La medición en sangre de dos indicadores alcanzaría para situar al paciente en una zona de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Ello alienta medidas preventivas o paliativas lo antes posible. Así se desprende de un estudio de médicos y científicos de La Plata publicado en la revista “Bioquímica Clínica”.
Tras analizar muestras de sangre de 241 personas, 119 controles (personas sanas) y 122 pacientes con EA agrupados en tres categorías de acuerdo con el estadio clínico de la dolencia, los autores del estudio comprobaron la influencia de niveles elevados de cobre libre y de colesterol plasmático como factores de riesgo para esa patología neurodegenerativa que, solo en Argentina, afecta a más de medio millón de personas.
“Estudios de sangre que contemplen ambos elementos podría ayudar a adoptar estrategias paliativas para demorar la progresión de esta patología”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir el líder del estudio, el doctor Carlos Marra, exmiembro del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
En humanos, la sobrecarga de cobre es un hecho mucho más frecuente de lo sospechado y existen poblaciones expuestas a cantidades excesivas de este metal durante largos periodos de su vida. Este metal se encuentra presente en agua de red, uso del dispositivo intrauterino, suplementos dietarios, exposición a polución medioambiental y a productos manufacturados, consumo de peces y frutos de mar, entre otras fuentes. En tanto, el colesterol alto o hipercolesterolemia es una pandemia mundial que no parece tener límites.
“El hallazgo más importante del estudio fue definir y cuantificar una función de predicción de riesgo para contraer la enfermedad de Alzheimer en su variante esporádica, que representa más del 95% de los casos”, indicó Marra, quien también fue profesor de la Cátedra de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP.
El origen del Alzheimer sigue siendo un desafío para la ciencia. Sin embargo, la exposición a metales pesados -o de transición- y el colesterol elevado han sido dos de esos factores largamente estudiados con resultados variables. Ahora, el estudio platense demuestra que la combinación de altos niveles de colesterol con elevadas concentraciones de cobre plasmático (no unido a proteínas de transporte) constituye un factor de alto riesgo o predictor de la patología. “Ambos bioindicadores deben estar simultáneamente elevados para que se constituyan en factor predisponente”, destacó Marra, quien añadió que los dos elementos dispararían de manera simultánea un proceso oxidativo que favorece la muerte de neuronas.
Aunque el tamaño de la muestra es limitado, el estudio reveló que los pacientes que durante períodos más prolongados de tiempo estuvieron expuestos a niveles altos de cobre libre y colesterol desarrollaron cuadros más severos de la enfermedad. Por otra parte, los investigadores hallaron una correlación de esos indicadores con la concentración en sangre de péptidos beta-amiloides, el principal constituyente de las placas que se acumulan en el cerebro de los pacientes con Alzheimer.
“La principal utilidad práctica del estudio es la de hallar un índice de riesgo que predice la factibilidad de contraer la enfermedad y, en consecuencia; adoptar medidas precautorias o estrategias paliativas para demorar su presentación clínica o su progresión”, destacó Marra. Y agregó: “A su vez, estos marcadores, sencillos de determinar en el laboratorio, se pueden implementar en grandes poblaciones sin costos prohibitivos y servir de herramientas de pronóstico con alto correlato clínico.”
Los autores del trabajo sugirieron medir el cobre libre en personas que puedan estar más expuestas, como mujeres usuarias del DIU, consumidores de dosis altas de suplementos dietarios, empleados de la industria electrónica o de pinturas, o aquellos que ingieran peces y moluscos marinos que concentren ese metal. También instaron a las autoridades a controlar los niveles de cobre en aguas de redes domiciliarias. Por otra parte, recomendaron controlar el colesterol con actividad física, alimentación o medicamentos específicos.
Del estudio también participaron Carina Jomñuk, neuróloga egresada de la UNLP y actualmente en el Hospital San Roque de Gonnet de La Plata; Diana Cristalli, docente de la Cátedra de Neurología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP; Nathalie Arnal, investigadora del CONICET en el INIBIOLP; Leandro Vecchio Dezillio, becario doctoral en el Laboratorio de Trasplante de Órganos (LTO) de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP; y Natalia Lausada, doctora en Medicina Veterinaria de la UNLP e investigadora del LTO.