soy hija de la educación pública. Pertenezco a la generación expulsada del país en los 90, de la cual volvimos pocos. Tenemos que trabajar para trasladar conocimiento a la gente joven. Si ves el organigrama tenés una curva con un hueco que se da justamente en mi generación. Y es lo que esperamos que no se vuelva a repetir.
Creo que estamos haciendo un esfuerzo grande para que lo que ocurrió en los últimos cinco años no continúe y la única manera de retener y atraer a nuevas generaciones es generando proyectos que atraigan.
Me parece importante fomentar vocaciones, generar mejor comunicación, incentivar a las personas desde las primarias. Con Sol, la gerenta del CAREM, siempre decimos que tiene que haber un Samba que hable de energía nuclear. Atraer a los chicos a la investigación, al desarrollo, a la curiosidad, a saber que es posible tanto para niñas como niños el poder meterse a pensar grandes proyectos en los que haya desafíos para resolver sin tener que estar preocupándose por no poder pagar el alquiler a fin de mes.
Estamos trabajando en todas esas cuestiones: en comunicación, en divulgación y en mejorar salarios. Todo esto es un conjunto para retener y aumentar las capacidades que tenemos.»