¿Cuándo acabará la escasez de chips para los productos de alta tecnología? En el Congreso mundial de la telefonía móvil que se está realizando en Barcelona (Mobile World Congress), fabricantes y especialistas piden paciencia mientras la guerra en Ucrania dispara los temores de nuevas dificultades para un mercado ya bajo tensión.
(Quienes trabajan en la industria tecnológica saben de chips. Para los que no: un circuito integrado, llamado chip o microchip, es una estructura de material semiconductor, normalmente silicio, de algunos milímetros cuadrados de superficie).
Problemas logísticos, agotamiento de stocks, fábricas saturadas… «La situación sigue siendo muy complicada para el sector, se necesitará paciencia», avisa Ariane Bucaille, especialista del mercado de los semiconductores en el gabinete Deloitte.
La escasez de chips, derivada del auge de la demanda mundial de productos electrónicos y de las perturbaciones originadas por la crisis sanitaria en las cadenas de suministro, sacude desde hace un año a toda la economía mundial.
La situación afectó de lleno a la industria del automóvil y al sector informático, muy dependientes de estos componentes electrónicos, pero también al mercado de los teléfonos inteligentes, aunque este último resiste mejor que otros sectores.
Según el gabinete de análisis IDC, las ventas de teléfonos móviles retrocedieron un 3,2% en el cuarto trimestre, hasta los 363,1 millones de unidades. En China se desplomaron un 11% en el mismo periodo, según Counterpoint research.
Esto no ha impedido que gigantes de la telefonía inteligente como Apple y Samsung consiguieran beneficios récord en 2021. La escasez, sin embargo, ha generado grandes atrasos en el lanzamiento de productos, oscureciendo las perspectivas del sector.
Neón y paladio
¿Cuál será el efecto de la guerra en Ucrania sobre un mercado ya alterado? Para Marina Koytcheva, analista en CCS, es «poco probable» que el sector de los teléfonos inteligentes «no se vea afectado por el impacto de la crisis en Ucrania, teniendo en cuenta la importancia económica y geográfica de Rusia y Ucrania».
Rusia es un importante proveedor de paladio, un metal raro omnipresente en la electrónica. Ucrania dispone de grandes reservas de neón, un gas indispensable para los láseres usados en la fabricación de semi-conductores.
«Ucrania suministra hoy en día el 70% de la demanda mundial de neón», recuerda la oficina de estudios taiwanesa TrendForce. «Si se corta la provisión de estos materiales, habrá un impacto en la industria», que se traducirá en un «alza de los costes de producción», estima.
Del lado de los fabricantes de chips, muy presentes en el Congreso mundial de la telefonía móvil de Barcelona (MWC), lanzan, sin embargo, mensajes tranquilizadores. «No anticipamos ningún impacto en nuestra cadena de aprovisionamiento», indicó el fabricante estadounidense Intel, que aseguró disponer de fuentes «diversificadas».
«Usamos únicamente una pequeña cantidad de neón», explica un portavoz del proveedor holandés ASML, que dijo también que examinan fuentes alternativas de suministro.
Un mensaje similar al que transmite la Asociación de la industria de semiconductores (Semiconductor Industry Association, SIA). «La industria de semiconductores tiene un abanico diverso de proveedores de materiales y gases clave, así que no pensamos que haya riesgos inmediatos de una interrupción de suministros», aseguró en un comunicado.
‘Tiempos difíciles‘
Sea cual sea el impacto de la crisis ucraniana, es poco probable que se regrese rápidamente a la normalidad. «Las necesidades de semiconductores son ahora muy elevadas (…) El mercado sigue desequilibrado», insiste Ariane Bucaille.
Según el banco estadounidense JP Morgan, la escasez de semiconductores se extenderá durante todo el año 2022, mientras que para Deloitte, la situación no mejoraría hasta 2024, pese a los esfuerzos para aumentar las capacidades de producción.
En los últimos meses, los gigantes del sector anunciaron miles de millones de inversiones en nuevas fábricas, como el taiwanés TSMC o el coreano Samsung Electronics, que inyectará 15.000 millones de euros en una cadena de producción en Texas.
Pero estas medidas, que pretenden diversificar la producción de chips, «no darán frutos hasta de aquí a dos o tres años», al tratarse de «tecnologías complejas», que implican encontrar «una mano de obra extremadamente cualificada», subraya Ariane Bucaille.
Parecer que comparten los propios fabricantes. «Son tiempos difíciles», con una «demanda sin precedentes», reconoció el director general de Intel, Pat Gelsinger, en una conferencia reciente. Una situación que debería continuar, según él, «hasta el año 2023, puede que más allá».