Es raro, pero en un país tan susceptible a las modas como el nuestro, no existe un «culto» de la fusión nuclear. Como sí surgió hace algunas décadas en EE.UU., y ahora en la Unión Europea.
Pero si contamos con investigadores que trabajan en el tema. Por eso acercamos esta opinión de Alejandro Nieto González, un español ingeniero de Telecomunicación y especialista en temáticas de economía y tecnología. Escribe desde hace más 15 años notas de divulgación, y ésta nos parece adecuada para volcar información, y, posiblemente, abrir un debate.
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«Es recurrente. Cada vez que se habla de energía durante un tiempo suficientemente largo acaba llegándose al tema de la fusión nuclear. Esa utopía de energía limpia, ilimitada y barata, que hará que todos los problemas energéticos del mundo se solucionen. Si como yo piensas que los unicornios no existen, sigue leyendo.
Estamos ante un debate estéril. Un debate que lleva teniéndose treinta años, desde que a finales de los 80 un par de charlatanes pseudocientíficos anunciaran que habían logrado la fusión fría. Es cierto, después de un tiempo nadie les creyó, pero ese evento metió el debate de la energía a la fusión como una posible solución a nuestros problemas.
El estado de la fusión a día de hoy
Lo cierto es que aún estamos muy lejos de obtener energía con la fusión nuclear, por mucho que haya noticias que parecen indicar que lo tenemos a la vuelta de la esquina. Pero antes de nada, veamos en qué consiste la fusión.
Básicamente la fusión nuclear es una reacción en la que dos elementos químicos se unen para formar uno más pesado, liberando ingentes cantidades de calor en el proceso. Normalmente se unen dos átomos de hidrógeno para formar uno de helio.
El hidrógeno es el elemento más común del universo y el helio resultante, aparte de ser útil para procesos industriales, no es radiactivo. Todo suena maravilloso, ¿verdad?
La única «pega» es para lograr fusión hace falta mucho calor y presión. Y por tanto aportar energía. Y confinar el hidrógeno y que no se escape. Y que el reactor donde se produce la fusión aguante el calor. Y luego extraer la energía resultante.
Todo esto son retos técnicos muy grandes. En la actualidad hay varios experimentos importantes, el más avanzado el ITER, un proyecto internacional muy complejo. El objetivo de ITER es lograr generar más energía de la que se introduce para iniciar la fusión. Pero todavía no se ha llegado a este punto. Y aunque se lograra, en ITER no se ha diseñado cómo extraer este excedente de energía.
De hecho no está nada claro que ITER, al introducir sistemas para extraer la energía extra, sea rentable energéticamente. Es decir, puede que a finales de esta década ITER genere más energía de la que se introduce (está por ver) pero no que sea posible convertir este extra de energía en electricidad de una forma que realmente ITER genere energía neta.
La inversión en lograr fusión
Por tanto, como vemos, todavía quedan retos técnicos para la fusión nuclear. Y ya se habla del siguiente proyecto (DEMO), este sí con intención de generar electricidad. Pero hablemos de los costos.
ITER es un proyecto muy caro. Estimaciones oficiales indican que todo el proyecto costará alrededor de 20.000 millones de euros, aunque hay otras estimaciones (en disputa) que indican que se irá más bien a los 40-60.000 millones.
Lo cierto es que toda esta inversión es simplemente en investigación, pero indica lo lejos que estamos de lograr la fusión. Para hacernos una idea, el colisionador de hadrones del CERN (LHC), que también es un gran proyecto internacional, costó 7.500 millones de euros.
Después de ITER llegará DEMO, que seguramente logre generar electricidad, pero seguirá siendo una demostración. Y ya estamos hablando como mínimo dentro de una década, si no dos. Vamos, que antes de 2050 es altamente improbable que haya ninguna central de fusión funcionando.
Eso con suerte, ya que desde los años 70 se lleva diciendo que para la fusión nuclear faltan 20-30 años. Pero ahora parece que por lo menos hay avances técnicos significativos.
Y ojo, no estoy en contra de esta investigación. La investigación en ciencia básica y aplicada aporta mucho a la humanidad y de ITER y DEMO vendrá mucho conocimiento científico que se podrá aplicar a otras áreas, no solo a la energía.
Los problemas prácticos de la fusión
Sin embargo, no todo es un problema de horizonte temporal. Es cierto que tenemos problemas energéticos a día de hoy y que tienen que estar resueltos esta década y no se pueden esperar 20 años a un promesa que quizá sean en realidad 30 o 40 años. Pero aparte, existen otros retos.
La gente que dice que la fusión nuclear es una energía limpia, barata e ilimitada no está diciendo la verdad. Por un lado, aunque es cierto que es mucho más limpia que la fisión nuclear, ya que los residuos no son radiactivos, también es verdad que no es completamente inocuo: en generar fusión nuclear existen riesgos y radiación (aunque no sea a largo plazo).
Por otro lado no es ilimitada. El hidrógeno que se necesita para realizar fusión no es «estándar», sino que se necesita deuterio y tritio, y obtenerlo también puede llegar a tener su dificultad (y costo).
Por tanto existen retos técnicos incluso si la fusión es viable a nivel comercial. No estamos hablando de una energía fácil de obtener, sino algo que requería una ingeniería muy compleja, mucho más de lo que estamos acostumbrados en las centrales eléctricas actuales.
Y todo esto, claro está, tiene un impacto en los costos. El costo de crear una central de fusión, si es viable técnicamente, sería muy elevado. Y este costo de amortización de la construcción y mantenimiento de la misma es el que fijaría el precio de la energía generada. Seguramente sería muy elevado comparado con el coste de energías renovables y almacenamiento que vamos a ver en las próximas décadas.
Hay gente que piensa que en una central eléctrica si el costo del combustible es cero o muy bajo, la energía será barata. Pero no es así. En las centrales de energía solar, eólica, nucleares o hidroeléctricas el costo del combustible es cero o despreciable y sin embargo generar la energía tiene un precio: la inversión inicial (amortizada durante los años de vida útil) y el mantenimiento de la misma es el que da el costo de la energía producida.
Por tanto, debemos dejar de hablar de la fusión como la solución a nuestros problemas energéticos. Primero, porque estamos muy lejos de que sea una realidad. Segundo, porque aunque lo sea, sus costos seguramente sean altos. Quizá dentro de veinte, treinta o cuarenta años la tengamos, pero será un elemento más del mix energético, interesante porque quizá nos pueda dar una buena fiabilidad y disponibilidad al igual que las nucleares actuales, de forma más limpia y con mejor prensa. Pero desde luego no es algo de lo que debamos debatir ahora mismo.»