Inés Berton dirige tres marcas de té (Tealosophy, Inti Zen y Chamana) y en una de sus plantas, en Pilar, se puede trabajar a conveniencia: «Está abierta las 24 horas», cuenta, para amoldarse a los tiempos familiares.
Además es una de las «chairwomen» del B20, el grupo que representa al sector privado de los países del G20. Es la única mujer, junto a la «sherpa» Carolina Castro.
—¿Cómo fue sumarse al B20?
—Cuando me invitaron a participar me pareció que era un mundo distinto. Estoy habituada a hablar de perfumes, de blends, de estilo de vida. Pero me pareció que, al tener una voz, era fundamental aprovecharla. Me pareció una oportunidad para entender los problemas del sector, de los costos, qué es lo que pasa en otros países. Elegimos trabajar con temas que puedan tomarse para los veinte países y que sean factibles.
- Hoy las nuevas generaciones quieren salario emocional, home office, flexibilidad. La gente quiere trabajar en compañías épicas, que generen impacto.
—¿Cómo se traslada el salario emocional en una línea de producción?
—Tealosophy nació con US$ 132. Desde el día uno hubo salario emocional, porque es lo que le pasa a una pyme. Pero no empecé solo con eso, sino con una educación sólida, mi verdadero capital. Por supuesto cuando trabajás en planta los operarios tienen familias detrás y tienen gastos, no se puede hablar de salario emocional. Así como hay otros temas, como el impositivo o las leyes laborales en la Argentina. Pero en otros países del G20 no se toca porque ya está resuelto.
—¿Cómo ve la economía?
—En la Argentina necesitamos pautas claras pero también duraderas. Tuve una tienda en Barcelona siete años y hacíamos revisión de costos dos veces al año. Acá hacemos la revisión de costos una vez cada dos semanas. Y eso lleva más trabajo y más equipo. Lo importante es no quedarse en la queja nunca. En las crisis están los que lloran y los que venden pañuelos. Yo vendo pañuelos.