Panamá es un pequeño país de América Central que tiene una extensión de 75.517 km² y 4,5 millones de habitantes. Sin embargo, al estar atravesado por el Canal de Panamá que une el Mar Caribe con el Océano Pacífico y ofrecer la única conexión por tierra entre la América del Sur y la Central, tiene una posición geopolítica estratégica para el futuro tanto del trasporte mundial como de los movimientos migratorios internacionales. Además, su riqueza cuprífera le da un papel relevante en la transición energética mundial. No obstante, la polarización de su escena política puede desatar una explosión que repercutiría en todo el continente.
Tras obtener el 34.4% de los votos, el conservador José Raúl Mulino, candidato presidencial de los partidos Realizando Metas (RM) y Alianza, fue electo el pasado domingo 5 como presidente de la República para el periodo 2024-2029. Después de que este jueves 9 la Justicia Electoral terminó el escrutinio definitivo y proclamó al vencedor, éste asumirá la presidencia el próximo 1º de julio. Detrás de Mulino se ubicó con un 24.9% el también conservador Ricardo Lombana, del Movimiento por el Cambio (Moca), a quien siguen otros cinco candidatos, entre ellos el ex presidente Martín Torrijos (2004-09).
Minutos después de que el Tribunal Electoral le notificara su triunfo, en su discurso antes varios miles de sus seguidores reunidos, el presidente electo envió un mensaje a su mentor: “A Ricardo Martinelli, amigo… misión cumplida”. Tras emitir su voto, el candidato ya había visitado a Martinelli, quien está refugiado en la embajada de Nicaragua, para eludir la orden de prisión dictada por el Tribunal Supremo en marzo pasado.
En su discurso poselectoral Mulino manifestó que, si bien impulsará un gobierno proinversión y proempresa privada, “no nos podemos olvidar de los que tienen hambre, de los que quieren un empleo y de los que necesitan agua potable en todo el país todos los días. Son retos muy grandes, pero los vamos a afrontar como se tienen que afrontar, con decisión y liderazgo, que es lo que le falta a este país”.
Y añadió significativamente: “no me animan confrontaciones de ningún tipo, pero hay que enrumbar a la nación panameña como corresponde y hacerle frente a los problemas nacionales como corresponda, sin el menor asomo de temor, pero sí buscando consolidar una fuerza política que le dé respuesta al pueblo panameño”, destacó.
Por su parte, el segundo más votado, Ricardo Lombana, fue el último en pronunciarse ese día diciendo que “somos la principal fuerza de la oposición de la República de Panamá. Convertimos una candidatura independiente en un movimiento y ese movimiento en la fuerza que representará a la oposición panameña”. Tras reconocer el triunfo de Mulino, le envió, empero, un mensaje: “si usted hace las cosas bien, encontrará en nosotros las manos extendidas, pero si vuelve a hacer lo que durante años nos tienen acostumbrados y se aleja de la voluntad popular, si se atreve a reactivar el contrato minero, a privatizar la educación, si se atreve a reprimir al pueblo, encontrará al pueblo en las calles”, advirtió Lombana.
José Raúl Mulino Rovira, es un abogado de 64 años, que nació el 13 de junio de 1959 en David, provincia de Chiriquí (sobre el litoral pacífico, junto a la frontera costarricense). Entró en la política en 1987 formando la Cruzada Civilista contra el gobierno militar de Manuel A. Noriega (1983-89). Tras la invasión norteamericana de 1989 y la formación del gobierno provisional de Guillermo Endara (1989-94), fue impulsor del fracasado referéndum de 1991 para la abolición del Ejército, que finalmente ordenó la Asamblea Nacional.
En la década de 1990 participó en el Partido Solidaridad y Unión Patriótica. Este último se fusionó con Cambio Democrático el 27 de marzo de 2011. Entre 1991 y 1994 fue viceministro de Relaciones Exteriores y, tras la muerte del canciller, lo remplazó por corto tiempo. Luego se retiró de la política hasta 2006, cuando retornó junto con su amigo Ricardo Martinelli. Al ganar éste la presidencia en 2009, Mulino se convirtió en ministro de Seguridad Pública. Durante esta gestión ordenó la represión contra trabajadores en huelga en la provincia de Bocas del Toro (noreste del país), que produjo dos muertes.
En 2021, renunció a Cambio Democrático para apoyar la creación del partido Realizando Metas (RM), fundado y liderado por Ricardo Martinelli. En junio de 2023 Martinelli ganó las primarias de su partido con una amplia ventaja. Tras el desistimiento de su esposa, en octubre siguiente el dirigente presentó a José Raúl Mulino como candidato a la vicepresidencia,
En 2023 Martinelli fue condenado por lavado de dinero y esta condena fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia en marzo de este año inhabilitándolo para ser candidato. Para escapar a la cárcel, entonces, el ex presidente pidió asilo político en la embajada de Nicaragua. La inhabilitación de Martinelli obligó a Mulino a remplazarlo el pasado 11 de marzo. Ahora ganó las elecciones culminando una larga y accidentada carrera política.
Sin embargo, el oficialismo carece de mayoría en la Asamblea Legislativa unicameral y deberá pactar con otros partidos para avanzar con su agenda. Esta tarea se le hará particularmente difícil, porque la particularidad de la próxima legislatura es la presencia de 21 diputados independientes que no responden a ningún aparato ni caudillo, sobre todo aquellos aglutinados en la lista que respaldan los diputados Juan Diego Vásquez, Gabriel Silva y el cantautor Rubén Blades.
Mulino recibe un país con un déficit de 7,5% del PBI, una deuda externa de 50 mil millones de dólares y un sistema de seguridad social colapsado. Aunque en 2023 la economía creció al 7,3%, en 2024 bajará al 2,5% por la sequía que afecta al Canal y el cierre de una importante mina de cobre.
La mayoría de los observadores pronostican un horizonte de más confrontación entre el presidente conservador duro y autoritario, un Congreso fragmentado y una Justicia que actúa con gran partidismo. Mientras que el gobierno sólo contará con 15 legisladores, los independientes suman 21, de modo que las alianzas cambiantes y los intentos de compra de voluntades estarán a la orden del día.
Panamá afronta graves problemas económicos y ecológicos, a los que se suma la crisis por el continuo paso de migrantes suramericanos que atraviesan la selva del Darién y luego todo el país, para seguir a Costa Rica y de ahí a México y Estados Unidos. El año pasado medio millón de personas pasaron de este modo por Panamá. Durante la campaña electoral el ahora presidente electo prometió cerrar la frontera selvática con Colombia, para frenar a los trashumantes, pero sin colaboración colombiana esta medida será imposible de cumplir.
Entre tanto, la inédita y prolongada sequía redujo el volumen de agua en el Lago Gatún, que alimenta las esclusas del Canal de Panamá en el medio de su trayecto. Esta disminución del caudal disponible obligó a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) en enero pasado a limitar los tránsitos diarios a 24 franjas horarias al día, 12 menos que la media diaria anterior a la sequía. Para tener menores calados, también, los buques han aligerado sus cargas transportando menos contenedores, lo que ha supuesto precios más altos para los bienes de consumo e industriales que circulan por el canal con el consabido efecto sobre la inflación mundial. Si el nivel del lago Gatún sigue bajando como se prevé, habrá que buscar rutas alternativas entre Asia y la costa este de Estados Unidos.
El tercer gran problema que Mulino deberá afrontar son las negociaciones con la empresa canadiense First Quantum Minerals, concesionaria de la mina Cobre Panamá, en la provincia de Colón (litoral caribeño), que representa alrededor del 1% de la producción mundial de cobre. La mina fue cerrada por el gobierno de Laurentino Cortizo (2019-24) en agosto pasado, para calmar las masivas manifestaciones y protestas por la degradación ambiental acarreada por la explotación a cielo abierto, pero la concesionaria reclama ahora U$S 20.000 millones como indemnización.
Mientras que la mayoría de los demás aspirantes a la presidencia adoptaron una postura de línea dura contra la minería, a lo largo de su carrera política Mulino siempre impulsó las inversiones extranjeras sin restricciones. Sin embargo, aunque los canadienses y el futuro presidente desean clausurar el conflicto con una negociación, es poco probable que el polarizado y agitado escenario político panameño se lo permita.
Los tres principales conflictos que afronta Panamá tienen importantes implicaciones internacionales y su resolución requiere que las fuerzas políticas, sociales y empresarias alcancen acuerdos sobre el futuro. del país, para poder negociar unificadamente con otros países y empresas extranjeras. Sin embargo, dado el nivel de confrontación existente entre personas, familias y grupos de interés, parece poco probable que en el corto plazo alcancen este entendimiento. El istmo está pronto a hundirse en el caos y sólo un gran sacrificio y mucho renunciamiento de sus líderes podrá salvarlo.
Eduardo J. Vior
analista internacional