El 22 de agosto, dentro de dos meses y medio, se dará a conocer el acontecimiento más importante en las finanzas internacionales desde 1971.
Se trata del lanzamiento de una nueva e importante moneda que podría debilitar el papel del dólar en los pagos mundiales y, en última instancia, desplazar al dólar estadounidense como principal moneda de pago y de reserva.
El proceso por el que esto sucederá no tiene precedentes, y el mundo no está preparado para esta onda expansiva geopolítica.
Esta conmoción monetaria será provocada por un grupo llamado BRICS.
Las siglas BRICS significan Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Esta pugna de los BRICS por el estatus de moneda de reserva mundial afectará al comercio mundial, a la inversión extranjera directa y a las carteras de los inversores de forma dramática e imprevista.
La evolución más importante del sistema BRICS se refiere a la ampliación del número de sus miembros. Esto ha llevado a la adopción informal del nombre BRICS+ para la organización ampliada.
En la actualidad hay ocho países que han solicitado formalmente su adhesión y otros 17 que han expresado su interés en adherirse. Los ocho solicitantes formales son: Arabia Saudí, Argelia, Argentina, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia e Irán.
Los 17 países que han manifestado su interés son: Afganistán, Bangladesh, Bielorrusia, Kazajstán, México, Nicaragua, Nigeria, Pakistán, Senegal, Sudán, Siria, Tailandia, Túnez, Turquía, Uruguay, Venezuela y Zimbabue.
Esta lista no se limita a aumentar el número de asistentes a las futuras reuniones de los BRICS.
Si Arabia Saudí y Rusia son miembros, tenemos a dos de los tres mayores productores de energía del mundo bajo una misma carpa (Estados Unidos es el otro miembro de los Tres Grandes de la energía).
Si Rusia, China, Brasil e India son todos miembros, tenemos cuatro de los siete países más grandes del mundo medidos por extensión terrestre: poseen el 30% de la superficie seca de la Tierra y los recursos naturales relacionados.
Casi el 50% de la producción mundial de trigo y arroz, así como el 15% de las reservas mundiales de oro, se encuentran en los BRICS.
Mientras tanto, China, India, Brasil y Rusia son cuatro de los nueve países más poblados del planeta, con una población conjunta de 3.200 millones de personas, es decir, el 40% de la población de la Tierra.
China, India, Brasil, Rusia y Arabia Saudí tienen un PIB combinado de 29 billones de dólares o el 28% del PIB nominal mundial. Si se utiliza la paridad del poder adquisitivo para medir el PIB, la cuota de los BRICS supera el 54%. Rusia y China poseen dos de los tres mayores arsenales nucleares del mundo (el otro líder es Estados Unidos).
Por donde se mire -población, masa terrestre, producción energética, PIB, producción alimentaria y armas nucleares-, los BRICS no son sólo otra sociedad multilateral de debate. Son una alternativa sustancial y creíble a la hegemonía occidental.
Los BRICS actuando juntos son un polo de un nuevo mundo multipolar o incluso bipolar.
Cuando en agosto se anuncie el lanzamiento de la nueva moneda, ésta no caerá en un campo vacío. Caerá en una sofisticada red de capital y comunicaciones. Esta red aumentará enormemente sus posibilidades de éxito.
Los BRICS también están desarrollando un sistema de telecomunicaciones submarino de fibra óptica que conectaría a sus miembros. Se está desarrollando bajo el nombre de BRICS Cable. Parte de la motivación es frustrar el espionaje de la NSA, Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, sobre el tráfico de mensajes transportados a través de las redes de cable existentes.
¿Qué hay detrás de este intento de deshacerse del dólar? En gran parte, la respuesta es la militarización del dólar por parte de Estados Unidos mediante el uso de sanciones.
En numerosas ocasiones entre 2007 y 2014, advertí a funcionarios estadounidenses del Tesoro, el Pentágono y la comunidad de inteligencia que el uso excesivo o el abuso de las sanciones llevaría a los adversarios a abandonar el dólar para evitar el impacto de las sanciones.
Tal abandono conduciría a la dilución de la potencia de las sanciones, a la imposición de costos imprevistos en desmedro de los propios Estados Unidos y, finalmente, al colapso de la confianza en el propio dólar. Estas advertencias fueron ignoradas en su mayor parte.
Ahora hemos alcanzado la primera y segunda etapas de este pronóstico y nos acercamos peligrosamente a la tercera.
Durante años, Estados Unidos ha utilizado las sanciones para castigar a naciones como Irán. Pero las sanciones que Estados Unidos y sus aliados impusieron a Rusia después de que invadiera Ucrania el año pasado fueron mucho más allá de los regímenes de sanciones anteriores. No tenían precedentes.
Muchos otros países empezaron a pensar que podrían ser los siguientes en sufrir represalias si se atravesaban con Estados Unidos en tales o cuales asuntos. Y ese temor ha acelerado enormemente la presión para salirse por completo del sistema del dólar.
Este deseo no se limita a objetivos actuales como Rusia, sino que es compartido por objetivos potenciales como China, Irán, Turquía, Arabia Saudí, Argentina y muchos otros.
Los BRICS+ representan un esfuerzo realista para desdolarizar los pagos mundiales y, en última instancia, las reservas mundiales.
Durante años, he sostenido que el dólar seguiría siendo la principal divisa de reserva del mundo durante más tiempo del que la mayoría de la gente cree.
Pero a continuación le muestro a Ud. por qué una nueva moneda BRICS+ podría acelerar enormemente la desaparición del dólar como principal moneda de reserva mundial.
La próxima sacudida del sistema monetario mundial
El deseo mundial de alejarse del dólar como medio de cambio para el comercio internacional de bienes y servicios no es nada nuevo. La diferencia hoy es que ha pasado de ser un tema de debate a una novedad y a una realidad inminente en un periodo de tiempo extraordinariamente corto.
Dubai y China han llegado recientemente a un acuerdo por el que Dubai aceptará yuanes chinos como pago por las exportaciones de petróleo de Dubai. A su vez, Dubai puede utilizar los yuanes para comprar semiconductores o productos manufacturados a China.
Arabia Saudí y China han estado discutiendo acuerdos similares de petróleo por yuanes, pero aún no se ha concretado nada definitivo. Estas conversaciones se ven complicadas por el antiguo acuerdo de Arabia Saudí con Estados Unidos sobre el petrodólar.
China y Brasil han alcanzado recientemente un amplio acuerdo monetario bilateral por el que cada país acepta la moneda del otro en sus intercambios comerciales. Mientras tanto, existe una creciente relación estratégica entre China y Rusia, ya que las dos superpotencias se enfrentan conjuntamente a Estados Unidos. En la relación comercial entre ambas naciones, Rusia puede pagar en rublos los productos manufacturados chinos y otras exportaciones, mientras que China paga en yuanes la energía, los metales estratégicos y los sistemas de armamento rusos.
Sin embargo, es posible que todos estos acuerdos pronto sean sustituidos por una nueva moneda BRICS+, que se anunciará en Durban, Sudáfrica, en la Conferencia anual de la Cumbre de Líderes BRICS que se celebrará del 22 al 24 de agosto.
La moneda estará vinculada a una canasta de materias primas para su uso en el comercio entre los miembros. Inicialmente, la canasta del BRICS+ incluiría petróleo, trigo, cobre y otros bienes esenciales comercializados a escala mundial en cantidades específicas.
Con toda probabilidad, la nueva moneda del BRICS+ no estará disponible en forma de billetes de papel para su uso en las transacciones cotidianas. Se trataría de una moneda digital en un registro contable autorizado y mantenido por una nueva institución financiera del BRICS+. Usaría un tráfico de mensajes encriptados para registrar los pagos adeudados por las partes participantes. (No se trata de una criptodivisa porque no está descentralizada, no se mantiene en algoritmos de encriptación robusta tipo «blockchain», y tampoco está abierta a partes no autorizadas).
La información más reciente de los grupos de trabajo de los BRICS es que esta metodología de valoración de cestas está encontrando los mismos problemas con que John Maynard Keynes tropezó en las reuniones de Bretton Woods en 1944.
Keynes sugirió inicialmente un enfoque de canasta de materias primas para una moneda mundial a la que llamó «Bancor». La dificultad estribaba en que las materias primas mundiales incluidas en cualquier cesta no era ni son totalmente fungibles. Como ejemplo, hay más de 70 tipos de petróleo crudo que se distinguen por su viscosidad y contenido de azufre, entre otros atributos, y valen distinto.
Al final, Keynes consideró que una canasta de «commodities» no era necesaria y que una única materia prima -el oro- serviría mejor al propósito de anclar una moneda por razones de conveniencia y uniformidad.
Teniendo en cuenta la inviabilidad de las cestas de materias primas como depósitos uniformes de valor, parece probable que la nueva moneda de los BRICS+ esté anclada a una determinada masa de oro.
Esto juega a favor de los miembros del BRICS, Rusia y China, que son los dos mayores productores de oro del mundo y ocupan el sexto y séptimo lugar, respectivamente, entre las 100 naciones con reservas de oro.
Estos acontecimientos y otros relacionados se anuncian con frecuencia como «el fin del dólar como moneda de reserva». Tales comentarios revelan una falta de comprensión de cómo funcionan realmente los sistemas monetarios y de divisas internacionales.
El error clave en casi todos estos análisis es no distinguir entre las funciones respectivas de una moneda de pago y una moneda de reserva. Las monedas de pago se utilizan en el comercio de bienes y servicios. Las naciones pueden comerciar con la moneda de pago que deseen, no tienen por qué ser dólares.
Las monedas de reserva (así llamadas) son otra cosa. Básicamente, son las cuentas de ahorro de naciones soberanas donde se fondean sus superávits comerciales. Estos saldos no se mantienen en forma de divisas, sino de valores transables.
Cuando los analistas dicen que el dólar es la principal moneda de reserva, lo que en realidad quieren decir es que los países mantienen sus reservas en valores denominados en una moneda concreta. El 60% de las reservas mundiales está en Títulos del Tesoro Estadounidense denominados en dólares. En realidad, las reservas no están en dólares papel, sino en valores.
En consecuencia, no puede existir una moneda de reserva sin un mercado de bonos soberanos amplio y bien desarrollado. Ningún país del mundo se acerca al mercado del Tesoro estadounidense en cuanto a tamaño, variedad de vencimientos, liquidez, liquidación, derivados y otras características necesarias.
Así que el verdadero impedimento para que surja otra divisa como moneda de reserva es la ausencia de un mercado de bonos en el que se inviertan realmente las reservas. Por eso es tan difícil desplazar a los Bonos del Tesoro como activos de reserva, por mucho que se quiera. De nuevo, ningún país del mundo puede acercarse a Estados Unidos en ese aspecto.
Pero aquí es donde la cosa se pone interesante, y se vislumbra por qué el dólar podría perder su condición de principal reserva mucho más rápido de lo que se pensaba.
Esto se debe a que la moneda BRICS+ ofrece la oportunidad de saltar por encima del mercado del Tesoro de los EEUU y crear otro mercado de bonos profundo y líquido, que podría desafiar a los bonos estadounidenses en el escenario mundial, y saliendo casi de la nada.
La clave está en crear un mercado de bonos de la divisa BRICS+ en 20 o más países a la vez, confiando en la avidez de los inversores minoristas de cada país para comprar los bonos.
Los bonos BRICS+ se ofrecerían a través de bancos, oficinas de correos y otros puntos de venta minoristas. Estarían denominados en la moneda del BRICS+, pero los inversores podrían comprarlos en moneda local a tipos de cambio basados en el mercado.
Dado que la nueva moneda estará respaldada por oro (el dólar dejó de estarlo en 1971), ofrecería una reserva de valor atractiva en comparación con instrumentos locales propensos a la inflación o al défault, en países como Brasil o Argentina. Los chinos, en particular, encontrarían atractivas estas inversiones, ya que en gran medida tienen vetados los mercados extranjeros y están excesivamente invertidos en el sector inmobiliario doméstico, así como en acciones nacionales.
Llevará tiempo que un mercado de este tipo resulte atractivo para los inversores institucionales, es decir los grandes, pero el mero volumen de inversión minorista en instrumentos denominados en BRICS+ en India, China, Brasil y Rusia y otros países al mismo tiempo podría absorber los excedentes generados por el comercio mundial en la divisa BRICS+.
En resumen, la forma de crear una moneda de reserva instantánea es crear un mercado de bonos instantáneo utilizando a tus propios ciudadanos como compradores dispuestos.
Estados Unidos hizo algo parecido en 1917. De 1790 a 1917, el mercado de bonos estadounidense era sólo para inversores profesionales. No existía un mercado minorista. Eso cambió durante la Primera Guerra Mundial, cuando Woodrow Wilson autorizó los Bonos de la Libertad para ayudar a financiar la guerra.
Hubo manifestaciones y desfiles de los Bonos de la Libertad en todas las grandes ciudades. Comprar bonos se convirtió en un deber patriótico. El esfuerzo funcionó, y también transformó las finanzas. Fue el comienzo de un mundo en el que los estadounidenses de a pie empezaron a comprar acciones, bonos y valores como inversores minoristas.
Si los BRICS+ utilizan una especie de modelo patriótico de los Bonos de la Libertad, es muy posible que puedan crear activos de reserva internacionales denominados en la moneda de los BRICS+, incluso en ausencia del apoyo de los mercados desarrollados.
Todo este giro de los acontecimientos -introducción de una nueva moneda respaldada por oro, rápida adopción como moneda de pago y uso gradual como moneda de activos de reserva- comenzará el 22 de agosto de 2023, tras años de desarrollo.
Salvo los participantes directos, el mundo ha ignorado en su mayor parte esta perspectiva. El resultado será una convulsión del sistema monetario internacional que se producirá en cuestión de semanas.