Gracias a una serie de imágenes capturadas por el fotógrafo Jorge Méndez, se pudo apreciar al IA-63 Pampa III B2 EX-03 del Centro de Ensayos en Vuelo de la Fuerza Aérea Argentina portando lo que sería una bomba guiada stand-off inerte de la serie Dardo.
Tal como se aprecia en las fotografías, el Pampa III del Centro de Ensayos en Vuelo operó esta semana desde la pista de Escuela de Aviación Militar junto al IA-58 Pucará A-568.
Vale recordar que ambas aeronaves forman parte del material de vuelo de la unidad que se aloja en el predio de la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín”.
En las imágenes no solo se aprecia claramente la bomba guiada stand-off Dardo, sino que también se observó a una bomba inerte de 250 kilogramos y un pod anaranjado que contiene cámaras para fotografía/video.
Por el momento no han trascendido mayores detalles del vuelo, y si el mismo corresponde a una nueva campaña de ensayos del proyecto para el desarrollo local de una bomba guiada stand-off.
El proyecto FAS-850 “Dardo” corresponde a una iniciativa a los fines de materializar una bomba guiada stand-off compatible con algunos de los sistemas de armas de la Fuerza Aérea Argentina.
A lo largo del proyecto se fueron concibiendo diversas variantes, las cuales incorporaron mejoras con el paso del tiempo, con el fin de perfeccionar sus capacidades en cuanto a alcance y precisión.
Comentario de AgendAR:
La debilidad del sistema Dardo es que hoy, a fuerza de décadas de demoras, ya se hizo viejo: la navegación por GPS es fácil de interferir o de «spoofear».
La Dardo hoy tiene un 2do sistema de back-up no interferible y barato, el viejo guiado inercial de los misiles de los ’70, llamado INS (Inertial Navigation System). Garantiza una precisión mínima de 200 o 300 metros. Si te «spoofean» el GPS y la bomba pierde su guiado satelital, el INS va a seguir dándole su ubicación y velocidad con una precisión que se va diluyendo en el tiempo. Pero si el «spoofing» enemigo no es perfecto y cada tanto el GPS intercala un dato fiable, la precisión no decae tan rápido.
Con la carga explosiva más bien chica (220 kg.) de una MK84 estadounidense o una Expal española, la Dardo con doble guiado (GPS + inercial) sólo tendría utilidad usada «en enjambre», para aumentar las chances de que al menos una haga impacto directo y las demás dañen los alrededores. Eso, en una guerra simétrica, en que el enemigo tiene contramedidas electrónicas.
Éstas son las armas antiaéreas más baratas, del mismo modo que las bombas de planeo son los más baratos de los misiles. Usadas masivamente por la aviación rusa desde 2023, muy desde retaguardia y contra blancos fijos, su relación costo/efectividad en Ucrania sigue siendo enorme.
Como arma antibuque o contra otros objetivos móviles la Dardo tampoco parece muy disuasiva. Lo sería si puede recibir actualizaciones en vuelo de la ubicación del blanco desde un dron radarizado sacrificable, cuyas instrucciones tengan mayor autoridad que el GPS y el sistema inercial.
Eso ya sería un triple sistema de navegación. Aumentaría el costo y complejidad de la bomba y el dron, si es detectable, volvería más predecible el ataque. Sin embargo, la haría peligrosa contra blancos móviles defendidos por contramedidas electrónicas, como barcos o columnas de tanques. Sería un desarrollo más largo y por ende, más caro. Podrían bajarse costos con una Dardo con triple sistema que haga de «yegua madrina» y dirija un enjambre de bombas de planeo similares por fuera y por carga explosiva, pero menos inteligentes y más baratas.
La Dardo es un arma «fire & forget», el avión que la suelta da la vuelta para escaparse. Quien conozca algo de la historia tecnológica argentina, sabe que esto es casi como retomar la bomba planeadora Tábano. Fue diseñada por el ingeniero polaco Ricardo Dyballa en los años ’50 y ’60. Era portada y dirigida por radio por los viejos bombarderos Lincoln, y con sus alas y su motor cohete de combustibles líquidos, daba un alcance en aquel entonces fenomenal, de unos 60 km.
Se la construyó y testeó largo y tendido. Pero se la fue dejando envejecer técnicamente sin hacerla entrar en producción y despliegue, y para sorpresa de nadie, la cúpula aeronáutica la cajoneó «por vieja».
La Dardo II, lamentablemente, va por ese mismo camino. Hace ya más de una década que la Fuerza Aérea Argentina muestra maquetas en las exposiciones de armas, y se les hace modificaciones teóricas al sistema de navegación o propulsión. Pero de ahí a testear una bomba real, y hacerla construir en serie hay una distancia que aquí es siempre insalvable.
Lo que no se puede discutir es la necesidad de que en cualquier versión, barata o cara o ambas, la Dardo se fabrique aquí, aunque nuestros proveedores habituales (la OTAN e Israel) tengan opciones más capaces.
Podemos repetir el deshonor y la estupidez menemistas de volver a aliarnos con la OTAN contra algún enemigo elegido por EEUU. Ese asunto lo pagamos con dos atentados en Baires y 107 muertos. Pero en guerras nuestras, nunca podremos pelear con armas de la OTAN y sus aliados íntimos. Y eso porque nuestros enemigos reales las conocen, saben explotar sus debilidades y neutralizarlas, y SON miembros de la OTAN.
Hoy esos proveedores han cerrado filas, como parte de la Segunda Guerra Fría. Si ésta se vuelve a calentar en el Atlántico Sur, y bien puede suceder, y si queremos defender nuestra neutralidad pero también nuestro territorio, será preferible tener piedras y palos. Pero propios.
Para el caso, los mosquetes y cañones de montaña que le construyó al Ejército de los Andes Fray Luis Beltrán, que no era ingeniero, metalurgista o armero, estaban lejos de los estándares de calidad europeos.
Pero terminaron para siempre con el Imperio Español en Sudamérica.
Daniel E. Arias