La semana pasada fue la primera cosecha de rúcula en la Antártida argentina gracias al Módulo de Producción Hidropónica instalado por el INTA Santa Cruz en la Base Marambio. Hasta ahora toda la comida que se consume allí es envasada, y trasladada desde el continente.
En la Base Marambio se realizó la primera cosecha de rúcula gracias al Módulo de Producción Hidropónica instalado por el INTA Santa Cruz en la principal base de la Antártida argentina. Toda la comida que se consume en las bases argentinas debe ser trasladada desde el continente y siempre se trataba de conservas. Por eso este módulo, además de ser un objeto de estudio para el INTA, mejorará la dieta de quienes cumplen tareas allí.
La nueva huerta permitirá acceder a vegetales recién cosechados y el módulo está preparado inicialmente para la producción de hojas verdes y frutillas, y en los próximos días también se cosechará lechuga. Estos cultivos eran los más requeridos por quienes habitan en la base y también en los que más experiencia acumulada tenían los investigadores del INTA Santa Cruz, quienes llevaron adelante la iniciativa.
El módulo funciona en un contenedor marítimo de seis metros de largo y es alimentado por la energía eléctrica de la usina de Base Marambio. Esto le permite contar con luz artificial, calefacción y el bombeo del agua con nutrientes para las plantas. El interior se mantiene a una temperatura constante de 24 grados gracias también al aislamiento tricapa del contenedor, mientras que en el exterior esta semana las temperaturas variaron entre los 2 grados y los 10 bajo cero.
Las plantas son monitoreadas con cámaras y un sistema de telemetría con sensores permite evaluar su crecimiento. Además, se controla la temperatura, la humedad relativa del ambiente, el ph del sustrato y la conductividad eléctrica agua para medir la presencia de nutrientes. El objetivo en este momento es probar qué especies de plantas tienen el mejor desempeño y su inteacción con sustratos y la necesidad de nutrientes.
Desde la Antártida, el investigador del INTA Jorge Birgi dice: “La idea del modelo de producción hidopónica nació en el año 2015 pero fue en 2017 cuando nos reunimos con el doctor Martín Díaz y el suboficial Araujo Prado, en la sede del INTA Santa Cruz, y empezamos las tareas para designar un lugar y realizar los estudios técnicos de viabilidad”. El sistema de producción tiene una capacidad total de 220 plantas adultas, que tienen un ciclo de vida de 35 a 40 días, y cada 12 días se pueden sacar 11 bandejas de germinados de 54 por 24 centímetros.
“El sistema se basa en la artificialidad porque no se pueden usar los recursos naturales de acá como la luz, la temperatura o el suelo. Al no usar el suelo como medio de anclaje y nutrición se usa una solución nutritiva que se aplica a las plantas por medio de un sistema de bombeo, y que tiene todos los nutrientes necesarios para que la planta prospere y crezca expresando su potencial. Son nutrientes de síntesis química que, si bien son los mismos componentes que la planta absorbería del suelo, es necesario llevarlos desde el continente hasta la Base Marambio a través de los vuelos logísticos”, explicó Birgi.
Las personas que pasan la campaña de invierno en la base se quedan durante todo un año, y la mayoría de su dieta se basa en alimentos en conserva, sumado a que las temperaturas de la Antártida hacen que sea muy fácil mantener alimentos congelados por mucho tiempo. El proyecto también incluye la capacitación del personal en el cuidado de las hortalizas y su cosecha.
“Es algo innovador y muchas de las personas que están acá y ya estuvieron en campañas anteriores en alguna base conjunta entienden la importancia de lo que es producir vegetales frescos a través de medios locales. Están entusiasmados y muy ansiosos de ver cuáles son los productos que pueden salir de este sistema de producción. Por ahora se ha realizado solo una cosecha de rúcula pero en breve vamos a estar cosechando plantas adultas de lechuga y perejil”, contó Birgi.