La Armada Argentina y la compañía INVAP acordaron la construcción de un radar naval de vigilancia aérea y de superficie, basado en tecnología de barrido electrónico activo (AESA), para incrementar y mejorar la capacidad operativa de las unidades de superficie de la clase MEKO que actualmente conforman la flota de la Armada Argentina.
El desarrollo del radar de pre-serie demandará una inversión de U$D 14.345.000 de dólares según la Contratación Directa Interadministrativa N° 38-0176-CDI22.
Del acuerdo rubricado entre el Gerente General de INVAP y el Jefe de Estado Mayor de la Armada se desprende que “…resulta indispensable que reemplazar y/o actualizar los radares Signaal DA05 con IFF instalados en las corbetas MEKO 140 y Signaal DA08 con IFF instalados en los destructores MEKO 360, por haber acumulado una gran cantidad de años en servicio y horas de operaciones sin actualizaciones. Esto ha ocasionado una marcada degradación en sus características operativas y una alta tasa de fallas, además de presentarse dificultad para la obtención de repuestos y componentes necesarios para su reparación y mantenimiento…”, por lo que el desarrollo de un radar naval AESA por parte de la empresa rionegrina resulta de vital importancia para recuperar y actualizar las capacidades de las principales unidades de superficie de la Armada.
Vale recordar que pese a que los destructores MEKO 360 y corbetas MEKO 140 han recibido algunos trabajos en los últimos años, usualmente los mismos se han limitado a tareas de mantenimiento generales y no al reemplazo y/o incorporación de sistemas que permitan actualizar e incrementar las capacidades de detección y ataque de los buques.
El desarrollo por parte de INVAP de un radar naval AESA para vigilancia aérea y de superficie permitirá a las corbetas y destructores MEKO la detección y seguimiento con precisión de blancos múltiples, con un extenso rango de detección y bajo todo tipo de condiciones climáticas. La incorporación de este tipo de tecnología a los buques de la Armada Argentina incrementará y mejorará considerablemente su capacidad operativa. Aún queda por definir cual será el primer buque en recibir el nuevo radar.
En cuanto a los alcances del contrato
INVAP entregará a la Armada los siguientes componentes:
- Un sensor radar compuesto por: una unidad exterior (antena de radar); una unidad interior (unidad de procesamiento e interfaces); cableado del sistema para su instalación (20 metros) y un lote de repuestos.
- Una consola de operación compuesta por: licencia software para la visualización de la información y control del sensor y hardware de consola de operación para el operador radar.
- Los componentes necesarios para la integración del sistema radar en el buque y su instalación, cuya fase de ensayos se realizará bajo la modalidad “llave en mano”.
- Integración del nuevo radar con una consola desarrollada por la Armada: la interfaz evía información desde los blancos del radar a la consola, y comandos desde la consola al radar.
- Logística, manuales de operación y mantenimiento, cursos de capacitación y garantías de soporte con respuestos y asistencia técnica.
- Un sistema de Identificación Amigo-Enemigo (IFF) integrado al radar. Estará compuesto por: antenas IFF; interrogador, respondedor e interfaces
- Consolas como la del radar RMF200 y otra a desarrollar por la Armada, con su cableado, manuales, soportes y garantía.
Etapas del proyecto
La Cláusula Tercera establece que el proyecto tendrá una etapa única denominada ETAPA I, la cual conllevará el cumplimiento de diversos hitos a partir del inicio del proyecto T0 (se establece en el día hábil posterior al que se efectiviza el cobro del anticipo).
- HITO 1 – T0 + 6 meses: Revisión crítica del diseño
- HITO 2 – T0 + 12 meses: Efectuar demostración con el prototipo MET 1 (propiedad de la empresa).
- HITO 3 – T0 + 18 meses: Efectuar la demostración con el prototipo MET 2 (propiedad de la empresa).
- HITO 4 – T0 + 24 meses: Efectuar la demostración con el prototipo MET 3 y consola (propiedad de la empresa), con ensayos de navegación a bordo de uno de los buques MEKO de la Armada Argentina.
- HITO 5 – T0 + 34 meses: Montaje e integración para su instalación definitiva e integración con los demás sistemas.
- HITO 6 – T0 + 40 meses: Recepción de la instalación definitiva en el buque designado. Este hito incluye las pruebas de aceptación en puerto y navegación del modelo pre-serie.
Durante el tiempo que dure el proyecto, INVAP trabajará con la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Armada.
Comentario de AgendAR
Los radares AESA difieren bastante de la icónica pantalla cóncava giratoria. Suelen ser placas planas, generalmente inmóviles respecto de la estructura portante. Como muchos radares desde la 2da Guerra, están formados por una grilla de múltiples unidades radiantes, que emiten y reciben. Llamémoslas «celdas», por ponerles un nombre. En un AESA grande, pueden ser miles.
El desfasaje temporal de emisión de onda entre esas celdas genera interferencias. Éstas logran un haz de barridos rapidísimos más o menos hasta unos 60 grados respecto de la línea perpendicular de la pantalla. Con ello, el cono de espacio iluminado delante del AESA mide 120 grados de ancho. De ahí sale el nombre: Active Electronically Scanned Array, AESA, conjunto activo de escaneo electrónico.
Si el AESA está montado en la nariz de un caza, es probable que tenga un barrido mecánico adicional, para poder leer el espacio aéreo hacia adelante no en un cono de 120 grados, sino en toda la hemiesfera frontal. Éste no es el primer AESA de INVAP, además: está el que se transporta en un «pod» ventral en el Pucará Fénix, que es de barrido lateral y transforma a este avión diseñado para contrainsurgencia en un AWACS de bajo presupuesto, y sobre todo, en una posible patrulla aérea marina.
Las celdas múltiples tienen ventajas: amplifican las señales verdaderas de retorno y mitigan el ruido, porque éste genera retornos menos direccionales y fáciles de eliminar de la consola. Los haces de un AESA también carecen (bueno, casi carecen) de esas emisiones parasitarias que son los haces laterales. Estos estorban la ubicación azimutal del blanco en todo radar parabólico.
Por el contrario, los AESA son altamente direccionales: muestran lo que está iluminando el haz principal, casi nada más, lo que es otro método más de eliminación de ruido y de determinación muy precisa del paradero del blanco iluminado. Pero además los haces emitidos por la pantalla de un AESA pueden ser decenas, y moverse independientemente unos de otros, siguiendo múltiples blancos a la vez, y con una rapidez de nanosegundos, que excede la de todo apuntamiento mecánico.
Y todavía hay más ventajas: estos haces pueden ser de distintas frecuencias y distintas potencias, e incluso cada haz por su cuenta puede realizar saltos aleatorios de frecuencia. Con esto, un misil anti-radar enemigo probablemente tendrá que sudar la gota gorda para determinar si está «recibiendo» la iluminación de un radar puntual ubicado en tal o cual lugar, o si lo que percibe son ecos de decenas de otras fuentes tecnológicas de microondas dispersas en el campo de batalla.
En suma, la pantalla del AESA deja de ser un objeto brillante y fácilmente detectable para una batería misilística enemiga, y se puede camuflar bastante dentro del entorno electromagnético caótico y múltiple de un campo de batalla, pasar como simple ruido de fondo. Detalle interesante, estas emisiones además pueden ser de baja potencia y entonces ser muy difíciles de pescar. Es más, se puede silenciar totalmente la pantalla y dejarla detectando en forma pasiva las demás fuentes activas de radiofrecuencia del campo de batalla. En esta modalidad espía, un AESA es casi enteramente indetectable.
Eso depende bastante del uso de un material muy caro para las celdas: arseniuro de galio, enormemente sensible a ecos de baja intensidad. Un radar AESA tratando de pasar desapercibido no grita: cuchichea. Sólo que, si se quiere usar una emisión de alta potencia en la misma frecuencia que un radar enemigo, para interferirlo y «dejarlo sordo», puede agrupar toda su energía radiante en un haz único y hacerle percha los oídos a distancia al enemigo, en el sentido electromagnético, no sonoro. En suma, que si quiere, el AESA también grita. Pero en revancha, por su patrón tan randomizado e impredecible de emisiones, es bastante difícil interferirlo.
Un AESA, además, es durable. La desconexión o quemado de algunas de sus mil o más celdas en general será gradual, con lo que el deterioro de la detección es paulatino, y el reemplazo de módulos averiados por nuevos es mucho más rápido y barato que el de toda una antena parabólica con su emisor.
Con el fin de abaratar aún más el sistema, INVAP renunció a la idea clásica de poner una placa AESA fija en cada plano de la torre de alguna estructura alta de las MEKO-140, como ser la timonera. Y es que la 140 se presta poco para esto porque es una corbeta bastante petisa, y además de no haber lugar adonde poner cuatro pantallas, por número costarían más que una.
Por ende, INVAP hace este AESA de barrido electrónico exclusivamente vertical, y en lugar de montarlo fijo sobre un puente lo pone sobre un mástil rotativo en los 360 grados del azimut. De modo que el resultado es AESA puro en el barrido vertical, pero mecánico en el horizontal.
Como las amenazas para las corbetas suelen cosas rápidas como misiles y aviones, la pantalla plana de este AESA argento gira rápido, a 360 grados/segundo, de modo que da una información actualizada en tiempo casi real sobre amenazas en todo el horizonte. ¿Se puede tener información aún más actualizada? Sí, acelerando momentáneamente el giro sobre eje vertical. Pero con cuidado: es una pieza pesada, ya que las celdas son de sustancias cerámicas y tienen mucha circuitería y cableado detrás.
Lo ideal siempre será una fragata con algún puente alto y cuatro placas AESA fijas en la obra muerta del buque, una mirando a proa, otra a popa, y dos más a babor y a estribor. Es lo típico en los destructores AEGIS de la Marina de los EEUU. Pero bueno, el que quiere celeste, que le cueste.
¿Este AESA de INVAP sustituye al típico combo de dos radares convencionales con antena parabólica, uno de alerta temprana y otro de apuntamiento de misiles? Sí, cuando en el momento de lanzar un misil hasta su blanco, uno inmoviliza brevemente la pantalla giratoria. Si el misil es de los que combinan guiado terminal con un radar propio, sigue girando.
De todos modos, este plan de 5 años hasta ubicar un radar de INVAP en una MEKO-140 tiene otros desafíos, y dadas las capacidades de la firma, son más políticos que tecnológicos.
El primero es atravesar airoso un posible cambio de gobierno nacional en diciembre 2023, y luego otro más en 2027. Si gana Juntos por el Cambio, sus antecedentes son estos: entre 2016 y 2019 esa alianza suspendió todos los proyectos de radarización de INVAP, y no sólo de los radares militares de aviación, ejército y marina sino incluso meteorológicos. Hasta clavó años enteros a la empresa barilochense sin pagarle por sistemas entregados.
Puede sonar muy antinacional pero no es nada frente a lo hecho antes por el presidente Carlos Menem: intentó vender las MEKO-140, todas ellas. Total, según los neoconservadores, a nosotros nos defiende la OTAN. ¿O no? Sí, como nos defendió en Malvinas.
La Armada, por su parte, nunca fue propensa al «Compre Nacional» en materia de tecnología. Eso, pese a que su nave más poderosa y compleja, el rompehielos Irízar, fue reconstruida íntegramente en los astilleros CINAR luego de un incendio que dejó intacto únicamente el casco, y ese barco volvió al mar repotenciado, como el rompehielos de mayores capacidades de romper hielo en toda la Antártida, y con un radar de tránsito aéreo de INVAP. Mucho menos complejo que un AESA, sin duda, pero anda joya desde 2007 y no necesita repuestos o mantenimientos importados, como el Plessey inglés de detección temprana. Algunas cabezas no cambian.
El otro problema que tendrá este AESA es que, aún desplegado en las 6 MEKO-140 de la Armada, no cambiaría demasiado la situación de incapacidad ofensiva de estas corbetas: tienen armas de tubo de la década del ’70, un cañón Breda de 76 mm., 4 Bofors de 40 mm. antiaéreos y 2 tubos de torpedos antisubmarinos, amén de varias ametralladoras calibre 50. Parece mucho para barquitos de 1400 toneladas, pero no se deje impresionar.
Las armas principales de las MEKO-140 fueron los misiles Exocet MM38, maravillosamente eficaces durante la Guerra de Malvinas (el crucero británico HMS Glamorgan pudo dar fe de ello el 12 de junio de 1982). Pero aún si siguieran funcionales, algo casi imposible, hoy esos viejísimos Exocet no tienen ni el alcance ni la electrónica que requiere un enfrentamiento naval moderno.
Con armas de tubo, salvo que gasten municiones carísimas con espoletas programables durante el disparo para estallar de contacto, de proximidad o de enfilada, hoy, en una guerra entre estados nacionales, se está tan bien armado como con lanza y boleadoras.
El Ministerio de Defensa tendrá que pensar en sistemas de desarrollo propio, o conjunto con Brasil o con otros países «outsiders» del BRICS y libres de todo componente OTAN, factible de boicot británico. En el largo desarme unilateral de la Argentina desde 1982 a esta parte, la Armada ha perdido buena parte de su capacidad funcional y razón de ser.
Eso cambia algunas cabezas. El año pasado le encargó un helidrón RUAS-160 a INVAP que puede servir perfectamente de helicóptero ligero de detección y ataque para las MEKO-140, algunas de las cuales carecen no sólo de helicóptero sino incluso de hangar. Y ahora la Armada encargó también a los Astilleros Río Santiago un dique seco para reparación de otras naves capitales y auxiliares de la Flota de Mar.
Lo importado tiene su glamour, pero lo nacional se paga en pesos y si no lo frenan, se entrega en tiempo y forma y el «service» es local.
Como dice el Martín Fierro, «hasta la hacienda baguala/cae al jagüel con la seca».
Daniel E. Arias