Detalle del presupuesto, y el ajuste, en Ciencia y Tecnología

Marcha al congreso por reducción de presupuesto

En el proyecto de presupuesto presentado al Congreso se define cuál es la inversión que se prevé hacer en ciencia en 2019, qué áreas deberán tolerar los mayores ajustes y cuáles son los programas que continuarán. Establece una quita del 19% respecto a 2018. El recorte principal se da por la reducción de fondos para subsidiar investigaciones y comprar insumos, maquinaria y equipos. La construcción de dos reactores nucleares y dos satélites son algunos de los principales proyectos que seguirán en marcha, pero los detalles son muy preocupantes. En el Conicet, el INTI, y el INTA, sólo actualizan los fondos para salarios.

El proyecto propone invertir $ 46.259 millones en ciencia y técnica, un 30% nominal más que lo previsto en la ley de presupuesto de este año. Pero…  entre la inflación estimada por el Gobierno para 2019 del 23% y los 26 puntos porcentuales que el sector perdió este año, ya que los $ 35.490 millones asignados para 2018 se fijaron cuando la proyección oficial de la inflación era del 15,7% y no del 42%, como ahora está proyectado, hay una disminución real del 19%.

En relación al presupuesto nacional total, el porcentaje destinado a ciencia y técnica es el más bajo en 10 años: un 1,1%. 

Jorge Aguado, secretario nacional de Planeamiento y Políticas en Ciencias, reconoció que se “hizo un esfuerzo” pero lo relaciona con una búsqueda de “eficiencia” que “no afecta los compromisos». Igual, admitió que en 2019 “podrán hacer reajustes si fuera necesario”.

Los recortes más fuertes se dan en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), enfocada en la fabricación de satélites, y en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que desarrolla mejoras tecnológicas para las industrias. Pierden un 19% y un 7% de sus fondos nominales, respectivamente, sin tomar en cuenta la incidencia de la inflación.

El presupuesto del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que desarrolla capacidades para el sector agroindustrial, crecerá un 20% nominal. Tampoco llega a recuperar la pérdida por inflación.

El Conicet, principal institución científica del país, incrementa sus fondos un 27%, por debajo del porcentaje de inflación acumulada.

  • La gran apuesta para 2019 sería al sector nuclear: la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) duplicará su presupuesto.

Respecto de esto, la contestación de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (APCNEAN) ha sido tajante. Nos acaban de hacer llegar esta primera observación, y habrá más.

«El subsecretario de Energía Nuclear, Lic. Julián Gadano, difundió que, según el presupuesto, CNEA recibiría un aumento del 77%, y alienta a los lectores a que “cuando escuchen ‘desmantelamiento’ desconfíen, porque hay ignorancia y mala fe”. Pero lejos de su discurso, los números revelan una situación muy distinta.

«Por empezar, el gobierno asignó $3.936 millones en el Presupuesto 2018 para la CNEA. Luego de la resistencia de las trabajadoras y los trabajadores de CNEA a un recorte que implicaba una quita del 47% con respecto al presupuesto 2017, aparecieron 2 refuerzos presupuestarios en 2018, uno de $1.400 millones y otro de $1.350 [*]. Los refuerzos llevaron el presupuesto 2018 de CNEA a $6.686 millones, cifra que terminó resultando en un recorte del 11%.

«El proyecto de Presupuesto 2019 presentado por el gobierno al Congreso Nacional asigna $7.106 millones a la CNEA. El aumento nominal de $6.686 millones a $7.106 millones, desmiente categóricamente el 77% proclamado por el subsecretario Gadano. El aumento presupuestario nominal para 2019 en pesos es de apenas 6%, una cifra muy lejana a la inflación proyectada para este año, por arriba del 40%, con lo que el recorte es muy significativo».

Respecto del proyecto «de bandera» del sector nuclear, la central nuclear compacta CAREM, APCNEAN añade lo siguiente:

«Siguiendo el mismo camino que con el presupuesto general de CNEA, en el caso del CAREM, la propuesta original del gobierno era de un Presupuesto 2018 de $834 millones, un recorte respecto a 2017 del 68%. Con los refuerzos su presupuesto 2018 quedó en $2.234 millones, un recorte nominal respecto a 2017 del 15%. Para el 2019 el gobierno propuso para el CAREM un presupuesto de solo $498 millones, equivalente a un recorte nominal del 77%.

«Mientras tanto, el gobierno hace circular el rumor que aparecería en 2019 un refuerzo para el CAREM de $2.000 millones. Si los trascendidos fueran ciertos, el presupuesto del CAREM aumentaría un 11% en 2019. En plena ejecución de obra, este monto queda muy retrasado con respecto a más del 40% de inflación de 2018.

«Y además, si fuera cierto que el gobierno destinará esos fondos al CAREM, debería ponerlo por escrito en el presupuesto y asumir el compromiso correspondiente. Rechazamos este presupuesto del gobierno y del FMI, lucharemos como en 2018, para que el ajuste no sea aprobado por nuestros representantes».

La cifra del 77%, entonces, era cierta. Sólo que en el caso del CAREM es una disminución, no un aumento de presupuesto.

Qué escenario esperan en el Conicet. Con institutos en 22 provincias y 10.255 investigadores, recibirá $ 16.444 millones. Es un tercio de la inversión total en ciencia. Pero descontada la inflación, significaría un recorte del 21,5%.

Además, 9 de cada 10 pesos serán para pagar salarios. Se sumarán 450 becarios, igual que este año, pero lejos de los 900 que se incorporaron en 2015.

Para financiar investigaciones, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica tendrá $ 2.078 millones, lo mismo que en 2018, lo que en términos reales implica una quita.

“La falta de fondos para la agencia es demoledor. De ahí viene la financiación de las investigaciones y muchos costos son en dólares”, asegura Luis Baraldo, vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA e investigador del Conicet. Y aclara que hasta la investigación más teórica necesita insumos, revistas internacionales y trabajo de campo. Es decir, «necesita inversión más allá del salario».

El proyecto de presupuesto genera preocupación en los investigadores, que en agosto, y con la firma de 240 de los 266 directores de los institutos del Conicet, advirtieron que la institución “está al borde de la parálisis” por la falta de presupuesto.

Aguado aseguró que a lo previsto para investigación y desarrollo se le sumará “una línea de crédito por $ 1.500 millones”, por lo que “todos los proyectos comprometidos continuarán su ejecución”.

El desarrollo nuclear parece ser la apuesta, a pesar de la cancelación de Atucha III, el desguace presupuestario de la Planta de Agua Pesada. La CNEA tiene asignados $ 6.608 millones, un 113% más que lo planeado para 2018. Una vez más, con 70 años de tradición, el sector podría encontrar continuidad en sus planes, muy competitivos a nivel mundial.

Se prevé seguir con la construcción, en Zárate, del prototipo de un reactor para generar energía. Se trata del CAREM, que quieren terminar a fines de 2021. El desarrollo puede lograr que Argentina de pelea en un mercado mundial que prevé operaciones por 50.000 millones de dólares y por el que están en carrera proyectos de Corea del Sur, Estados Unidos y Rusia.

Vista aérea de la obra civil del CAREM, en Lima, partido de Zárate. Crédito: CNEA.

Otro desarrollo importante que tendrá continuidad es la construcción del reactor RA-10, en obra en el Centro Atómico Ezeiza. Su finalización está prevista para 2023. Una vez en operación asegurará el 100% del abastecimiento en materia de radioisótopos para uso médico para el mercado nacional y atenderá la demanda de América Latina.

«Es una buena noticia. Pero es grave que se desfinancien otros planes”, consideró el físico Diego Hurtado, director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica de la Universidad Nacional de San Martín.

Hurtado remarcó que los despidos o suspensiones de personal en la planta de agua pesada en Neuquén, en Nucleoeléctrica Argentina (opera las tres centrales nucleares) y Dioxitek (produce combustible a base de uranio natural) son consecuencia de la cancelación de la construcción de Atucha III, en Zárate, que iba a ser financiada por China y tendría tecnología canadiense. Ocurre que esa central requeriría agua pesada, combustible y mano de obra calificada, doblemente calificada por la compleción de Atucha II y el retubado de Embalse.

Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de la Nación, confió cuáles son los nuevos planes respecto a las futuras centrales: a fines de noviembre, tras la Cumbre del G20, el presidente Mauricio Macri firmará con el presidente Chino, Xi Jinping, un acuerdo para construir una central de tecnología china, financiada en un 85% por el país asiático pero que operará con agua liviana y uranio enriquecido. Es decir, con tecnología diferente a las tres centrales que operan en el país.

“El 90% de la centrales del mundo operan con esa tecnología. Pero además estamos en tratativas para que el 100% de la obra civil esté en mano de argentinos y que entre el 40% y el 50% de todo el proyecto se haga con componentes locales”, aseguró Gadano y remarcó que el acuerdo incluirá el compromiso de transferir la tecnología para producir uranio enriquecido en el país.

Esto es llamativo: hoy nadie transfiere a nadie tecnología de enriquecimiento de uranio, dado que es sumamente dual. Una instalación grande, de acuerdo a cómo configure sus cascadas, puede servir para enriquecer miles de toneladas/año a «grado central» (del 1,8 al 5%), decenas de toneladas a «grado reactor» (19,9%) o centenares de kilos a «grado bomba» (más del 90%). Los países que enriquecen desarrollaron su propia tecnología o la compraron «por izquierda».

Lo que nos hará dueños de una central cuyo combustible provendrá de China «ad aeternum», salvo que Argentina gaste miles de millones de dólares y décadas de investigación en una gran planta de enriquecimiento; y pague como precio presiones diplomáticas que pueden llegar al boicot de su comercio exterior.

Sin suficiente capacidad local de enriquecimiento, cualquier diferendo fuerte con China por asuntos de patentes de genética vegetal, gas y petróleo,  pesca en el Mar Argentino o inmigración podría ser contestado con el apagón de una planta como la Hulaong I que dejaría a oscuras a 5 millones de argentinos.

Gadano defendió la compra de Atucha III (un reactor CANDU) mientras fue «la línea oficial» del ex ministro de Energía, Juan José Aranguren. Cuando Aranguren cambió o lo cambiaron de idea, Gadano también lo hizo al toque. Ahora abjura de los CANDU y los compara con el Ford Falcon. Tal vez se parezcan más a otro clásico: la Ford F-100. Si un chacarero argentino tiene una, la camioneta trabaja para él. Si se compra un Lamborghini, el chacarero trabaja para Lamborghini.

Los reactores tipo CANDU o similares al CANDU de uranio natural no son una vía muerta: China compró 2, tiene otros 2 en estudio y la India, que tiene 16 operativas, está construyendo otras 10 de 700 MW cada una. Jorge Sábato decía que mucho más importante que dominar la ingeniería de centrales era la de tener autonomía sobre el ciclo de combustibles. Durante casi 70 años, esa fue una premisa básica del Programa Nuclear Argentino. ¿En qué nueva dependencia externa nos quieren meter, ahora?

Gadano asegura que el proyecto de presupuesto 2019 establece una financiación adicional, por fuera de lo que hoy se puede ver asignado estrictamente a la CNEA, de $ 2.000 millones, que serán destinados al CAREM. En ese caso, el crecimiento presupuestario del sector sería aún mayor.

Se mantienen los proyectos de dos satélites, pero hay dudas sobre el lanzador. A la CONAE le asignaron $ 1962 millones. A priori, representa una reducción importante: 19 % sin descontar la inflación.

El Saocom 1B se terminaría de construir y se lanzaría a fines de 2019. Se sumará al 1A, que sería lanzado este sábado. Las imágenes que tomen serán útiles para prevenir emergencias por inundaciones e incendios. Al campo le dará información para ser más productivo.

El otro satélite es el Sabiamar, que se terminaría de construir en 2020 o principios de 2021. Servirá para monitorear el mar junto con otro satélite que está haciendo Brasil.

En principio, el ajuste afectaría el plan para desarrollar medios de acceso al espacio. Es decir, postergaría la posibilidad de que por primera vez el país y la región tengan un lanzador de satélites. Según revela el presupuesto, ese programa tendría en 2019 apenas un tercio ($ 110 millones) de los fondos que le asignaron este año.

De todos modos, Aguado sostuvo que la CONAE tendrá por fuera de lo que hoy se puede ver en la planilla presupuestaria de la institución, $ 1.300 millones de “adelanto a proveedores de financiamiento externo”, aunque no dio precisiones sobre cuál es el compromiso de ejecución que tiene esa partida ni de dónde provendría.

El INTA, con poco margen de acción. El proyecto de presupuesto le otorga fondos por $ 7516 millones, un 20% más que lo pautado para este año sin contemplar la inflación.

Casi toda la partida es para pagar salarios, que se llevan el 91% del presupuesto.
En cambio, la inversión en equipos, maquinaria, insumos y servicios, se desploma. El ajuste llega a ser del 50%, según el rubro.

“Si se descuenta la inversión en recursos humanos, el recorte es terrible”, analizó Elisa Carrillo, directora Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas del INTA. Y graficó que el presupuesto 2018 para su instituto, que es mayor al previsto para 2019, no alcanzó ni para pagar los servicios de luz, gas y limpieza: “Estamos con un déficit de $ 2,5 millones”.

Para ejemplificar qué implica una posible parálisis de los laboratorios, Carrillo detalló que en los últimos dos años su centro desarrolló dos vacunas, una contra la diarrea bovina y otra contra una enfermedad que afecta a las aves de corral.

El INTI teme más despidos y que se paralicen laboratorios. Sin dudas, es el instituto que viene sufriendo más recortes. Y la previsión para 2019 no lo saca de ese terreno: le asignan $ 2215 millones, un 7,5% menos que este año.

Tiene una planta de alrededor de 3.000 investigadores. Unos 250 fueron despedidos este año. Y al menos 100 se fueron con retiros voluntarios. Eso explica en gran medida que la partida para sueldos, pese al aumento paritario, crezca apenas un 12%. En cambio, las partidas para equipos, maquinarias e insumos se reducen un 90% dejando al borde de la inactividad a muchos institutos.

VIARed/Accion