La mitad de las personas con trabajo, en relación de dependencia o por cuenta propia, estén o no registrados -más de 8.700.000 argentinos– gana menos de $ 15.000 mensuales, según las cifras para todo el país a partir de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC que corresponden al tercer trimestre de 2018.
En promedio, el ingreso de los 17,5 millones de trabajadores es de $ 16.956, que representa un aumento del 24,1% respecto de los $ 13.663 promedio de un año atrás. Ese aumento es inferior a la inflación que, en septiembre, era 40,5% interanual.
La pirámide de ingresos se torna más reducida y desigual a medida que se desciende. Así el 30% de los ocupados – 5,2 millones de personas- cobra menos de $ 10.000. Un escalón más abajo, el 20% o 3,5 millones de ocupados percibe menos de $ 7.000. Y hay una franja del 10% que cobra menos de $ 4.000 por mes.
Si se suma todo el ingreso de las familias –porque además del jefe de hogar trabajan otros integrantes o reciben alguna ayuda social -en el 30% de los hogares, donde viven unas 10 millones de personas- ingresan menos de $ 18.000 mensuales.
La distribución del ingreso indica que del ingreso total de los hogares, el 30% más rico se queda con el 57,5% del total y el 30% más pobre con el 10,4%. En tanto, el 10% más rico recibe el 27,5% del total, y el 10% más pobre apenas el 2,0%. A su vez, el 10% de los hogares más ricos recibe lo mismo que el 55% de los hogares menos favorecidos.
Esta desigualdad y estos ingresos tan bajos que percibe tanta gente se deben a varias razones. Una es que el 34,4% de los asalariados se desempeña “en negro” con ingresos bajos – en promedio $ 9.668 – y sin cobertura de Seguridad Social. En un año, esos ingresos informales aumentaron un 20,2%, perdiendo unos 20 puntos en relación a la inflación.
En tanto, los asalariados «en blanco», en promedio, recibieron $ 21.524, un 25,3% más que un año atrás, o sea, 15 puntos por debajo de la inflación.
Así, el cuadro de ingresos muestra que el poder de compra de los salarios, y también de las jubilaciones, tuvieron un fuerte deterioro . Y de aquí también se infiere otro dato clave: disponer de un sueldo o un ingreso no exime a la persona o la familia de vivir por debajo de la línea de pobreza. Lo que señala el último informe del Observatorio de la UCA.
El Informe del INDEC marca que hubo una descenso (del 0,427 a 0,424) en el coeficiente de Gini, un indicador que varía entre 0 y 1. Cuanto más cercano a 1, mayor es la desigualdad en la distribución del ingreso y pasa lo contrario cuando se acerca a cero ( igualdad absoluta).
La distribución del ingreso puede mejorar porque aumentan los ingresos de la población más pobre, achicando las diferencias con los más ricos. O porque se empobrecen los estratos medios y medios altos, nivelando o “igualando” hacia abajo. Esto último es lo que viene pasando en los últimos años.