Ricardo Ariel Rotsztein es un economista «heterodoxo», como se les llama a los que no repiten el discurso convencional de las consultoras, pero su conocimiento de las finanzas públicas le da una visión realista de que se puede, y lo que no se puede hacer, desde las palancas del Estado.
Este breve reportaje que le hizo el periodista Enrique de la Calle hace 50 días, a propósito de la firma del acuerdo con el FMI, tenía un título optimista: «Argentina puede crecer tres años seguidos, algo que no pasa desde el gobierno de Kirchner». Ahora, el título es una advertencia.
Las dos frases están en lo que dice Ricardo. Porque el tema, en realidad, es la inflación argentina. Y aporta una enfoque menos transitado y que entendemos valioso: la diferente productividad de dos sectores en que se dividen las actividades económicas de nuestro país.
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APU: Se aprobó el acuerdo con el FMI. ¿Qué se puede esperar para la economía argentina para este y el año próximo?
Ricardo Ariel Rotsztein: En principio, el acuerdo cierra el primer anuncio que hizo el gobierno cuando asumió. Dijo que su plan de estructuración de la deuda era no pagar por 4 años. Terminó la negociación con los privados y ahora con el FMI. En estos dos años el gobierno no va a usar dólares para pagar deuda. Es muy importante. Además, es un acuerdo que no implica una reducción brusca del déficit, con lo cual va a tener partidas para ampliar el gasto. Tener política fiscal expansiva. En Argentina sabemos que cuando no tenemos problemas con el dólar y expandimos el gasto, tenemos crecimiento. Y podemos terminar 2023 con tres años de crecimiento seguidos, algo que no pasa desde los tiempos de Kirchner.
APU: La expectativa del gobierno en relación al acuerdo pasa por tranquilizar al dólar. Y de esa manera ponerle un ancla a la inflación. ¿Lo ves así?
RAR: La economía argentina tiene esa particularidad. El dólar es muy importante para pensar en la inflación. Hoy, tenemos muchos dólares diferentes. El oficial está en un precio pero existe el blue en otro. El «blue» determina precio y expectativas en la economía. Muchos precios están establecidos en relación a ese dólar blue. El acuerdo y el aumento de reservas del Banco Central seguramente bajen el blue, lo que va a impactar favorablemente sobre muchos precios.
APU: El Gobierno confía en que esa estabilidad cambiaria repercuta favorablemente sobre la inflación. Ahora, ¿no es excesiva esa confianza? ¿no faltan otras políticas específicas?
RAR: Como está de moda hoy, la inflación es multicausal. Una de las causas, muy importante en la Argentina, es el dólar. Pero es cierto que si el dólar está tranquilo, pero los precios del petróleo o el trigo se disparan, también va a subir la inflación. Si suben los costos, suben los precios. Ahí está lo que vos decís, se necesitan medidas específicas. Porque algo está claro: con 50% de inflación no podés crecer muchos años seguidos.
APU: ¿No es problemática cierta lógica indexatoria que tiene el acuerdo con el FMI? Es decir, se plantea que tarifas o el dólar suban de acuerda a la inflación. Lo que a su vez podría impactar sobre la misma…
RAR: Para tener más reservas, hay que exportar más. Para exportar más, hay que tener un tipo de cambio competitivo, que no pierda contra la inflación. Después está lo que decíamos del blue. Vos podrías tener un esquema donde el oficial crezca y el blue mucho menos, que también determina algunos precios. Se habla mucho del ancla, hoy ese ancla podrían ser el blue frenado y las reservas que suben.
APU: Hablaste de diferentes causas de inflación pero no citaste una que aparece mucho en economías y dirigentes políticos del peronismo, el kirchnerismo o el progresismo. Esto es: los formadores de precios o las cadenas de comercialización (los supermercados). ¿Qué importancia le otorgás a esos actores?
RAR: La tasa de ganancia de los supermercados en Argentina duplica o triplica lo que pasa con esos supermercados en sus países de origen. Hace muchos años realicé un estudio a partir de los balances. Lo que digo es: hay un problema de formación de precios. Sin embargo, el tema es más complejo. Tendemos a pensar que la economía es como la medicina, si identificamos las causas y atacamos sobre ellas, vamos a resolver la enfermedad. Vos podés tener inflación y tener un problema de concentración en la comercialización. Pero la solución para resolver el problema ahora no es cambiar el esquema de comercialización. Los supermercados tienen mucha capacidad de negociación con los pequeños y medianos productores. Pero no son los que generan la inflación. Mirás lo que pasa hoy en Argentina: los alimentos que más suben son aquellos donde las cadenas de supermercados no tienen mucho peso. Por ejemplo, la carne. Solo el 30% de los argentinos compramos en supermercados. Y la carne sube igual. Lo mismo pasa con el pan.
APU: A ver si entendí bien: dirías que existe el peso de los «formadores de precios» pero no es central.
RAR: No me pondrían a discutir teóricamente si es central o no. Yo discutiría otra cosa: si atacamos la inflación por ahí, la vamos a bajar o no. Lo que me importa es cuál es la propuesta más efectiva para bajar los precios. Hoy no parece muy efectivo reemplazar las grandes cadenas de supermercados. Ahora sí me pongo teórico: entre las teóricas de inflación, está la explicación de la inflación estructural. Esto es: tenés un sector dinámico de alta productividad o otro no dinámico, de baja productividad. El sector menos dinámico tiene que aumentar los precios para alcanzar la productividad del otro sector. No hay economista bueno que niegue esta realidad. Ahora, atacar un problema inflacionario de esta manera, en el corto plazo, es imposible. Porque es un problema tecnológico. Miremos lo que dice el acuerdo con el FMI: reconoce que la inflación va a bajar relativamente lento. Lo que pasó en 2020: la inflación cayó del 50 al 36%. ¿Cómo pasó eso? La economía cayó un 10%. Nadie quiere ese escenario.
«Los acuerdos con el FMI se hacen sabiendo que no se van a cumplir. Lo sabe el país que negocia y lo saben los funcionarios del organismo. Como mucho, se hacen para cumplir los primeros años»
APU: El gobierno plantea una «guerra a la inflación» lo que puede ser contraproducente con resultados muy gradualistas, necesariamente. ¿No ves un error ahí?
RAR: El presidente Alberto Fernández habló de guerra antes de conocerse el dato de inflación de febrero, que fue altísimo. Los alimentos subieron casi 8%, el número más alto desde 1991. Necesitabas un golpe de efecto.
APU: Lo dijo al pasar: el escenario es muy cambiante y ahora está el impacto de la guerra en Ucrania, que aumentó el precio de la energía y de muchos alimentos. ¿Hay un riesgo que Argentina no pueda cumplir con el FMI ya mismo?
RAR: Una vez un profesor que había participado de negociaciones con el FMI me dijo: los acuerdos con el FMI se hacen sabiendo que no se van a cumplir. Lo sabe el país que negocia y lo saben los funcionarios del organismo. Como mucho, se hacen para cumplir los primeros años. No más. Argentina lo que quiere de este acuerdo son los dólares para fortalecer las reservas. Porque necesita imperiosamente tener tranquilidad en relación al dólar por todo lo que charlamos. Después se verá y habrá que renegociar si es necesario.