La crisis cambiaria que golpeó a Argentina el pasado mayo hizo añicos todas las previsiones económicas para este 2018. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba en abril que el país crecería un 2%.
Sólo tres meses después, la proyección de crecimiento se ha derrumbado hasta el 0,4%, según el último informe del organismo, difundido tras haber salido al rescate de Argentina con un préstamo de 50.000 dólares.
La peor sequía de las últimas décadas, la brusca devaluación del peso frente al dólar, y las tasas desorbitantes del Banco Central para intentar aplacar una inflación que no cede han enfriado la economía del país austral. Si no fuera por el importante crecimiento del primer trimestre, que fue del 3,6%, Argentina cerraría este año en recesión.
«Después de un robusto inicio de año, el crecimiento en Argentina está previsto que sea negativo en el segundo y tercer trimestre de 2018. Mientras una sequía redujo la producción agrícola, la presión sobre la moneda en mayo y junio ha tenido consecuencias sobre la inversión y la confianza de los inversores y ha generado la necesidad de políticas monetarias y fiscales más estrictas», señaló el FMI en su último informe Perspectivas para las Américas.
«El crecimiento en 2018 está previsto que se ralentice hasta el 0,4%, con una recuperación gradual en 2019 y 2020», agrega el organismo. Después de Venezuela, el crecimiento de Argentina será el más bajo de Sudamérica.