El gerente de medios de Eiling, Mariano Musso, se comunico con AgendAR para asegurarnos que la empresa Gezhouba no se ha ido del país. «Es una versión que publicaron en La Política Online y levantaron otros medios, pero no es cierta. Hay 50 ciudadanos chinos en las obras y 100 en Bs As en las oficinas de la UTE y de Gezhouba. No hemos abandonado el país ni la obra».
Los que sí la están abandonando, por ahora, son más de 1800 trabajadores sumamente argentinos que por un tiempo (para ellos infinito) quedan sin destino en la provincia más despoblada y básica del país. En cuanto a los chinos, probablemente harán lo que ya vienen haciendo desde tiempos de Mauricio Macri: sentarse a esperar ver pasar el entierro del gobierno actual, y eventualmente también el de sus enterradores. No tienen apuro.
Los atrasos de obra los paga la Argentina, los chinos están más convencidos que nosotros de que ésta (la obra) se terminará (alguna vez) y ven las cosas con una perspectiva muy larga. La célebre paciencia china no es un cuento.
Eiling, otrora Electroingeniería, es un grupo cordobés con notable trayectoria en obra pública y privada. Junto con la mendocina Hidrocuyo, es una de las dos patas locales de la UTE (Unión Transitoria de Empresas) con la firma de ingeniería china Gezhouba, que ganó la licitación por el complejo hidroeléctrico de dos represas, la Kirchner y la Cepernic, sobre el río Santa Cruz, en la provincia homónima.
Ni Gezhouba ni la cancillería china han dicho «esta boca es mía», según usos y costumbres. Están acostumbrados a las locuras de la Argentina y a hacer goles en tiempo de descuento. T
Respecto de este tema, en tiempos algo mejores y muy recientes, cuando las obras se volvieron a descongelar y desembarcó en Punta Quilla la la primera turbina para la más chica de las represas, la Cepernic, publicamos una investigación hidrológica, climática e ingenieril del Santa Cruz y sus dos represas. Al final de este artículo, repetiremos lo ya publicado dos veces, visto que el país no tiene la más mínima idea de la capacidad de cambio económico y demográfico que a la corta o a la larga tendrá el sur de Santa Cruz.
En la estimación de AgendAR, es aún mayor que la que tuvo la represa de Futaleufú sobre Puerto Madryn, en Chubut. Historia que vale la pena contar, para entender lo que inevitablemente sucederá en Punta Quilla. Se necesita de algo más que una peluca con motosierra para frenar lo que se viene. O la Argentina electrifica, industrializa y puebla estas soledades, o las pierde.
En último censo, Madryn sorprendió a la Argentina e incluso a Chubut con 132.397 habitantes. Está muy lejos del perfil que tenía a fines de los años ’60, cuando era un pueblo pesquero de 5000 habitantes en rápida evaporación demográfica, con jóvenes que partían buscando empleo en el AMBA y en Córdoba. El único trabajo lucrativo e interesante era para aristócratas: el soporte logístico de buceo de los turistas porteños con plata. Obviamente, esta actividad no movía el amperímetro económico de una ciudad en extinción.
¿Qué transformó a una polvorienta aldea de viejos y niños en la rumbosa Madryn actual, que genera -sin tener una gota de petróleo ni un gramo aparente de minerales valiosos- el 20% del PBI de una provincia petrolera? ¿Qué la distingue de tantos otros puertos patagónicos que sólo mueven productos primarios? Respuesta sintética: una represa hidroeléctrica y una fábrica. Fueron respectivamente Futaleufú y ALUAR.
En 1971, con el general Levingston como presidente de facto y un ministro de economía muy industrialista, Aldo Ferrer, la Fuerza Aérea Argentina, o más bien la parte de ella que insistía en diseñar y fabricar aviones propios, necesitaba asegurar la materia prima aeronáutica del momento: el aluminio. Pero este material es literalmente electricidad congelada. Se fabrica por reducción de la bauxita, básicamente mineral de hidróxido de aluminio, en enormes cubas de electrólisis. Sin embargo, el consumo eléctrico de una planta grande es pavoroso. ¿Cómo obtenerlo?
Ferrer, el mismo tipo que escribió la «Ley de Compre Nacional», contactó a los hermanos Madanes, dueños de FATE, la mayor fabricante argentina de neumáticos. Aquellos Madanes ya empezaban a meterse en la fabricación de calculadoras electrónicas ayudados por la «craneoteca» de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Y en esto tuvieron un éxito despampanante con su marca CIFRA: llegaron a dominar el 70% del mercado argentino, el 30% del sudamericano y empezaba a exportar a Alemania. Eran industriales como ya no se ven en estas pampas.
Y Ferrer armaba juego como Mascherano. Les propuso una fábrica de aluminio para suplir a la Fuerza Aérea, les hizo contacto con ingenieros de la Universidad Nacional de La Plata y les aseguró la electricidad. Para ello convocó a la empresa Agua y Energía SE, una sociedad del estado a la que debemos gran parte de la electricidad patagónica. AyE diseñó y construyó Futaleufú en una curva del río homónimo, empezada en 1971 y terminada en 1978. Tiene 560 MWe instalados, un lago de alta densidad energética (poca superficie, mucho voluman, gran pendiente) bien abastecido de lluvias, incluso en sequías prolongadas. En las condiciones meteorológicas promedio de aquella época producía 2900 GWh anuales.
En 1982 Madryn se había «dado vuelta»: la enorme cantidad de ingenieros y técnicos implantados definitivamente por ALUAR habían trastocado la economía, la demografía y la educación. Madryn devoraba barcos enteros de bauxita sin importar origen (aquel año venían desde Jamaica), y exportaba 140.000 toneladas de lingotes de aluminio a EEUU, Brasil, Japón y Alemania. Mucho más importante: se había llenado de fábricas de llantas especiales y de talleres que fabricaban cerramientos de aluminio para la construcción, echando mano de aproximadamente el 30% del aluminio disponible. También se había llenado de de escuelas y colegios, y finalmente de las carreras de la Universidad Nacional de la Patagonia y del incipiente CENPAT, hoy el mayor instituto del CONICET en la costa atlántica.
Curiosamente, la producción inicial de ALUAR era tan grande que era imposible hacer la aleación llamada «dural», o «duraluminio», el material estructural de las células de los aviones que planificaba la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. Una sola de las centenares de cubas de reducción electrolítica de aluminio puro que formaban la planta excedía totalmente la demanda anual de la Fuerza Aérea. Era imposible apartar una cuba de aluminio líquido para hacer aleación con mayor o menor proporción de cobre, magnesio, cromo, hierro, zinc, titanio y escandio que uno necesita para fabricar las células de los Pucará y los Pampa.
Hoy ALUAR produce el triple de toneladas/año de aluminio puro que en los ochenta, en una segunda planta diseñada sobre la primera, también por la Universidad Nacional de La Plata, sin gastar ni un mango en consultoras externas. Aluar destina una parte importante a extruídos y laminados en la provincia de Buenos Aires, es decir genera trabajo calificado incluso a distancia.
Lo que diferencia a Madryn del resto de los puertos patagónicos es que vive de valor agregado local, punto.
El ecoturismo en la Península de Valdés, que genera también un PBI que te la cuento en hotelería y excursiones, sencillamente aprovechó el nivel cultural y manejo de idiomas generado en Madryn por el aluminio, y la biodiversidad costera impactante de la Pensínsula Valdés. Una represa y una fábrica reinventaron a Madryn, aprovechando también que el puerto es protegido de tormentas y no tan malo como otros de la región.
Un dato interesante: ya en 1992 la energía eléctrica de Futaleufú se dividía en tres usuarios: ALUAR usaba el 99%. Madryn y Trelew se iluminaban con el 1% restante. Y ambas tenían industrias y población en aumento, pero no apagones, aunque estaban casi desconectadas del núcleo de la red eléctrica nacional. Donde los apagones eran épicos.
Lo dicho, el aluminio es electricidad congelada, y tecnología. En este caso, 100% argenta. Bauxita se consigue en cualquier lado.
Hay que ser un tremendo imbécil para no tratar de repetir el mismo modelo de Futaleufú-ALUAR-Madryn en el mejor puerto argentino sobre el Atlántico, Punta Quilla, abierto a los dos mayores océanos del planeta. Y de yapa, el enchufe eléctrico resulta el río más represable y confiable del país dentro de la categoría de los cinco más caudalosos, el Santa Cruz. Todo recurso hídrico argentino desde nacientes a desembocadura, no compartido con ningún otro país. Y además exento de sequías por eventos Niña atroces, como el de tres años que superamos recién a fines de 2023. Bueno, por ahora.
Supongo que los chinos lo saben y las empresas argentinas que integran la UTE para construir el complejo de dos represas también lo sabe. La Argentina no tiene la más peregrina idea, con la misma bobera lunática que ignora la historia de Madryn, aunque la vio suceder delante de su tonta nariz.
Un amigo que es juez y sinófobo me pregunta a qué interés ponen la plata los chinos, cifra que no se menta mucho. Le contesto que lo ignoro, pero añado que va subiendo cada vez que aparece un idiota a frenar el único emprendimiento tecnológico de una ecorregión sumamente primaria (excepción solitaria: la CNEA e INVAP en Río Negro). Es que la apuesta de los tres bancos chinos que financian esta obra es disponer de 10 años de energía eléctrica, porcentaje a fijar según precio también a fijar por el estado nacional. Cada vez que se interrumpe la obra, será mayor la cuotaparte china en dinero o en tiempo del producto eléctrico.
Otro amigo ingeniero, menos ideológico y más práctico, me pregunta qué sentido tiene una gran central hidro con la misma capacidad de producción eléctrica anual que la nuclear de Embalse en Córdoba, tan a trasmano del Sistema Argentino de Interconexión. Le contesto que ya no está a trasmano, debido a la línea de alta tensión (LAT) de 500 kilovoltios construida en tiempos de NK y de CFK. Une TODA la Patagonia continental con la Región Centro. Me replica que un conductor tan largo pierde mucha energía en forma de calor, por calentamiento de los cables de aluminio. Y es la pura verdad, es ingeniero.
Contesto que no creo que la demanda mundial de aluminio baje mucho. Tampoco la de acero, tampoco la de vidrio, tampoco la de silicio monocristalino, tampoco la de cobre, tampoco la de cemento, tampoco la de litio, que hasta eso hay en Santa Cruz. Son todas producciones muy electrointensivas, y en este caso generadas por una fuente que no emite dióxido de carbono. Es que los lagos serán probablemente tan abióticos como hoy lo el río, por la pureza del agua y su bajísima temperatura. No habrá algas en descomposición.
Los materiales de ingeniería y de electrónica certificables como «libres de emisión de carbono» a futuro probablemente se vendan sin barreras aduaneras verdes. Sólo la fabricación de cemento hoy es la causa del 8% del efecto invernadero mundial.
Si los presuntos capitanes de la industria están más cómodos dedicados a las galletitas, los aceites o a poner barreras de peaje en rutas que no construyeron, o a vaciar el Correo Nacional, alguien vendrá a poner fábricas en serio en Punta Quilla, bien a tiro de las represas. Porque pese a que el Dr. Joe ha dejado seguidores de sobra (y no así Aldo Ferrer), no es lo mismo fabricar acero que caramelos. No sería raro que, por defección de las nacionales, que hace décadas que están en otra, fueran empresas chinas.
La Argentina ganaría igual frente a la situación actual: la segunda mayor provincia del país, repleta de recursos naturales de extracción que se venden crudos, con una población minúscula llena de déficits de desarrollo humano, y una superficie del tamaño de la vieja Alemania Federal. Pero con aproximadamente 338.000 habitantes, más o menos la mitad de los que hay en la capital bonaerense, La Plata.
Ésta es la causa geopolítica por la que EEUU no está dispuesto de ningún modo a permitir que se construyan las represas. Prefieren un desierto. Razón de más para hacerlas.
Daniel E. Arias
PS: Por si no quedó claro qué tipo irrepetible de río es el Santa Cruz, y por qué las represas son una necesidad urgente de integración territorial, repetimos por tercera vez un artículo que AgendAR publicó en tiempos, como se dijo, menos infelices pero muy recientes.
La represa Jorge Cepernic es la más chica del dúo hidroeléctrico Cepernic-Kirchner sobre el río Santa Cruz, y está situada corriente abajo de esta última. La noticia es que está por recibir la segunda de sus tres turbinas chinas la proxima semana. Desembarcaría el domingo 15 en Punta Quilla, proveniente de Shanghai. Con ello, el avance de esta obra llegará al 50%.
Es un turbinón importante: 5 días al menos para descargarlo y llevarlo 200 km. al lugar de emplazamiento. Pero blanco sobre negro, el represamiento, al menos parcial, del Santa Cruz empieza a ser un hecho, llueve, truene o brille el sol.
Entre tanto, la represa Néstor Kirchner, la mayor de ambas en capacidad instalada y situada corriente arriba de la Cepernic, está a espera de definiciones geológicas. Se está re-estudiando la resistencia de sus anclajes de pared en las barrancas del inmenso valle fluvial del Santa Cruz, cavado por un glaciar durante la última deglaciación, cuando ese río debe haber tenido el módulo del Paraná y el Uruguay sumados. Si esas viejas bardas son proclives a deslaves, habrá que fijarlas con mucha ingeniería.
Luego de construida la represa mayor, presumiblemente en 2028, parte de ese valle se transformará en un embalse. Aguas abajo quedará el segundo embalse, el de la represa Cepernic, la primera en terminarse. Ambos embalses funcionarán en tándem de un modo bastante ingenioso que se explica luego.
El cronograma de obra para la Cepernic ahora queda así: instaladas sus tres turbinas tipo Kaplan, de 120 MWe la pieza, podría estar operativa en 2025. Tendrá una pared interesante, casi 2,5 km. de punta a punta y 41 metros de altura hasta el coronamiento. La potencia total instalada aquí será de 360 MWe, el equivalente de la pequeña central nuclear de Atucha 1 de NA-SA en la provincia de Buenos Aires. Y esa pared estará 170 km. aguas arriba de la ciudad de Comandante Piedrabuena.
Si hubiera población a pie de represa, esto daría para iluminar a 1 millón de habitantes, lo que triplica la población actual de TODA la provincia. Y si el próximo gobierno no interfiere la obra (spoiler alert, ya sucedió entre 2015 y 2019), la Cepernic debería estar entrando en línea en 2025.
La obra más grande del río, la Néstor Kirchner, tendrá más turbinas, esta vez de tipo Francis, más eficientes ante saltos importantes de nivel. Las de la serán 5 en total y además de mayor módulo, de 190 MWe cada una, con una capacidad sumada de 950 MWe.
La financiación de todas estas obras está asegurada desde 2014, y si todavía no están inauguradas y dando potencia, geología de orillas aparte, es por la denominación de origen del crédito original, que el State Department ve como una afrenta de lesa majestad. Originalmente fueron U$ 4714 millones: vienen del China Development Bank Corporation (CDB), del Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) y del Bank of China Limited (BOC). En tiempos de Silvina Batakis como ministra de Hacienda, se amplió en U$ 300 millones más.
Este trío bancario no tiene obviamente problemas de chequera. Pero el State Department ve esta obra como un aumento de la influencia china sobre esta parte del planeta, y tiene razón. Y no es problema nuestro.
Es una obra necesaria: falta potencia de base en la segunda provincia mayor de toda la Argentina, igual al Reino Unido por superficie (243.000 km2), pero tan primaria y falta de desarrollo industrial que su población entera cabe en el estadio de River Plate, si las personas se amontonan como en el subte B y ocupan también el pasto. En el Reino Unido, en cambio, hay 67,5 millones de habitantes. Mirando el caso de las islas demasiado famosas, cada vez que paramos estas represas, les damos más y más motivos para mudarse aquí.
¿EEUU tal vez ofreció algún crédito igualmente blando y pagadero en electricidad, como China, para hacer ambas represas? No. Prefirió actuar como el perro del hortelano, al decir castizo: ni come él ni deja comer al amo. Nada hacer creer que cambiará de costumbres. «Old dogs don’t learn new tricks», como dicen en Avellaneda.
Pero éste el el último gran río argentino sin represar, y por muchas causas, es nuestro río más perfecto para represar, libre de todo problema que no sea diplomático. No hay población a desalojar en sus orillas: están enérgicamente deshabitadas en sus 385 km. de recorrido desde el desagüe del inmenso y profundo lago Argentino hasta el Atlántico.
¿Excepciones? Los campos de regadío de Pérez Companc y la ciudad de Comandante Piedrabuena en la barranca de la orilla izquierda, amén de Puerto Santa Cruz (5000 habitantes) en la derecha. A añadir, 500 habitantes más en el puerto de aguas profundas de Punta Quilla, donde empieza el Atlántico. Y se acabó.
Todos esos compatriotas quedan aguas abajo de los lagos. No se inundarán. No hay que desalojar a nadie, más bien lo contrario: hay que poblar, o esa provincia la terminaremos perdiendo. Es codiciada desde tiempos fundacionales. Entre 1877 y 1878 Chile envió barcos de guerra aquí para campear en la zona. Cambió de idea cuando Buenos Aires mandó la flota de mar del Comodoro Py. Dado que no hubo tiros y para no desaprovechar el viaje, don Py fundó Puerto Santa Cruz.
Al año siguiente llegó Piedrabuena y fundó… bueno, Piedrabuena, 17 kilómetros aguas arriba. En 1881 y casi en vísperas de una guerra (otra vez sopa) con Chile, se firmó un tratado de paz a ultimísimo momento, y se demarcaron límites. Pero no pasa año sin reclamos chilenos: Laguna del Desierto, los islotes atlánticos sobre el Beagle, los Hielos Continentales, desde hace dos años un considerable pedazo de Mar Argentino sobre el Estrecho de Drake. Y la lista sigue y seguirá.
Por la letra del tratado de 1881, Argentina consideró siempre suyos territorios que luego jamás pobló. Por ocupación unilateral de los mismos por Chile, hubo varias situaciones de pre-guerra durante el siglo XX.
La última grave fue el 22 de diciembre de 1978. Los Airmacchi de la Armada Argentina, con las coheteras Zuni bajo las alas, estaban por salir a misilear la base naval de Punta Arenas, calentando turbinas en cabecera de pista de Ushuaia, cuando llegó contraorden. Que cortaran motor y se bajaran muchachos, Picton, Lennox y Nueva, los islotes antes argentinos (y desocupados) sobre el Beagle, iban a fallo papal.
En esta parte de Santa Cruz sobran, desaprovechadas de modo suicida por la Argentina, tres cosas que faltan en casi todo el mundo: espacio, agua dulce y fuentes de potencia.
¿Qué más hace este río un activo a represar? Después del Paraná, el Uruguay y el Negro, es el cuarto río más caudaloso del país. Ambas orillas son argentinas, no hay ningún país vecino con el que negociar la obra, y la electricidad y obras de regadío son todas para nosotros, gran diferencia con Yacyretá y Salto Grande, en las que la potencia generada se reparte miti y miti. El Santa Cruz no atraviesa varias provincias, lo que evita litigios como el que tiene históricamente la Pampa contra Mendoza por haberse quedado ésta con casi todo el caudal del Atuel. No hay sedimento que vaya a entarquinar los embalses o bloquear sus turbinas, porque el lago Argentino es frío, glaciario, profundísimo, casi abiótico, e intercepta limos y arcillas.
El agua fluye por este río rarísimo como por un caño, muy fría, pura y transparente a grado potable, con un majestuoso caudal promedio de 790 metros cúbicos por segundo anuales. La salida al mar, justamente por falta de sedimentos, es un estuario profundo y no un pequeño humedal a proteger como el de los otros (y pocos) ríos patagónicos argentinos.
Regulado su caudal no por uno sino por dos grandes lagos glaciarios (el Viedma, cauce arriba, desagua en el Argentino a través del río La Leona), controlados estos lagos a su vez por el derretimiento lento de los Hielos Continentales Patagónicos, el río Santa Cruz no depende linealmente de las lluvias en su alta cuenca. Y por ende tampoco de los cada vez más frecuentes y agudos ciclos Niño-Niña.
En esta última «superniña» que duró tres años, en 2021 y 2022 el fondo del Paraná se volvió un medanal caminable, como no sucedió jamás en tiempos históricos, y la represa de Yacyretá perdió hasta 2/3 de su producción eléctrica. En la Patagonia Norte, más dependientes de lluvias, los embalses de la cadena de 7 represas sobre las nacientes del Limay-Río Negro estuvieron en mínimos de nivel, y turbinando agua con cuentagotas.
Pero en su remoto ostracismo austral, el río Santa Cruz ni se enteró de la sequía. Siguió como siempre, rápido, transparente y con su profundidad de entre 6 y 15 metros. Es ver esa correntada y entender por qué el Perito Moreno tuvo que arrastrar sus botes desde la orilla y a la sirga para llegar a las nacientes y descubrir el lago Argentino. A remo eso no lo subís, salvo en kayak, y con unos brazos de patovica.
Las dos represas, coinciden los hidrólogos, no afectarán el régimen anual de crecida y estiaje del Santa Cruz, que de suyo es moderado en altibajos. Es el río perfecto, tan predecible como una central nuclear o térmica: puede funcionar a potencia nominal casi todo el año, y por ahora (tocamos madera) parece a salvo del cambio climático.
Contra la opinión de algunos amigos ecologistas, el embalsamiento del Santa Cruz no va a afectar al macá tobiano, bicho lindo y en declinación, si los hay. Pero el tobiano no es pájaro de este río sino de las lagunas de la Estepa Central Santacruceña, bastante lejos y al Norte. Agarren el mapa, chicos: no muerde.
Y si quieren conservar la fauna endémica del río llegaron un siglo tarde. La actual es importada: la invasión de salmónidos «sembrados» en los lagos y ríos patagónicos es una obra de nuestros tatarabuelos, y estos voraces bichos del Pacífico Norte se comieron casi todo puyén, pejerrey, perca, madrecita y todo otro pececito criollo que hubo antes de aquel lejano entonces. Ese cambio es irreversible. Las represas no afectarán a los salmónidos, que son exóticos, ahora acriollados, poco migratorios y bastante indestructibles.
La única especie nativa en peligro debido a las represas es la lamprea, un pez parásito que se prende como una ventosa a los salmónidos (hoy, plato único) y se los va devorando vivos durante años. Salvadores de la biosfera: cambio lamprea por megavatios, regadío y trabajo industrial cuando quieran. Llame ya.
Este es un río bastante abiótico, como descubrió con asombro extenuado su primer visitante europeo, Charles Darwin. Este jovencito inglés -bueno, los marineros a sus órdenes- lucharon bravamente por avanzar a contracorriente tirando de la ballenera de salvamento con sogas desde las orillas. Buscaban un paso al Pacífico. Hasta que el mañoso Santa Cruz, no muy lejos del lago (no llegaron a verlo), les dio vuelta el bote en sus muchos remolinos.
Ignoro cómo enderezaron la ballenera, o cómo bajaron el río con corriente rápida y por popa, es decir sin timón. El naturalista británico logró llegar, estoico y como pudo, hasta la desembocadura, donde lo esperaba el bergantín HMS Beagle. Pero el 22 de abril de 1834, seguramente con la ropa mojada, temblando de frío y con mucha mala leche, escrachó al río con esta descripción.
«El país seguía siendo igual, y era sumamente. La similitud completa de la producción en toda la Patagonia es una de sus características más llamativas. Las llanuras uniformes de árida gravilla sostienen las mismas plantas enanas y cohibidas, y en los valles crecen los mismos arbustos espinosos. En todas partes vemos las mismas aves e insectos. Incluso las mismas orillas del río y de los arroyos que entran en él, apenas se animan con un tono más brillante de color verde. La maldición de la esterilidad cubre la tierra, y el agua que fluye sobre un lecho de guijarros participa de la misma maldición. Por lo tanto el número de aves acuáticas es muy escaso, porque no hay nada para mantener la vida en la corriente de este río estéril».
Nada cambió en el Santa Cruz desde que Darwin lo bendijo así, salvo la llegada de los salmónidos y la fundación de las ciudades de Comandante Piedrabuena en la orilla izquierda de su curso inferior, y la de Puerto Santa Cruz en su estuario.
Hoy también está Punta Quilla, 17 km. al Sur de Puerto Santa Cruz, donde termina el estuario. «Quilla» es el mejor puerto continental de la Patagonia Argentina, abrigado de ese viento que te saca el gel del pelo y también el pelo. Es apto para buques Panamax y tiene unos insólitos 26 metros de fondo. Fuera de los obvios poteros dizque españoles no es muy activo, dado que en el interior de Santa Cruz no hay población capaz de generar movimiento comercial.
El proyecto de las dos represas nació en 1970, con el gobierno militar de Marcelo Levingston y Aldo Ferrer como ministro de Economía.
Luego no pasó más nada hasta que el país sangró, se privatizó, se endeudó, estalló, ardió, llegó un santacruceño adoptivo a presidente y se desempolvaron viejos planos de Aldo Ferrer, se hizo la licitación, pintaron los bancos chinos ofreciendo financiación -porque el estado nacional ahora vive en quiebra por deuda- y empezaron los estudios de suelos y primeros movimientos de tierra. En 2015, ahí ya había una obra.
Entre 2016 y 2019 el mejor ministro de Energía de la Shell, Juan Carlos Aranguren, auditó -es decir paralizó- las dos represas, y se tomó todo el tiempo del mundo para decidir que había que bajarle la potencia instalada total inicial, que era de 1830 MWe a los 1310 MWe. Según Aranguren, para no interferir el desagüe hacia el río del lago Argentino (hidrológicamente, eso no tiene sentido alguno), y para preservación de la fauna nativa (¿cuál?) en su desembocadura. Cuando un cacique petrolero se pone ecologista, hasta el santo desconfía.
Hubo más. A las represas el presidente Mauricio Macri las regresó a sus nombres topográficos y originales: Cóndor Cliff y Barrancosa. Fuera de ello, el expresidente se fue con los deberes hechos: las dos obras paradas, aunque sumando nombres. Luego al macrismo lo suplantó la pandemia con todo éxito y parecidos costos. Con Fernández las cosas se pusieron nuevamente casi en marcha, con su peculiar estilo inmóvil. La renegociación con los bancos chinos data recién de agosto de 2022.
La única buena noticia es que incluso con el bajón de potencia instalada impuesto por Aranguren (desde 1800 a 1310 MWe), se cree que la cosecha eléctrica anual seguirá inalterable, en los valores iniciales. Ojo lector, porque aquí viene la ingeniería ingeniosa. Cuando estén trabajando ambas represas, la Cepernic usará su embalse, mucho menor, para generar «punta», es decir el consumo eléctrico que en Argentina hace pico desde las 17:00 a las 23:00 horas, cuando la electricidad que se vende más cara.
El resto del día, el complejo dejará que el embalse Kirchner, un monstruito de 250 km2 represado por una pared de 2 km. de largo y 73 metros de altura en el coronamiento, vaya rellenando el nivel perdido a través de las turbinas. En la casa de máquinas de esa pared habrá 5 turbinas Francis, más eficientes para grandes desniveles, con 950 MWe instalados.
El embalse Kirchner generará «base», es decir la provisión 24x7x365 que pide un país con consumo eléctrico ciudadano e industrial. La potencia de base se vende más barata, y es la que más falta en el país. Sin potencia de base, olvidate de tener industria.
Se creía que «la base» eléctrica estaba bien anclada por Yacyretá, Salto Grande, las 7 represas del Comahue, las del Atuel y un centenar y medio más de obras menores que dan un 33% del consumo eléctrico nacional. Y supusimos que lo harían siempre, hasta que entendimos que todas ellas fueron construídas en base a las estadísticas climáticas de los primeras 7 décadas del siglo XX. Pero en el medio siglo que pasó, las lluvias promedio se volvieron una montaña rusa, y hay más sequías y son más frecuentes, más duraderas y peores. Pero en el Santa Cruz por ahora no pintan.
Funcionando en tándem, la Kirchner dando base y la Cepernic dando punta, la cosecha energética anual estará en 5000 gigavatios/año, equivalentes a los de la Central Nuclear de Embalse, de 656 MWe, e igualmente firmes. Y Embalse ilumina a 2 de cada 4 cordobeses, en una provincia muy industrial.
Represas Patagonia es la unión transitoria de empresas (UTE) conformada por las empresas China Gezhouba Group Corporation, Eling Energía S.A. e Hidrocuyo, que tiene a su cargo la construcción de las dos represas hidroeléctricas, una cerca de El Calafate y la segunda a la altura de Comandante Luis Piedra Buena.
El avance de las obras permite en la actualidad la realización de tareas de hormigonado en zona de vertedero y casa de máquinas, a su vez también tareas de construcción de terraplén de cierre de presa en margen izquierda y margen derecha, en el caso de la represa Jorge Cepernic.
Sumando gente en la obra y subcontratistas, inspección y supervisión, hay unos 3000 trabajadores relacionados de forma directa al proyecto. Y estos generan otros 5.000 puestos indirectos de servicios y materiales de obra.
Habrá un hito fundamental durante 2024 con el desvío de río, lo que permitirá iniciar el llenado del lago de la represa Cepernic, en tanto para lo que resta de este 2023 se continuará con los trabajos de movimientos de suelo y de hormigonado masivo según las etapas simultáneas.
En cuanto al financiamiento de la obra, en junio, en el marco de la visita a China del ministro de Economía, Sergio Massa, junto con la secretaria de Energía, Flavia Royon, y el presidente de Energía Argentina, Agustín Gerez, se acordó la continuidad de lo desembolsos por una inversión total de US$ 5.000 millones.
Para entonces se trabajó en la nueva adenda de los acuerdos bilaterales para que se pudiera concretar un desembolso de US$ 524 millones antes del 15 de junio y otro importe similar para lo que resta del año. En diciembre, el mismo consorcio transfirió a la Argentina US$ 288 millones para restituir fondos del Tesoro por los avances de obras durante 2021 y 2022.
Y en enero de este año concretó otro desembolso por US$ 212, que se vienen utilizando para los pagos actuales del componente nacional de la obra. Con cada atraso, deberemos más plata por costos improductivos, básicamente financieros. Construir una gran obra de ingeniería con plata ajena es como cruzar de un edificio a otro caminando sobre una cuerda floja. Tratá de hacerlo «de una».
El crédito se repaga con la generación de energía que producirán las centrales, es decir que el Contrato de Venta de Energía es el que reúne los fondos para afrontar el Crédito.
Es una generación anual importante en una provincia despoblada. ¿Venderle la electricidad a quién?, chirrían los muchos enemigos de este proyecto. No hay grandes consumidores a la vista. El enlace con el Sistema Argentino de Interconexión es la línea de alta tensión (500 kilovoltios) que se tiró hacia la Patagonia Sur en tiempo de De Vido, y llegar hasta Patagonia Norte, que está unida más sólidamente con la Región Centro, la de mayor consumo eléctrico.
Como parece inevitable en la geografía hidroeléctrica argentina, los sitios de producción y los de consumo nunca distan menos de 1000 km. Con líneas de alta tensión (LATs) tan largas, parte de la potencia generada se pierde como calor debido a la resistencia de los cables de aluminio, que además se incrementa en verano con el calor. Las LATs además son vulnerables a tornados y a incendios, especialmente en verano.
Queda en los gobiernos nacional y santacruceño crear proyectos industriales electrointensivos (acero, aluminio, vidrio, cobre, cemento) que radique población permanente y genere educación y empleo registrado y de calidad. Si son industrias de exportación, en Punta Quilla tendrán el probablemente mejor puerto del país para sacar su producción al mundo por AMBOS océanos. Espero llegar a verlo.
Una vez concluido el periodo de amortización estimado en un plazo de diez años, quedarán para el Estado Nacional dos instalaciones que pueden durar siglos con mantemientos mínimos, ahorrarán millones de dólares/año por sustitución de máquinas térmicas, y ni te cuento de importaciones de gas y de combustibles líquidos.
Nada impediría que cuando se gasten las turbinas chinas, las próximas las ponga IMPSA, hoy por hoy nacional. Eso no creo llegar a verlo.
La pelota la tiene el próximo gobierno.
Daniel E. Arias
PS: Y el próximo gobierno, es decir el actual, fue fiel a su compromiso de exterminar la obra pública. El texto que Ud. acaba de leer lo escribí obviamente antes de las elecciones nacionales, con alguna incredulidad de que pudiera ganarlas Javier Milei. Pero mi ingenuidad es relativa: nunca pensé que Massa dejara avanzar demasiado esta obra, tan sensata y tan imprescindible. El artículo estaba pensado para enrostrárselo a él. DEA. 14/03/24.