El dólar cayó un 3,3% en la semana que concluyó ayer. Quedó en $ 37,60, y bajó un 10,3% desde el inicio de la nueva política monetaria.
Analistas y operadores comienzan a plantearse la posibilidad de que «pruebe» en los próximos días el piso de la banda de flotación. Esto, se supone, haría que al Banco Central (BCRA) salga a comprar. Y así aumente las reservas, aunque lo complique en el objetivo acordado con el FMI de llegar a una variación nula de la base monetaria.
El hecho es que el tipo de cambio arrancó a 7,4 puntos de desafiar el techo de la banda (fijado en $44) pero ya quedó a 6,9 puntos de tocar el piso. Que se había fijado en $ 34, pero ya se corrió hasta $ 34,34 por la indexación del 3% mensual que contempla el régimen hasta fin de año.
Esto se combina con un esquema de altas tasas diseñado para que ahorristas y especuladores se «queden» en pesos, pero que el Central se considera obligado a mantener para cumplir con su meta de absorción monetaria y de repliegue de la inflación.
«Hay muchas empresas, bancos e individuos desarmando posiciones en dólares para evitar pagar las altas tasas en pesos. Y al sostenerse la tenencia bajista el temor ahora pasó a ser el de vender tarde«, dijo al diario La Nación Fernando Izzo, de ABC Mercado de Cambios.
Se diría que lo que un periodista llamó el «Plan (anti) Canuto»: que ante la sequía monetaria los que tienen dólares los tengan que vender para pagar los gastos imprescindibles, está teniendo éxito.
Pero es una mirada parcial: Es válida para el flujo financiero de las empresas, cuyos gerentes financieros deben decidir si pagan intereses exorbitantes o venden dólares. Pero no cambia el hecho que la moneda que los argentinos usan como medida de valor -no de cambio- es el dólar. Y lo seguirá siendo hasta y si haya un período largo de inflación «normal», entre 2 y 5% anual.
Mientras tengamos los índices de inflación actuales, los ahorros y las utilidades, se medirán en dólares. Por eso, este editor de AgendAR mantiene el diagnóstico que hizo en mayo de este año: Un dólar «barato» no es sostenible en el tiempo. Y en lo inmediato, las intereses de las LEBAC, las LELIQ y las Letras del Tesoro (ver la nota «Festival de Bonos» de hoy), siguen alimentando una deuda imposible de pagar.