Entre el 27 y el 30 de julio de este año, 5 aeronaves provenientes de Chile, presuntamente con destino a Malvinas violaron el espacio aéreo argentino. Tal incursión muestra la indefensión argentina producto de la desinversión crónica en la Defensa Nacional.
Desde hace cuatro décadas hemos llevado a cabo una “exitosa” política no escrita: el desarme unilateral. Las reducciones sistemáticas en los presupuestos del aérea han resultado en una falta de adquisiciones de sistemas de armas para nuestras Fuerzas Armadas. Gradualmente el país ha perdido la capacidad básica de controlar sus espacios soberanos, en el aeroespacio, la tierra y el mar. Mientras que los países vecinos han continuado su proceso de inversión en Defensa incorporando nuevas capacidades. Chile en particular ha sumado a su Fuerza Aérea los aviones Boeing E-3D Sentry de alerta temprana, hace días y casualmente con el apoyo del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Los ingresos aéreos fueron detectados por la reciente instalación del radar RPA-170M comprado al INVAP, lo que torna evidente que han existido otros vuelos violatorios del espacio aéreo nacional antes de contar con este equipamiento.
Todos los que seguimos de cerca estas cuestiones sabemos, casi se trata de una «vox populi«, que los ahora denunciados y corroborados vuelos violatorios de nuestro espacio aéreo no son los primeros, ni los únicos.
En segundo punto, una vez detectadas las aeronaves, no contamos con los medios para poder responder a esta potencial amenaza. La Fuerza Aérea tiene solo dos bases en la Patagonia, una en Río Gallegos y la IX Brigada Aérea en Comodoro Rivadavia Ambas carecen de aviones artillados. Argentina no posee aviones de intercepción supersónicos, ni ninguno de características ofensivas en la Patagonia.
Este hecho nos muestra que el país debe contar con una presencia efectiva de las Fuerzas Armadas en la Patagonia. A su vez debe poseer los medios para la vigilancia y control del aeroespacio, mar y tierra. Argentina está incumpliendo sus obligaciones más básicas como nación independiente, esto es, poder controlar su propio territorio.
Es necesario poder avanzar con la radarización del país, puesto que, con cada radar nuevo, podemos ver todo lo que no hemos estado controlando y las violaciones al espacio aéreo que ocurren en consecuencia. El recientemente instalado radar es un buen paso, pero insuficiente. Hacen falta más unidades para poder completar la radarización del país. Los radares son los que nos permiten diagnosticar el problema. La solución debe ir por el camino de la recomposición de los medios con los que cuentan las Fuerzas Armadas para poder garantizar la Defensa Nacional.
Ahora, de ninguna manera, este grave estado de situación puede servir de excusa para generar decisiones apresuradas para la compra de equipamiento, sobre la base de situaciones reales, pero que se dan desde hace mucho tiempo.
Sabemos del apuro de algunos para definirse por algunas ofertas sobre aviones supersónicos, con invitaciones para observar el funcionamiento tanto de aviones como de submarinos ofertados por China, o la aparición de una oferta de aviones cazas que casualmente no tiene restricciones absolutamente injustificadas por parte de Reino Unido, a punto de desactivarse de su vida activa en un país europeo.
Cualquier decisión estratégica que se adopte debe ser el producto de una política de estado necesariamente consensuada. Eso hoy está ausente en el país.
Carlos Alberto Fernández
El Dr. C. A. Fernández es médico y diputado nacional por el Frente de la Concordia, de Misiones. Integra la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.