Investigadores del CONICET y de universidades públicas argentinas detectaron cambios biológicos y morfológicos en renacuajos expuestos a microplásticos. Hallaron también aditivos que suelen ser incluidos durante su fabricación y son riesgosos para la salud. Es uno de los primeros trabajos en el país y el mundo que analiza el impacto de estas micropartículas en anfibios.
Desde 1950, la fabricación de plásticos aumentó de manera exponencial en el mundo. Dado que se trata de productos económicos, que son livianos, duraderos, maleables y resistentes a la corrosión, eso los vuelve muy funcionales y atractivos para la industria. El problema es que se degradan en millones de partículas muy pequeñas, conocidas como microplásticos, que terminan contaminando suelos y ambientes acuáticos.
“Descubrimos microplásticos en varios ecosistemas de la provincia de Santa Fe, que son consumidos por los anfibios ya que los confunden con un tipo de alga”, afirma el investigador Maximiliano Attademo, del Laboratorio de Ecotoxicologia de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL), y advierte que muchos plásticos llevan consigo aditivos que son incluidos durante su fabricación, como ftalatos y biferoles.
Los aditivos son compuestos oleosos, incoloros e inodoros que suelen agregarse durante la fabricación de los plásticos para mejorar distintas características como su color, dureza y plasticidad, pero que pueden resultar riesgosos para la salud. “Muchos de ellos son cancerígenos y disruptores hormonales”, alerta el investigador, que es uno de los autores de un trabajo que ha sido recientemente publicado en la revista científica Enviromental Advances, que busca evidenciar los efectos que produce la exposición a microplásticos y aditivos sobre distintos parámetros bioquímicos e histológicos de larvas de renacuajos, y sobre cómo la presencia de estas micropartículas en los cuerpos de agua puede afectar a la supervivencia y el desarrollo de poblaciones de anfibios regionales.
En estudios previos, en el FBCB ya habían detectado la presencia de estas micropartículas en algunas lagunas de la provincia de Santa Fe. Ahora, expusieron larvas de un tipo de renacuajo, Rhinella arenarum –que no se considera que se encuentren entre en situación de riesgo o amenaza- a dosis subletales de microplásticos y de un aditivo denominado Tetrabromobisfenol A, que es un retardante de llama que está presente en muchos plásticos, como el de los electrodomésticos. “Es muy parecido al bisfenol A, que es el que se utilizaba en la fabricación de mamaderas plásticas y que fue prohibido hace unos años porque se descubrió que es tóxico: es un disruptor hormonal y es cancerígeno”, ejemplifica Attademo.
Tras un mes de exposición, los científicos evaluaron distintos biomarcadores de las larvas, como la actividad enzimática y el estrés oxidativo. Así, detectaron que los ejemplares expuestos habían sufrido cambios en la inducción e inhibición de enzimas, a nivel biológico, lo que implica que se vio afectado su normal desarrollo y su fisiología. “También detectamos cambios a nivel morfológico: vimos un aumento de melanocitos, que son células hepáticas que están en muchos tejidos, particularmente en el hígado, y encontramos cambios en la pared del intestino, adonde los micro plásticos se pegan y destruyen la mucosa intestinal de los renacuajos”, dice Attademo, y advierte que para realizar este experimento utilizaron dosis “ambientalmente relevantes”, es decir, en cantidades que se pueden encontrar en el ambiente.
“Nos llamó la atención que hubo muchos cambios morfológicos y fisiológicos tras la exposición a esa combinación. Es más, el plástico por sí solo también cambia y produce daños, tanto a nivel fisiológico como a nivel bioquímico”, subraya Attademo, que también es autor de otros dos trabajos previos sobre este fenómeno, pioneros en el mundo en estudiar el impacto que pueden tener los microplásticos en el normal desarrollo de los anfibios, según una revisión internacional publicada en el año 2022.
“Los microplásticos son vectores de otros contaminantes como plaguicidas y metales pesados, por ejemplo, cobre, zinc y plomo”, agrega Attademo y explica que, por eso, hoy se los denomina “caballos de Troya”, porque llevan consigo otras sustancias tóxicas que tienen mucha afinidad por pegarse a los microplásticos. De ahí la relevancia de este tipo de estudios, que demuestran el daño que pueden producir estas micropartículas, no solo en los anfibios sino también en otras especies e incluso los humanos: “No se les puede dar de comer microplásticos a las personas para ver qué pasa, pero sí asociar algunas de las patologías que nosotros estamos viendo en los anfibios que son expuestos a microplásticos, que les destruye el intestino y produce cambios enzimáticos y a nivel hepático”, subraya el investigador.
En un primer trabajo, el equipo de investigación demostró que los microplásticos, como los que se desprenden desde silobolsas y otros insumos agrícolas, potencian los efectos nocivos de herbicidas como el glifosato y el glufosinato de amonio. Luego, publicaron otro en el cual evidenciaron que los microplásticos derivados de poliestileno afectan la actividad enzimática de los anfibios. En este segundo caso, encontraron microplásticos en el intestino de en un tipo de renacuajos denominados Scinax squalirostris, y analizaron cómo esto afectó al metabolismo de estas especies, lo que evidencia el potencial riesgo sobre la salud de vertebrados acuáticos.
“Este tipo de estudios aporta información importante, no solo sobre el mecanismo de acción de los contaminantes, sino también sobre los posibles efectos ecológicos que pueden ocasionar, ya que los anfibios son un recurso alimenticio para otros grupos de vertebrados, como aves y mamíferos”, subraya Attademo. También enviaron muestras a analizar a Brasil, para tratar de identificar qué tipo de plásticos son los que encontraron en los medios acuáticos en los que trabajaron.
Para esta última publicación participaron una decena de investigadores del CONICET y distintas universidades públicas. En detalle, el FBCB de la UNL se suman el Instituto de Materiales de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (IMAM/FCEQyN/UNAM), el Instituto de Ictiología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Nordeste (INICNE/FCV/UNNE) y el Laboratorio de Ecotoxicología del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU, CCT-CONICET).
La problemática de los microplásticos es considerada dentro del segmento de los contaminantes emergentes ya que, si bien hace mucho que se conocen sus riesgos, recién en los últimos años se le está prestando más atención. En Argentina, por ejemplo, a los trabajos sobre microplásticos y anfibios impulsados desde el equipo de ecotoxicología de la Universidad Nacional del Litoral, se suman otros como un reciente estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, que detectó contaminación con microplásticos, sobre todo textiles, en muestras de agua de arroyos e instalaciones de tratamiento de efluentes en dos cuencas bonaerenses.
“Los hallazgos de estos estudios sugieren que la exposición de los anfibios a microplásticos, aditivos y pesticidas, y la combinación de ellos en especial, puede afectar a la supervivencia a mediano y largo plazo de estas especies, lo que podría provocar la muerte ecológica y la extinción local de poblaciones de renacuajos en los humedales pampeanos, adonde pueden concentrarse altos niveles de contaminantes”, dice Attademo. Y concluye: “Estos riesgos se extienden a la fauna en general e incluso a los humanos, que también estamos expuestos a la ingesta de microplásticos”.
Vanina Lombardi