Aunque fundada en 1907, en junio Impsa cumple tres años de vida. En realidad, de su renacer en 2021, cuando el Estado argentino y el de Mendoza se quedaron con la mayoría del paquete accionario y el control para salvarla de la crisis financiera. Pero su cumpleaños la encuentra dando un paso clave: la definición de la venta que la devolverá a la órbita privada.
Son dos las multinacionales relacionadas al negocio de la energía, el petróleo y la infraestructura que entran cabeza a cabeza a la recta final de la carrera por convertirse en los nuevos dueños de Impsa. Y, si bien nombres y términos de la negociación están blindados por la confidencialidad, hay señales sobre qué falta para cerrar el traspaso de 1,8 millón de acciones en manos estatales.
Desde que se pusieron a la venta en el mercado en abril de 2023, la metalmecánica creada hace 117 años por Enrique Epaminondas Pescarmona concita el interés del mundo de la energía. Un mundo con megajugadores como la alemana Siemens, la estadounidense General Electric y la francesa Alstom, alguna vez clientes y también competidores de Impsa.
Lo cierto es que, con un bajísimo perfil, representantes de uno de los dos grupos interesados en comprar llegaron a Mendoza esta semana. Y el martes 18 recorrieron la planta de Godoy Cruz para conocerla en detalle, antes de reunirse con los directivos que oficiaron de anfitriones.
El directorio se prepara para otra visita en julio. Pero sus miembros se aferran al «silenzio stampa». Ni identidad de los interesados, ni siquiera su origen. Saben que se juega el futuro en el traspaso.
Cómo sigue el proceso de venta
Mucha agua corrió bajo el puente desde el 4 de junio de 2021, cuando el entonces presidente Alberto Fernández y el ex gobernador Rodolfo Suárez firmaron el acuerdo de capitalización de Impsa. Para eso se armó un fideicomiso inicialmente de u$d 15 millones, que significó que la Nación aportara, al tipo de cambio de ese momento, unos $1300 millones, y la provincia de Mendoza otros $500 millones.
Desde allí, la consigna del Estado dentro de Impsa fue sanearla financieramente y volverla autosustentable con más proyectos/licitaciones, algo así como «ponerla de pie» nuevamente, lo que para algunos se logró a medias. Con el cambio de Gobierno y signo político se modificaron los nombres de los representantes del directorio pero no la vocación de avanzar firme como el traspaso a manos privadas.
«Es buena señal el interés de potenciales inversores extranjeros en la mayoría de acciones. Pero esto recién empieza, llevará al menos cuatro meses finiquitarlo. Están viendo la cartera de proyectos que tiene la firma y que pronto se vencen casi todos los contratos de concesión para generación eléctrica en el país», admitió el vicepresidente de Impsa, Julio Totero.
Es que en la negociación prima una mirada estratégica sobre un nuevo modelo de negocios.
Una noción es que Impsa, más allá de ser proveedor de turbinas y otros equipos para las centrales (está en carrera para repotenciar el complejo Los Nihuiles y Diamante, en San Rafael, o El Chocón, en el sur), también se integre a futuro a la cadena de la energía como operador por sí mismo, frente a la posibilidad de encarar un nuevo período de concesión de las centrales hidroeléctricas por otros 30 años a partir del 2025.
Pero la cartera de proyectos también incluye la provisión de componentes para centrales nucleares. Y la fabricación de grúas para puertos, otra especialidad de la compañía mendocina que también es un valor agregado atractivo a la hora de formalizar una oferta para la venta.
Impsa en números
Totero enfatiza que, sea cual sea la definición «no va a ser un negocio inmobiliario o un shopping para oportunistas. Sino, no le va a servir ni a la provincia ni al país».
Mientras, resta dilucidar la postura de los acreedores/accionistas, en su mayoría bancos que actualmente ocupan un sillón en la conducción y pueden vender su parte (o no). Y avanzar en la valuación de los activos, un factor clave, aunque el pasivo de Impsa también pesa.
A priori, una primera ponderación aproximada habla de unos u$d 300 millones entre el patrimonio y contratos en ejecución. Una cifra a la que de todos modos hay que descontarle una deuda (entre refinanciación de préstamos y otros compromisos) los u$d 110 millones.
Dentro de la compañía hacen otros números. Y llegan a la conclusión de que el valor de Impsa creció desde el desembolso que terminó cercano a los u$d 20 millones para el salvataje financiero que devino en la estatización (72% Estado Nacional y 12% la provincia de Mendoza) en junio de 2021.
A la espera del due-dilligence, ese paso contable que consiste justamente en evaluar pasivos y activos y cruzarlos, si hubiera que ponerle un precio (todavía falta para eso), en el seno de la multinacional mendocina estiman que haber sumado proyectos revalorizó a Impsa. Y arriesgan que sólo la cuota del Estado ya se multiplicó por 3.
Comentario de AgendAR:
IMPSA hizo los cuatro generadores de vapor de la central nuclear de Embalse, en Córdoba y hoy el recipiente de presión del CAREM prototipo, en el predio de las Atuchas.
Para el Programa Nuclear Argentino, la desnacionalización de un proveedor local de grandes componentes de aleaciones especiales es una tragedia. Implica pagarlas en dólares, no en pesos. Y encarecerse.
Daniel E. Arias