Las investigadoras del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) Yamila Cutraro y María Laura del Valle Marcos desarrollaron tres biocontroladores sustentables que serán fabricados por la empresa Agro Advance Technology. Se trata de los primeros productos biotecnológicos para el agro aprobados para su comercialización.
Las consecuencias ambientales y sanitarias ocasionadas por los diversos agroquímicos que hoy se emplean en la Argentina son motivo de preocupación en numerosas regiones. El insecticida fipronil, por ejemplo, desde 2017 está prohibido en la Unión Europea y, desde 2018, también en la Argentina por ser considerado “extremadamente tóxico para peces, tóxico para abejas y ligeramente tóxico para aves”, según la Secretaría de Agroindustria del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación.
Para proteger los cultivos de insectos y hongos patógenos sin dañar el medioambiente ni la salud de la población, las biotecnólogas del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la UNSAM Yamila Cutraro y María Laura del Valle Marcos desarrollaron —a través de la Oficina de Transferencia Tecnológica y Bioemprendedores Bioloop y junto con la empresa agrícola Agro Advance Technology— los productos Mumtech, Mumtech Cebo y Hulkgreen.
- Se trata de los primeros pesticidas biológicos para el agro aprobados por la Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).
Al respecto, Cutraro habla de las potencialidades de las innovaciones: “Lo más importante es que, al ser productos biológicos, no dañan el ambiente. Además, ninguno de los tres productos elimina poblaciones de insectos, sino que reducen la cantidad de plagas preservando los insectos benéficos para el ambiente”.
Por su parte, Del Valle Marcos señala que los productos “llevan a los insectos y a los hongos a un umbral que no produce un daño económico para el productor porque disminuyen poblaciones sin generar pérdidas. A las abejas no las ataca, y, de hecho, funcionan como vector del producto para distribuir las esporas del hongo”. Según la especialista, otra de las potencialidades de estos desarrollos es que, a diferencia de los agroquímicos, no generan resistencia en los insectos, por lo que pueden ser esparcidos en campañas sucesivas sin ningún tipo de problemas.
La potencia de los hongos
El plaguicida Mumtech fue desarrollado en base al hongo entomopatógeno Beauveria bassiana y funciona para el control de insectos plaga como el picudo algodonero, la oruga y la chinche verde. Fue probado en cultivos de soja y algodón, diluido y esparcido por medio de rociadores. “El hongo actúa reconociendo la cutícula estándar de los insectos, penetrándola y liberando toxinas. De este modo los insectos se enferman, mueren y quedan momificados”, detalla Cutraro.
A su vez, Muntech Cebo —que también cuenta con el hongo Beauveria bassiana como principio activo— actúa como cebo para el control biológico de las hormigas cortadoras de hojas —especies Atta y Acromyrmex—. “Este cebo sustituye al agroquímico fipronil, que era el único capaz de detener a estas hormigas, pero que fue prohibido en todo el país por su nivel de toxicidad”, cuenta Del Valle Marcos.
Por su parte, Hulkgreen es un fungicida biológico desarrollado a base del hongo Thrichoderma harzianum para el control de hongos patógenos de plantas. Fue probado en cultivos de papa y maní con resultados alentadores.
Las biotecnólogas desarrollaron las tres innovaciones desde la Oficina de Transferencia Tecnológica y Bioemprendedores Bioloop del IIB-INTECH, que funciona como incubadora de empresas de base tecnológica. “Sin Bioloop no hubiéramos podido ni empezar. En la UNSAM no solo contamos con un laboratorio completamente equipado, sino también con la ayuda de investigadores que nos dieron una mano muy grande sin pedir nada a cambio”, agradece Cutraro.
Del Valle Marcos también resalta el acompañamiento que recibieron por parte de Bioloop al momento de reunirse con inversores y definir la estrategia de marketing: “La incubadora te acompaña en todo y te brinda asesoramiento para financiamiento público y privado. Nos ayudaron y contuvieron mucho”.
A la hora de definir la estrategia de trabajo con Agro Advance Technology, las jóvenes investigadoras debieron probar la producción de los plaguicidas a gran escala en los biorreactores que la empresa tienen en su planta de Pilar (Provincia de Buenos Aires). Para ello, ambas se mudaron a la ciudad bonaerense, donde trabajaron durante tres años.
Las innovaciones fueron presentadas el jueves 8 de noviembre en una ceremonia realizada en el Centro Cultural de la Ciencia de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación. Participaron del evento funcionarios nacionales y empresarios del sector agrícola.
Por Gaspar Grieco.