La economía japonesa se contrajo a finales del año pasado, contrariamente a las expectativas de un modesto crecimiento, lo que llevó al país a una recesión.
La inesperada contracción de la economía japonesa en el cuarto trimestre fue el resultado de una desaceleración en el gasto de empresas y consumidores que están lidiando con la inflación en niveles no vistos en cuatro décadas, un yen débil y el aumento de los precios de los alimentos.
El final del año también marcó un acontecimiento que se esperaba: la economía de Japón, ahora ligeramente más pequeña que la de Alemania, cayó un escalón para convertirse en la cuarta economía más grande del mundo.
En términos anualizados, el PBI cayó un 0,4% de octubre a diciembre, después de una disminución revisada del 3,3% en el trimestre anterior. Los economistas esperaban un crecimiento del cuarto trimestre de alrededor del uno por ciento.
Las cifras nublan el panorama para la economía de Japón. Las ganancias corporativas están en niveles récord, el mercado de valores está en alza y las tasas de desempleo son bajas. Sin embargo, el gasto del consumidor y la inversión empresarial, dos impulsores clave de la economía, están rezagados.
Shinichiro Kobayashi, economista de Mitsubishi UFJ Research and Consulting, señaló que la economía está “polarizada” debido a los precios más altos. Cuando las ganancias corporativas aumentan, también lo hacen los precios de los bienes, pero los salarios no han seguido el ritmo y los consumidores son reacios a gastar, explicó.
Una gran pregunta será si los trabajadores japoneses pueden lograr un aumento significativo en los salarios este año.
“La pelota está en el campo del sector empresarial”, opinó Kobayashi.
Dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo significan que la economía está técnicamente en recesión, pero las cifras son preliminares. Una revisión lo suficientemente grande al alza podría anular la etiqueta de recesión.
Los datos económicos débiles también complican la próxima decisión del Banco de Japón sobre si avanzar con la primera subida de tasas de interés del país desde 2007.
El Banco Central de Japón ha mantenido obstinadamente políticas destinadas a mantener bajas las tasas de interés y estimular el gasto, un vestigio de su larga lucha contra la deflación. Muchos economistas especulaban que la entidad podría cambiar finalmente de rumbo tan pronto como abril si la economía parecía estar en una posición más sólida.
Marcel Thieliant, jefe de Asia Pacífico en Capital Economics, escribió en una nota de investigación que “duda” que las decepcionantes cifras del cuarto trimestre impidan al Banco de Japón poner fin a las tasas de interés negativas en abril, aunque el crecimiento económico seguirá siendo “lento” este año.
Un problema persistente para el banco central es la debilidad del yen japonés. La disminución del poder adquisitivo de la moneda implica que el costo de los bienes importados a Japón aumenta, añadiendo presión inflacionaria que sienten los consumidores. Sin embargo, suele beneficiar a muchas de las principales empresas japonesas que venden bienes en el extranjero y traen esas ganancias en moneda extranjera de vuelta al país en yenes.
Al mantenerse firme en los últimos años, incluso cuando el Banco Central Europeo y la Reserva Federal han subido las tasas, las políticas del Banco de Japón han contribuido a la debilidad del yen. Esto ha hecho atractivo para los inversores globales pedir prestado en yenes a tasas de interés muy bajas en Japón e invertir esos fondos en dólares o euros a tasas de interés mucho más altas en Occidente.
Saisuke Sakai, economista senior en Mizuho Research & Technologies, indicó que parece probable que la economía doméstica se contraiga nuevamente en los primeros tres meses de este año debido a las interrupciones provocadas por el importante terremoto de enero que sacudió el oeste de Japón, una región rica en manufactura.
Esto podría afectar aún más la percepción del consumidor.
“Si tenemos tres trimestres consecutivos de crecimiento negativo, la gente podría preguntarse ‘¿Realmente está bien la economía japonesa?’”, reflexionó Sakai.
Con la publicación de sus cifras de PBI al final del año, Japón también cedió su posición como la tercera economía más grande detrás de Estados Unidos y China, una posición que ha mantenido desde que fue superado por China en 2010. Alemania ahora ostenta esa distinción en términos de dólares estadounidenses, la principal moneda utilizada en el comercio y las finanzas globales.
De hecho, la economía alemana también está tambaleándose. Su decisión de dejar de comprar gas y petróleo baratos de Rusia tras la invasión de Ucrania ha elevado bruscamente los costos de energía, incluso cuando el país ha cambiado a proveedores en Medio Oriente, Estados Unidos y otros lugares.
En los próximos años, Japón podría perder su posición como la cuarta economía más grande, ya que su población en disminución luchará por mantenerse al día con el crecimiento de la India, el país más poblado del mundo.
Por Hisako Ueno y Daisuke Wakabayashi