El candidato a gobernador de Juntos por el Cambio Neuquén, Pablo Cervi, aseguró que la reconversión de la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada), para que pueda producir fertilizantes, es una de las formas de avanzar en la industrialización de la producción de la Provincia generando “trabajo de calidad para los neuquinos”.
Tras recorrer la planta acompañado de los trabajadores, dijo que “generar valor agregado en Neuquén es una de las bases de nuestro plan de gobierno, y si reconvertimos la PIAP, será una alternativa para generar valor acá, con trabajo para nuestra gente”.
“Desde el Congreso venimos acompañando las campañas para que se reactive la planta. Pero la provincia necesita diversificar su economía y agregar valor a la producción, y esta planta es clave en nuestro proyecto”.
El candidato de Juntos por el Cambio Neuquén enfatizó que su plan era avanzar en la diversificación de la matriz productiva neuquina, y señaló que “el campo es uno de los grandes motores que tiene nuestra economía, y en la PIAP podemos tranquilamente producir hidrógeno y fertilizantes a partir del gas que tenemos en nuestro territorio”.
Tras recorrer una vez la PIAP, Cervi contó que los trabajadores detallaron el abandono que sienten por parte de la provincia y que “Arroyito está alejado de todo y abandonado por Neuquén».
Comentario de AgendAR:
El precio internacional de la tonelada de urea granulada anda entre U$ 440 y 500, está altísimo. Pero el de la tonelada de agua pesada, el producto para el que se construyó la PIAP, está a entre U$ 600.000 y 700.000.
Para producir agua pesada no hace falta invertir U$ 1000 millones en reconvertir una de las dos líneas de producción de la PIAP para fabricar urea granulada. Sólo recontratar a los alrededor de 400 profesionales y técnicos que echó Juntos por el Cambio entre 2017 y 2019.
No va a ser fácil hacerlos volver. ¿Qué estabilidad se les puede ofrecer, si vuelven a gobernar personas que no entienden la diferencia entre U$ 500 y U$ 700.000 la tonelada de producto?
Algunos en JxC sí entienden la diferencia. Pero también saben que el Departamento de Estado de los EEUU se ha opuesto históricamente a que la Argentina fabrique agua pesada, «porque es proliferante». No debe serlo tanto, porque usamos este producto desde 1974 y no tenemos armas nucleares ni intención de desarrollar ninguna, mientras que EEUU tiene unas 5000. Los que logran sumar dos más dos en JxC prefieren hacer «obediencia debida», tener la PIAP cerrada, y la boca también. El verso de la fabricación de urea… es un verso. Pero permite hablar del asunto y fingir un plan.
Más de uno se lo toma en serio. Como este insumo tan caro tiene muchas aplicaciones tecnológicas, hay una demanda insatisfecha mundial creciente, y la aparente novedad de que la PIAP reabriría hace que lleguen pedidos de cotización. ¿Cómo explicarle que el único plan es que siga cerrada?
Pero si algún demente endeudara al país en U$ 1000 millones para reconvertir una de las dos líneas para fabricar un producto, ¿cómo explicarle al argentino de a pie que eso se hizo para fabricar y vender un producto 1400 veces más barato?
La PIAP, que en un año pico de trabajo llegó a 180 toneladas de producto, es la mayor planta de producción agua pesada en el mundo, y tanto así que su salida de servicio aumentó el precio internacional. Desde que la cerró el macrismo, y sólo para reponer las pérdidas de sus tres centrales nucleares en funcionamiento, la Argentina está importando unas 30 toneladas/año.
Estos CEOs sí que saben de negocios.
Daniel E. Arias