El Gobierno nacional negoció renovar y ampliar el swap con China por 19 mil millones de dólares, lo que le permite acceso a divisas – pagando una tasa correspondiente – para financiar importaciones.
En criollo, el swap funciona como deuda, que China le concede a la Argentina para financiar compras que el país le hace al gigante chino.
Según datos oficiales, el déficit comercial con ese país está en su pico máximo. En 2022, fue de 9500 millones de dólares. Este año sería de un monto similar.
Así las cosas, China se consolida como uno de los principales socios comerciales de Argentina, solo superado por el bloque Mercosur. En 2022, Argentina le vendió productos y servicios a China por 8 mil millones dólares – máximo histórico – y compró por 17 mil millones. Representa casi el 20% del comercio total argentino y no para de crecer desde mediados de los años 90 (en 1995, China le vendía a Argentina productos por 500 millones de dólares).
Según el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), los dos principales productos que China le vendió a la Argentina (en 2021) fueron ordenadores y equipos de transmisión. En el caso argentino, sus principales rubros fueron soja y carne vacuna.
La relación con China no se reduce al comercio internacional ni a mecanismos tipo swap. El gigante asiático mantiene inversiones directas en varias áreas y abrió líneas de financiamiento para obras de infraestructuras claves en el país, como las represas hidroeléctricas ubicadas en la Patagonia o una nueva central nuclear. En general, en ese tipo de inversiones participan empresas constructoras chinas, que articulan con socios y proveedores locales (la empresa nacional Electroingeniería, en el caso de las represas). Esos proyectos estaban aprobados en 2015 pero luego fueron frenados por el gobierno de Mauricio Macri y la situación no se termina de revertir con la gestión de Alberto Fernández.