El aumento en el precio del petróleo en todo el mundo que provocará la decisión de la OPEP de reducir el bombeo en dos millones de barriles diarios a partir de diciembre representa un golpe muy duro para el presidente Biden, a un mes casi exacto de las cruciales elecciones legislativas en noviembre.
WASHINGTON.- Bajo una ola de críticas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajó a Arabia Saudita en julio de este año, forzado a encontrar soluciones para bajar el precio de la nafta, chocó puños y se sentó en una mesa frente al príncipe Mohamed ben Salman –acusado por la inteligencia estadounidense de haber mandado a matar al columnista de The Washington Post Jamal Khashoggi– y a quien Biden había prometido convertir en un “paria”.
Poco tiempo después, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), dominada por Arabia Saudita y Rusia, decidió aumentar levemente su producción diaria de petróleo. Pero este miércoles, en un fuerte giro, la OPEP anunció ahora un marcado recorte en su producción diaria de crudo, mucho más amplio del que esperaba el mercado, una movida que fue fuertemente criticada por la Casa Blanca, que denunció un nuevo alineamiento entre Riad y Moscú.
“Está claro que con la decisión de hoy la OPEP+ se alinea con Rusia. Y lo dejaré ahí”, dijo la vocera presidencial, Karine Jean-Pierre, a los periodistas a bordo del avión presidencial Air Force One.
Antes de su declaración, la Casa Blanca había difundido un comunicado del asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y el director del Consejo Económico, Brian Deese.
“El presidente está decepcionado por la decisión miope de la OPEP+ de recortar las cuotas de producción mientras la economía global lidia con el continuo impacto negativo de la invasión de Ucrania por parte de Putin. En un momento en que mantener un suministro global de energía es de suma importancia, esta decisión tendrá el impacto más negativo en los países de bajos y medianos ingresos que ya se están recuperando de los elevados precios de la energía”, dijo la Casa Blanca.
El gobierno de Biden lanzó una ofensiva para bajar los precios de los combustibles en Estados Unidos, una variable a la cual los norteamericanos reaccionan con enorme sensibilidad. Desde la invasión de Rusia a Ucrania el precio se disparó y le asestó un golpe a la popularidad del presidente. Además de tender un ramo de olivo a los saudíes para conseguir más petróleo, Biden liberó una parte de las reservas estratégicas de crudo del gobierno federal y presionó a las petroleras para que aumentaran su producción y bajaran los precios.
La ofensiva dio resultados: desde el comienzo del verano boreal, los precios promedio del combustible en Estados Unidos han bajado más de un dólar, y el precio más común en las estaciones de servicio para el galón de combustible –alrededor de cuatro litros– es de US$3,29, indicó la Casa Blanca.
Pero la movida de la OPEP+ amenaza con echar por tierra esos avances, justo cuando Estados Unidos se mete de lleno en la campaña para las elecciones legislativas que se realizarán a principios de noviembre, en las que se juega el control del Congreso.
A la par de la caída de los precios de los combustibles, Biden había logrado un repunte de su popularidad, una medida que es decisiva para la suerte de los demócratas en los comicios. Los republicanos confían en poder capturar, cuando menos, el control de la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen una pequeña mayoría.
Tras la decisión de los países productores de petróleo, Biden mantendrá el rumbo. El Departamento de Energía entregará otros 10 millones de barriles de la Reserva Estratégica de Petróleo al mercado el próximo mes, continuando con las entregas ordenadas por Biden en marzo de este año, indicó la administración demócrata. Y la Casa Blanca hizo “un llamado a las compañías de energía de EE. UU. para que sigan bajando los precios de las gasolineras cerrando la brecha históricamente grande entre los precios de la gasolina al por mayor y al por menor, de modo que los consumidores estadounidenses paguen menos en las gasolineras”, indicó el comunicado.
Biden también consultará con el Congreso sobre “herramientas y autoridades adicionales para reducir el control de la OPEP sobre los precios de la energía”, agregó el mensaje oficial, que pone el acento, además, en la importancia de “acelerar la transición hacia la energía limpia y, al mismo tiempo, aumentar la seguridad energética, aumentando nuestra dependencia de las tecnologías energéticas y de energía limpia fabricadas y producidas en los Estados Unidos”.