Este martes 28 la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados tratará un proyecto de ley de vacunación, que actualiza una ley de 1983. Dispone la gratuidad y la obligatoriedad no solo para los chicos, sino en todas las etapas de la vida. Y otorga al Estado la potestad de verificar su cumplimiento (y eventualmente hacerla compulsiva, previo fallo judicial) al ingreso escolar, en las universidades, al gestionar documentos, y al hacerse exámenes prelaborales y periódicos de trabajo.
La periodista Nora Bär, de La Nación, informa que el proyecto, del diputado tucumano Pablo Yedlin, de Argentina Federal, tiene consenso de todo el arco político. «Va a tener dictamen, porque trabajamos con representantes del Frente para la Victoria, de Cambiemos, del PRO, del radicalismo -asegura Yedlin, pediatra, miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones y vicepresidente de la Comisión de Salud. También con el ministro Adolfo Rubinstein, y con toda el área técnica del ministerio. Hay acuerdo general.»
La iniciativa cuenta con el respaldo de la Sociedad Argentina de Pediatría, la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), la Sociedad de Medicina, la OPS, Unicef y la Fundación Huésped.
«Hoy en el país se atienden cuatro millones de personas en el sector privado, 22 millones a través de la seguridad social y 15 millones en el sector público -destaca Yedlin. Una de las grandes ventajas de nuestro programa es que todos reciben las mismas vacunas, y no hay que discriminar por obra social o capacidad de pago. Eso es lo que no puede estar en riesgo y lo que esta ley intenta garantizar. Si el sistema se descentralizara, de modo que cada provincia tuviera que hacerse cargo de su propio programa de vacunación, sería un caos».
En las últimas cuatro décadas, las vacunas pasaron de ser una protección para los más chicos a prevenir enfermedades de toda la familia y en las distintas etapas. En el continente americano, se pasó de aplicar seis a 15 vacunas. En 1977, un chico recibía diez dosis vs. 20 en la actualidad. De cinco dólares invertidos en la vacunación de cada chico, se pasó a casi 70. De 27 millones de dosis en 2003, se pasó a aplicar 40 millones en 2014.
Hace muy poco AgendAR registró la preocupación por la aparición de casos de sarampión y otras enfermedades contagiosas que se creían vencidas. Y también por una moda peligrosa de rechazo a la vacunación. Aplaudimos este interés de legisladores y funcionarios por la salud pública y por un manejo racional de los vastos recursos necesarios.