El grupo de investigadores del Conicet, la Universidad de San Martín y el laboratorio privado Cassará, que viene trabajando desde hace un par de años para desarrollar una vacuna local efectiva contra el covid-19, dieron esta semana los pasos finales para la aprobación de la Arvac. Presentaron documentación esencial del producto ante la Anmat, el organismo regulador de medicamentos de la Argentina.
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En concreto, el martes entregaron ante el organismo documentación que resume los resultados más recientes de la fase III del ensayo.
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Los investigadores confirmaron que esperamos que en un par de meses pueda ser aprobada y, desde ese momento, se podría utilizar como refuerzo en las futuras campañas preventivas”. Esto es así ya que la vacuna argentina cumple el objetivo de despertar una respuesta inmune adecuada contra las tres variantes virales probadas que están en circulación.
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Estos datos se conocieron tras terminar una reunión de la que participaron los investigadores, los ministros de Salud y de Ciencia de la Nación, el director de la Agencia de Promoción de la Investigación –que fue quien financió buena parte de este desarrollo científico local– y el equipo a cargo del ensayo clínico. En concreto, se anunció que las instancias fundamentales de esta fase ya fueron completadas y por eso se avanza hacia su eventual registro y aprobación.
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Una de las intervenciones centrales de la reunión estuvo a cargo de la coordinadora del desarrollo, la doctora Juliana Cassataro, quien repasó los resultados obtenidos y subrayó: “La vacuna cumple el objetivo en cuanto a respuesta inmune, y eso le estamos presentando a la Anmat”. Acotaron que, si el trámite sigue el camino previsto, en el lapso de dos meses la vacuna Arvac podría ser aprobada para su utilización en varios grupos etarios de riesgo, aunque –por ahora– menores de 60 años, ya que el protocolo específico para este subgrupo de adultos mayores aún está corriendo.
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Durante esta reunión realizada en el Ministerio de Salud se analizó también la posibilidad de presentar la Arvac ante las autoridades técnicas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de manera de que sea evaluada en forma internacional. Eso le permitiría a este producto entrar en un proceso de precalificación y posibilitaría, en el futuro mediato, pensar en un horizonte de ingreso de este producto a los que integran el “fondo rotatorio” de la OPS que se encarga de hacer compras masivas de dosis y repartirlas entre diferentes países que los necesitan.
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Esa sería una de las posibles estrategias para poder exportar la “Arvac” hecha en Argentina a la región.
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Cualquier persona de más de 60 años que desee participar del estudio puede hacerlo, ya que los investigadores del proyecto Arvac continuan buscando candidatos de ese grupo etario para poder terminar con esa parte del desarrollo.
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Enrique Garabetyan