Ocho países sudamericanos han acordado poner en marcha una alianza para proteger la Amazonia, comprometiéndose en una cumbre celebrada en Brasil a impedir que la mayor selva tropical del mundo alcance «un punto de no retorno».
Los líderes de las naciones sudamericanas también desafiaron a los países desarrollados a hacer más para detener la enorme destrucción de la selva tropical más grande del mundo, una tarea que, dijeron, no puede recaer sólo en unos pocos países cuando la crisis ha sido causada por tantos.
La cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), seguida con gran atención, adoptó el martes lo que el país anfitrión, Brasil, calificó de «nueva y ambiciosa agenda compartida» para salvar la selva tropical, un amortiguador crucial contra el cambio climático que, según los expertos, está siendo empujado al borde del colapso.
Los miembros del grupo –Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela– firmaron una declaración conjunta en Belem, en la desembocadura del río Amazonas, en la que se establece una hoja de ruta de casi 10.000 palabras para promover el desarrollo sostenible, acabar con la deforestación y luchar contra el crimen organizado que la alimenta.
Pero los asistentes a la cumbre no llegaron a un acuerdo sobre las principales demandas de los ecologistas y los grupos indígenas, como que todos los países miembros adopten el compromiso de Brasil de acabar con la deforestación ilegal para 2030 y el de Colombia de detener las nuevas prospecciones petrolíferas. En su lugar, se dejará que los países persigan sus propios objetivos de deforestación.
El Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que ha apostado su reputación internacional a la mejora de la situación medioambiental de Brasil, había estado presionando para que la región se uniera en torno a una política común de acabar con la deforestación para 2030.
La cumbre de dos días se inauguró el mismo día en que el observatorio del clima de la Unión Europea confirmó que julio había sido el mes más caluroso jamás registrado en la Tierra. En su discurso inaugural, Lula hizo hincapié en el «grave agravamiento de la crisis climática».
«Los retos de nuestra era y las oportunidades que de ellos se derivan exigen que actuemos al unísono», afirmó.
«Nunca ha sido tan urgente», añadió.
El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, instó a un replanteamiento radical de la economía mundial, pidiendo una estrategia al estilo del «Plan Marshall» en la que se cancele la deuda de los países en desarrollo a cambio de medidas para proteger el clima.
«Si estamos al borde de la extinción y ésta es la década en la que hay que tomar las grandes decisiones… entonces, ¿qué estamos haciendo, aparte de dar discursos?», afirmó.
El fracaso de los ocho países amazónicos a la hora de acordar un pacto vinculante para proteger sus bosques fue acogido con decepción por algunos.
«El planeta se está derritiendo, cada día batimos récords de temperatura. No es posible que, en un escenario como éste, ocho países amazónicos sean incapaces de poner en una declaración -en letras grandes- que la deforestación tiene que ser cero», dijo Marcio Astrini, del grupo de presión ecologista Observatorio del Clima.
Más allá de la deforestación, la «Declaración de Belem», proclamación oficial de la reunión emitida el martes, tampoco fijó un plazo para acabar con la minería ilegal de oro, aunque los líderes acordaron cooperar en este asunto y combatir mejor los delitos medioambientales transfronterizos.
La editora para América Latina de Al Jazeera, Lucia Newman, informando desde la cumbre en Belem, dijo que Lula da Silva había esperado un fuerte compromiso de sus pares en la cumbre para poner fin a la deforestación en el Amazonas.
«Los críticos dicen que el documento final estaba lleno de buenas intenciones pero corto de plazos», dijo Newman.
«No obstante, sí pareció haber un mayor sentido de urgencia entre los ocho líderes de las naciones amazónicas. La deforestación de la mayor selva tropical del mundo ha alcanzado ya el 17% y, según los científicos, el punto de inflexión está casi aquí», dijo Newman.
La inmensa Amazonia, que alberga aproximadamente el 10% de la biodiversidad de la Tierra, 50 millones de personas y cientos de miles de millones de árboles, es un sumidero vital de carbono que reduce el calentamiento global.
Los científicos advierten de que la destrucción de la selva tropical la está acercando peligrosamente a un «punto de inflexión» a partir del cual los árboles morirían y liberarían carbono en lugar de absorberlo, con consecuencias catastróficas para el clima.
Con el fin de presionar a los jefes de Estado reunidos, cientos de ecologistas, activistas y manifestantes indígenas marcharon hasta la sede de la conferencia, instando a una acción audaz.
Se trata de la primera cumbre en 14 años del grupo de ocho naciones, creado en 1995 por los países sudamericanos que comparten la cuenca del Amazonas. La cumbre también se considera un ensayo general para las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el clima de 2025, que se celebrarán en Belem.