El hielo, la poca visibilidad y sus tan solo 1.208 metros de largo hacen del aeródromo de la base Marambio un lugar hostil para las operaciones aéreas.
La isla Marambio, descubierta en 1843, se encuentra a poca distancia del extremo norte de la península antártica: a aproximadamente 3.297 km de Buenos Aires y 2.864 km del Polo Sur. Por sus características, es considerada como la puerta de acceso a la Antártida y principal punto de apoyo logístico para asegurar la presencia argentina en el Continente Blanco: el transporte aéreo permite realizar evacuaciones sanitarias, búsqueda y rescate, y traslado de personal y carga.
Además, si bien el país avanzó en la construcción de una segunda pista aérea en la Base Petrel, por el momento la única pista operativa que tiene Argentina en ese continente es la de Marambio: allí es donde aterriza, en especial durante la Campaña Antártica de Verano, el sistema de armas Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina.
¿Por qué, hasta ahora, es la única pista que Argentina puede operar en la Antártida?, básicamente porque no todas reúnen las condiciones para hospedar a un aeródromo. Cuando la Fuerza Aérea comenzó con la construcción de Marambio, optó por este lugar porque se trata de una meseta, elevada a casi 200 metros sobre el nivel del mar, y con una superficie de permafrost –que si bien es una capa de suelo congelado, no se encuentra permanentemente cubierto de hielo- que permite a los aviones aterrizar y despegar.
Los 365 días del año: siempre listos para recibir a las aeronaves en la Antártida
Hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas trabajan, en un ambiente absolutamente hostil, los 365 días del año, para mantener operativa la pista y brindar todo el soporte necesario para el servicio de control aéreo, una de las responsabilidades principales de quienes están a cargo del aeródromo de la base Marambio.
La cabo principal Dorina Echeverría, controladora de tránsito aéreo, quien, por entonces, tenía como función dirigir, de forma ordenada, rápida y segura dentro de un espacio aéreo de jurisdicción, brindando a los pilotos autorizaciones e informaciones necesarias con el fin de prevenir colisiones entre otra aeronave o algún obstáculo.
El capitán Fabio Vasek, entonces jefe del aeródromo de Marambio, explicó que el personal de esta dependencia debe también brindar servicios de señalamiento y de control de aproximación. En palabras del oficial de la Fuerza Aérea, el movimiento de superficie en el lugar es intenso debido a que la mayor parte de la actividad se realiza a través de la carga y descarga de materiales, provisiones, combustibles con los vehículos que provee la base: por esa razón el mantenimiento de la pista y el señalamiento son fundamentales para el arribo o despegue de las aeronaves.
Las cambiantes condiciones meteorológicas, otro desafío para operar en la Antártida
Noemí Troche, pronosticadora del Servicio Meteorológico Nacional, detalló que hay diferentes estaciones meteorológicas en las bases antárticas permanentes: Belgrano II, Orcadas, San Martín, Carlini, Esperanza y Marambio. Ello es fundamental si se tiene en cuenta que, en la Antártida, el clima es muy extremo y cambia rápidamente; razón por la que hay que estar atentos a los fenómenos que se puedan desarrollar en un área.
Por ejemplo, en Marambio, un fenómeno típico es el “capuchón”: debido a la geografía de la base (localizada a 200 metros sobre el nivel del mar), se forma una niebla circundante a la isla y se genera una especie de capuchón, el cual reduce la visibilidad y el techo, o sea, la altura de la nubosidad baja a menos de 20 metros, con lo cual las operaciones de aeronaves no pueden llevarse a cabo.
Aterrizar en la Antártida: una misión para pocos
Por eso, el capitán Vasek insiste en la importancia del señalamiento, que no solo lo realizan con un balizamiento móvil de la pista en su totalidad. “Nuestra pista tiene 1.208 metros de prolongación, por un ancho declarado de 40 metros”, contó, al tiempo que agregó que los extremos están señalizados con pallets, de color naranja flúor, que permiten a la nave orientarse durante la aproximación final, con la particularidad de que, en esta pista, no tienen eje.
Como consecuencia, el arribo de una aeronave a la Base es una operación compleja. Muchas veces, las tripulaciones arriban sin poder ver el eje, así que simplemente se guían por los extremos y por los bordes señalizados con el balizamiento móvil.
Una segunda pista en la Antártida: el proyecto Petrel
Tiempo atrás, Argentina inició un ambicioso proyecto: reconstruir y transformar a la Base Petrel (desactivada tras sufrir un incendio en el año 1974) en una de las más modernas del mundo. El objetivo, básicamente, fue posicionarla como una base multimodal, que permita, no solo la llegada de buques, sino también de aeronaves, ya que, por la ubicación y los fenómenos meteorológicos que afectan a Marambio, ésta última no siempre termina siendo de fácil acceso.
Como explicó, tiempo atrás, el Comandante Conjunto Antártico de las Fuerzas Armadas, general Edgar Calandín, la iniciativa constó de varias etapas (muchas ya superadas), como por ejemplo, sacar la basura producto del incendio, la demolición mecánica de la casa quemada, la remodelación y reparación del hangar, y la instalación de un muelle y de un aeródromo con dos pistas transversales.
Patricia Fernández Mainardi