- Freno a la baja de retenciones a la soja y una suba en los subproductos.
- Retenciones del 10% al maíz y al trigo. Se analizaba extender la imposición a la industria y a la minería.
- Impuestos al turismo
- Incremento en Bienes Personales y otros gravámenes que serían recortados en la reforma tributaria.
- Activar una partida extra para gasto social.
Después de los anuncios, Dujovne viajará a EE.UU. junto al presidente del BCRA, Luis Caputo, a negociar el adelanto de los desembolsos del FMI y la venia oficial al nuevo plan de ajuste. La presencia del jefe del Central en Washington es para pedir al organismo un permiso para usar más reservas para intervenir en el mercado cambiario.
Cabe señalar que, lejos de haber consenso acerca del diagnóstico fiscalista, la discusión es álgida. Muchos analistas, inclusive no opositores a este gobierno, señalan que reducir el déficit fiscal no cierra las necesidades de dólares de la economía, por lo cual se generará un impacto social fuerte, sin solucionar el problema macro. La discusión viene desde hace rato.
Hace ya unos meses el economista Pablo Gerchunoff la graficó en una entrevista con La Nación: «El primer problema es el diagnóstico sesgadamente fiscalista y la subestimación de los desequilibrios externos, el déficit de cuenta corriente. En las economías modernas casi no hay experiencias de reducción del gasto público porque es una red de contratos sociales para transferir ingresos desde ricos a pobres y de jóvenes a viejos».
El analista financiero, Estanislao Malic, sostuvo: «Al frente externo no lo solucionás con ajuste fiscal. Si reducís el déficit interno todavía necesitás dólares para la cuenta corriente y la fuga. A la fuga, que es de u$s 3.000 millones por mes, no la solucionás con devaluación porque en los meses siguientes volvés a tener inflación que deja pesos en el bolsillo para dolarizarse».