El vicepresidente de Nucleoeléctrica Argentina, Jorge Sidelnik, amplía en este reportaje para Matías Alonso, de la agencia TSS de la UNSAM, los alcances del acuerdo con China para la construcción de la cuarta central nuclear en la Argentina.
También precisa la fecha prevista para comenzar las obras, las posibilidades de hacer el combustible en nuestro país y da respuestas a la críticas que recibió el proyecto frente a otras opciones para producir energía.
Con la firma del contrato entre la Argentina y China, a principios de este mes, finalmente se avanzará en la construcción de la cuarta central nuclear de potencia en el país. Se trata de un largo camino de negociaciones iniciadas en el año 2014, que incluyeron un memo de entendimiento un año después y la paralización de las gestiones durante los cuatro años de la gestión de Cambiemos.
Según establece el contrato de construcción, en menos de un año deben iniciarse las obras para la central Hualong 1 en la localidad bonaerense de Lima –donde están las otras dos Atuchas–, aunque todavía hay conversaciones en curso sobre temas como la provisión del combustible de la central, si la Argentina podrá ser el fabricante y en qué condiciones. Porque que se trata de una central que usa uranio enriquecido, algo todavía no fabricado a escala industrial en Argentina. Además debe resolverse la negociación sobre la cuestión financiera en este aspecto.
La presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, dijo que “la existencia de la cláusula precedente en el contrato firmado por Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) para la transferencia de tecnología en cuando a la fabricación de combustible en el contrato general es una excelente oportunidad, que permite pensar en que la incorporación de nuevas capacidades en el sector nuclear se hagan de la manera en la que Jorge Sabato denominó la apertura del paquete tecnológico.
«En CNEA conformamos un equipo para trabajo analizando todos los detalles de cada anexo del posible contrato y eso lleva tiempo. Todavía estamos en un proceso de conversación sobre muchos detalles, entre ellos, el cronograma que pueda permitir llegar a calificar el combustible para el primer núcleo.
«Pero es más importante poder acordar el compromiso para tener la posibilidad de abastecernos de la materia prima, semielaborados, componentes y otras piezas necesarias para la fabricación de los elementos combustibles en Argentina. A futuro, la transferencia implica la formación de recursos humanos para el desarrollo del sector nuclear y la posibilidad de sustituir la importación del combustible con una producción local”.
Toda la negociación está siendo llevada a cabo principalmente por NA-SA, la empresa estatal operadora de las tres centrales nucleares de potencia de nuestro país, quien también será la operadora de la cuarta. Esta central sería la primera que use uranio enriquecido en nuestro país, una tecnología con mayores controles geopolíticos, ya que el enriquecimiento del uranio también puede tener aplicaciones bélicas.
Se espera que el proyecto genere alrededor de 5.000 empleos durante la construcción de la central y la Argentina pasaría de generar 1700 Mw a 2900 Mw en nuclear, un salto importante en la producción de una energía que no depende del clima, como la solar y la eólica, ni genera gases de efecto invernadero como las basadas en combustibles fósiles.
Habla el vicepresidente de NA-SA, Jorge Sidelnik.
¿Cuándo empezará la construcción de la central?
Nuestra intención es empezar a fin de año en forma fuerte. Igual, hay que hacer un montón de tareas previas que ya estamos haciendo, como limpiar el predio, preparar los estudios que hay que hacer. Es una larga tarea que tenemos de acá a fin de año. Tenemos que hacer el estudio de suelos y aprobar el estudio de impacto ambiental. El trabajo continúa y ya hay obreros en esas tareas. Una vez firmado, nos va a llevar unos seis o siete meses completar todas las actividades precedentes para que el convenio esté activo. Tenemos esperanzas de que a fin de año empiece a tomar un ritmo de obra.
¿La Argentina podría llegar a dominar el ciclo de combustible de la Hualong?
Sí, hubo un proyecto importante en Pilcaniyeu (Río Negro). Además, se siguen estudiando otras alternativas en la CNEA. Habrá que evaluar si por la cantidad de uranio enriquecido que uno necesita para una sola central sería rentable hacerlo en el país, (o) si estaríamos dispuestos a solventarlo o comprarlo en el mercado por esa cantidad. Hay que pensar que el recambio de combustible de una central PWR (reactor de agua a presión) se hace cada 18 meses, y se recambia más o menos un tercio del combustible, no es mucho lo que se compra. Hay que ver la viabilidad económica porque (NA-SA) no deja de ser una empresa que opera en el mercado mayorista (de electricidad) y que compite. La CNEA está en condiciones de terminar de desarrollar el ciclo y después hay que pasar a un programa industrial. Eso ya tiene otras características. Es un problema económico más que tecnológico.
En el año 2015, se había hablado de empezar por una central de tecnología CANDU y después hacer la Hualong. Durante el Gobierno anterior se cambió ese plan. ¿Hoy se busca volver a hacer una CANDU con financiamiento chino?
Esa era nuestra intención cuando estábamos en la gestión que terminó en 2015. Después de hacer la extensión de vida de Embalse nos quedaba un montón de gente con la experiencia de estar en una CANDU y había muchas ventajas porque el combustible lo podíamos hacer y el agua pesada también. Primero estaba la CANDU y después la Hualong, y habíamos llegado a un acuerdo con la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC) en ese sentido. Lamentablemente, cuando el Gobierno de Macri da de baja la central CANDU del cronograma de centrales nucleares, se corta ese ese lazo con la CNNC y las posibilidades de tener financiamiento. Nos pareció que forzar a volver a discutir ese tema iba a hacer que nos quedáramos sin una cosa ni la otra. Por eso cambiamos la óptica para terminar de concretar el acuerdo por la Hualong pero dejando vivo un grupo de ingeniería en Embalse, que sería el centro en donde quedaron las capacidades para lo que nosotros llamamos «el proyecto nacional». Las inversiones no son menores para un proyecto de estas características, pero programamos todo para que cuando el país esté un poco mejor se pueda hacer la adquisición de equipamiento, ver el sitio y hacer todo el plan.
¿Eso contaría con financiamiento chino?
Por ahora no, veremos si lo logramos.
En los últimos días se han publicado artículos críticos con respecto al proyecto, señalando aspectos como que la central (Hualong-1) costaría 13.500 millones de dólares con una tasa de 7%, cuando hasta 2015 se hablaba de una tasa de 4%.
Todavía estamos negociando la parte financiera, por lo que no sé cómo (nuestros críticos) saben a qué tasa vamos a cerrar. Lamentablemente, las tasas están aumentando en el mundo. Si hubiésemos firmado el contrato en 2015 o en 2016, todo hubiera sido mucho más competitivo. Parte de la responsabilidad de tener que pagar más es por culpa de la gente que escribió esos artículos. Lo importante es que nosotros vamos a pagar con la energía que producimos. No se repaga hasta que no esté construida la central y empiece a vender energía. No vamos a pagar antes, vamos a pagar con los recursos que vamos a generar.
¿El costo sería de 8.000 millones de dólares o de 13.500 millones de dólares, como afirman esas versiones?
Una cosa es lo económico y otra lo financiero. Como siempre, se mezclan las cosas para confundir. Vamos a ver cuál es la negociación financiera para ver cuál será el precio final. El costo de construcción está en alrededor de 8.200 millones de dólares y finalmente veremos qué cosas entran o no. Entre otras cosas, estamos discutiendo el contrato de transferencia de tecnología a la CNEA y viendo si lo financiamos aparte o lo incluimos como costo del proyecto, y ahí se cerrará un paquete.
Otra crítica es la competencia con el gas natural, con el argumento de que es más económico hacer una planta de ciclo combinado.
Hay varios aspectos. Primero, hay que ver qué herramienta se usa para analizar los proyectos. Las herramientas de análisis cuentan solo los primeros 25 años de generación y esta central nuclear va a durar por lo menos 60 años, y lo más probable es que sean 80, algo que una central de ciclo combinado no logra. Hoy Atucha I está paga y se va a hacer la extensión de vida con un costo marginal cero, hace muchos años que está amortizada. Entonces, primero tenemos que ver la herramienta de análisis y, segundo, hay que ver las externalidades que se generan. Algunos análisis solo ven el reintegro como si fuera una empresa privada pero hacer una central nuclear tiene otros beneficios. Por ejemplo, el mantenimiento de las centrales de gas de ciclo combinado en la Argentina depende pura y exclusivamente del diseñador, acá no se hace absolutamente nada, lo hace la empresa y está dolarizado. Otro ejemplo es que, cuando se hizo Atucha II, se hizo una escuela de soldadores porque no había soldadores capacitados para hacerla. Una vez que terminaron de hacer Atucha se fueron a la industria petrolera. Hay un beneficio social (al) que tendríamos que ponerle un valor y (que) no tiene una central de ciclo combinado, como el de la generación de mano de obra calificada. Un tercer aspecto, y esto dado que en uno de los artículos se hace referencia a que hay que sacar el gas lo antes posible antes de que la ventana de oportunidad se termine, le digo que si tantas ganas de exportar gas tienen no hay ningún beneficio mayor que tener una central nuclear que no consuma el gas y eso pueda ser exportado y hacer entrar divisas. Siempre van a encontrar a alguien en la industria petrolera que va a querer invertir en sacar gas y petróleo. Conseguirán capitales externos y el gas que no se consuma acá se podrá exportar.
Este personal calificado de CNEA también hace el mantenimiento de otras centrales, como las de Angra en Brasil y en otros países, ¿no?
Nosotros tenemos un acuerdo con Framatome, que es una empresa reconocida a nivel mundial. Hemos estado en Brasil y ahora estamos mandando gente a (dar asesoramiento a) una central en Ontario, Canadá, por las capacidades que adquirimos con la extensión de vida de Embalse. Tenemos un acuerdo con la operadora china que tiene dos centrales CANDU a las que se les hará la extensión de vida y vamos a hacer algún apoyo. Ahí hay un reintegro de las capacidades en las que invertimos.
¿Este acuerdo estaba supeditado al acuerdo con el FMI?
No. Obviamente los bancos van a poner sus condiciones, que estamos empezando a discutir. No hay banco que no pida los estudios de impacto ambiental, las licencias sociales. Lo del Fondo, y esta es una apreciación totalmente personal, define un poco la tasa. Si no firmamos, seguramente las tasas que van a querer los bancos chinos van a estar más altas que si acordamos con el FMI.
Habló de la licencia social. El Gobierno anterior había propuesto hacer esta central en Río Negro y esto fue un problema muy grande ya que el proyecto fue resistido. Ahora (la Hualong 1) se va a hacer donde están las otras Atuchas. ¿No habría problema con eso?
Tenemos un sitio al lado de las otras dos centrales y ya estamos en conversaciones con el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires para cumplir con todos los pasos legales que hay que hacer, entre ellos prepararnos para la audiencia pública. Ya lo hicimos en Embalse para la extensión de vida y por supuesto lo vamos hacer en Lima, donde tenemos una muy buena relación con la comunidad. Hay expectativa de que empecemos porque mucha gente de Lima ha participado del montaje y la puesta en marcha de Atucha II y luego han quedado sin trabajo, así que es una oportunidad tanto esto como la extensión de vida de Atucha I, que será algo de transición, dará mucha mano de obra y va a mejorar la calidad de vida de la gente. La extensión de Atucha I va a demandar unos 450 millones de dólares y le permitirá operar durante unos 20 años más.
¿Habría un aumento de potencia de Atucha I?
Estamos analizando ver si podemos aumentar entre 5 o 7 Mw más. Pero estamos en la etapa de análisis, así que no podemos confirmarlo. No vemos a las centrales solo desde el punto de vista de la energía puesta en el mercado y la competencia, de eso no tenemos duda, pero también es una oportunidad para el apalancamiento de la industria y el desarrollo de proveedores.