La educación pública argentina fue una herramienta decisiva para la argentinización de los hijos de padres inmigrantes que a fines del siglo XIX y principios del XX formaban cerca de la mitad de la población de nuestro país.
También fue la que permitió formar a la mano de obra que fue la base de la industrialización argentina mucho antes que en el resto de Latinoamérica.
El tiempo del verbo es el correcto: fue. La educación pública es abandonada, paulatinamente, en un proceso de décadas, por las familias de clase media y luego por las de ingresos más modestos, pero que con un esfuerzo podían pagar la cuota del colegio parroquial. La educación privada, que estaba destinada, casi exclusivamente, a colectividades extranjeras o a «repetidores» hoy absorve a un porcentaje cada vez mayor de los alumnos.
En los últimos tiempos, sin embargo, se puede ver una reversión de este proceso. Pero no es una buena noticia. Se origina en los problemas de las familias que ya no pueden permitirse la escuela que pretenden para sus hijos. Este informe de Irene Hartmann da algunos pantallazos de esta realidad:
«Los cambio de colegio… tengo a mi hija en segundo año y al más chico en tercer grado. Pago 25 lucas por los dos y para el año que viene ya anunciaron un aumento del 32%. Se fueron al demonio”. Ariel está divorciado y la rema. En su living de zona norte se pregunta qué decirle a los chicos: cómo mantener las cosas igual cuando todo será distinto.
Su caso representa un fenómeno que de lejos no se ve, pero de cerca es claro: familias que, como consecuencia del coletazo económico de 2018, están pasando a sus hijos a colegios privados más baratos, o incluso, a escuelas de gestión pública. No son miles –o al menos no están cuantificados-, pero su accionar, salido de la necesidad, genera malestar y se visibiliza. En un colegio se van seis chicos. En otro, 50. Y en otro, 300.
El último fue noticia esta semana: la primaria y jardín “Paso del Libertador”, en la ciudad de La Plata. Hace un par de semanas su dueño anunció el cierre repentino de la institución. El origen del conflicto varía según quién lo cuente: para el dueño fue cuando 158 de las 300 familias de la escuela le dijeron pito catalán a la rematriculación. Ellas, en cambio, aclaran que todo comenzó antes, con el comunicado de que la matrícula –base de cálculo para las cuotas del próximo ciclo lectivo- aumentaría un 30%. Esto es, no los 11.000 pesos actuales sino 14.300.
¿Por qué en la foto panorámica, en las cifras del sector, no es evidente este sacudón que está viviendo la educación privada? Hay un fenómeno que domina la escena educativa argentina desde 2003: un aumento mayor en la matrícula de las escuelas privadas frente a las públicas, que vienen perdiendo terreno, según los datos del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), de la Universidad de Belgrano.
Como informó Clarín a principio de año, de 2003 a 2015 hubo un 12% menos de inscriptos en las primarias estatales. Según Alieto Guadagni, director del CEA, “nunca desde 1884 se había visto una caída en la matrícula de la educación pública. Pero no es por atracción de la privada sino por expulsión de la estatal, dado el incumplimiento de los días de clase. Y en las provincias es peor: entre 2003 y 2017, en Santiago del Estero, por ejemplo, la caída llegó al 36%; en Corrientes, al 33%; en Misiones, al 32%”.
Sin embargo, esta caída de la escuela pública repuntó en el último tiempo y, «si se toma el rango de 2013 a 2017, se redujo al 6,3%», aclararon desde el CEA. Pero por ahora nadie se anima a aplaudir. Es que, aunque las cifras nacionales vayan mejorando (con 3.511.648 de alumnos en 2017), siguen por debajo de los 3.750.000 de chicos inscriptos en 2003.
Esa es la foto general. La novedad es que este año se tejió una escena que está complicando a muchos chicos de colegios privados, con el impacto que les generará cambiar de entorno escolar.
Aunque en el jardín y primaria porteños Aletheia contaron que no observan grandes cambios (aunque describieron un “clima inquieto» en su comunidad escolar), los chicos del Colegio Buenos Aires, en Villa Crespo, experimentan la crisis con todas las letras. “Se van más chicos que el año pasado, diría que unos 50 de los 600 alumnos que tenemos se pasan a alguna escuela pública o a las parroquiales del barrio. No vemos una baja en la matrícula porque al mismo tiempo recibimos chicos de colegios más caros, o sea que se está generando una movilidad. Lo llamativo es que se pasen en la mitad del nivel primario”.
Desde Establecimientos Privados Educativos Asociados (EPEA), entidad que nuclea algunos de los colegios privados más caros, sin aporte del estado (con cuotas mensuales de hasta 40.000 pesos), aseguraron que “las escuelas de cierto nivel, en general bilingües, tienen prácticamente un movimiento nulo en la matrícula”.
Sin embargo, en un importante colegio religioso ubicado en zona oeste (cuyos aranceles para el año que viene van de los 11.000 a los 23.500, según el nivel) confesaron que tuvieron casos “atípicos” de bajas, “especialmente en el nivel inicial, que es donde las familias proyectan el resto de la escolarización de sus hijos”.
El director de un colegio de Nuñez “con proyecto de autor”, como él mismo describió (aunque pidió no revelar su nombre o el de su institución), coincidió en que “la movilidad por la crisis económica está presente con toda claridad. Hay migración de familias hacia escuelas más baratas, salvo en los extremos. Las escuelas más caras tienen alumnos cuyas familias manejan economías que no sufren con la coyuntura, y las más baratas no sólo conservan alumnado, sino que tienen lista de espera, porque nadie quiere ‘caer’ en el Estado”.
Distinto es el caso del Colegio Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristobal, uno de los “receptores” de quienes buscan cuotas más accesibles: “Estamos viendo familias nuevas que llegan por cuestiones económicas. Al ser doble jornada, esta escuela les resulta conveniente. Tenemos muchos pedidos… no podría decir cuántos, pero sin dudas no tenemos suficientes vacantes para todos”.
En otro colegio religioso, esta vez en Almagro, contaron algo similar: “Nuestra comunidad es de clase media y notamos una llegada desde escuelas privadas más caras, que quizás no tienen aporte del Estado. O sea que siguen manteniendo lo privado, pero bajan los costos. Por ahora tenemos ocho ingresos en esta situación, todos de la zona y que están pasando a sus hijos desde algún grado en mitad de la primaria”.