Francia: décima huelga consecutiva golpea a Macron
Desde el 19 de enero, fecha de la primera manifestación, lograron movilizar a cientos de miles de personas (3,5 millones el 7 y el 23 de marzo, según el sindicato CGT) en grandes protestas pacíficas, pero sin éxito.
La respuesta de los sindicatos
Laurent Berger, líder del sindicato moderado CFDT, dijo que aceptaría negociar pero sólo si «se dejaba de lado» la reforma, especialmente el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años. El martes, instó a la creación de un «proceso de mediación» para «encontrar una vía de salida» a la crisis social.
Las centrales sindicales piden la retirada de esta reforma que retrasa la edad de jubilación para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.
Para este martes, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció un «dispositivo de seguridad inédito» de 13.000 agentes en Francia y advirtió de la presencia en París de «más de 1.000 radicales, algunos desde el extranjero».
Las autoridades esperan «de 650.000 a 900.000″ manifestantes» y alertan que la presencia de los jóvenes en las marchas «se dupliquen o tripliquen», según fuentes policiales.
Aumenta la tensión en las calles
Las protestas adquieren desde hace semanas múltiples formas: miles de toneladas de basura acumuladas en las calles de París, bloqueos de depósitos y refinerías que dejaron a un 15% de gasolineras sin combustible, entre otros.
A la espera del dictamen del Consejo Constitucional sobre su validez, el gobierno busca pasar página rápidamente con otras prioridades como la salud, la educación y buscar cómo garantizarse una mayoría estable en el Parlamento.
Los sindicatos ya habían advertido a mediados de marzo a Macron de la situación explosiva que se generaría si no escuchaba el malestar con la reforma, que rechazan más de dos de cada tres franceses, según los sondeos.
Su adopción definitiva el 20 de marzo implicó un aumento en intensidad de las protestas, cuya represión por parte de la policía hizo saltar las alarmas de las oenegés de derechos humanos, abogados, magistrados y hasta el Consejo de Europa.