Una variedad de papa transgénica, desarrollado por investigadores del CONICET y la empresa Tecnoplant, ya obtuvo todos los permisos necesarios para su comercialización.
El virus PVY (Potato Virus Y) es un patógeno que afecta los cultivos de papa. Se transmite al sembrar semillas infectadas o por áfidos, su insecto vector, y puede provocar pérdidas de productividad que van desde un 20 a un 80%, en los casos de mayor gravedad.
Para dar una respuesta a este problema un equipo de investigadores del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI-CONICET), actualmente bajo la dirección de Fernando Bravo Almonacid, trabajaron durante tres décadas en el desarrollo una papa transgénica resistente al PVY.
Recientemente, la empresa Tecnoplant SA (del grupo Sidus) recibió la autorización de la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía del entonces Ministerio de de Agroindustria para la comercialización de la semilla transgénica desarrollada en conjunto con el INGEBI, que debió previamente obtener varias aprobaciones.
“Este trabajo comenzó hace más de 30 años cuando entré al INGEBI para hacer mi tesis doctoral, bajo la dirección de Alejandro Mentaberry. Lo que buscábamos era hacer una caracterización del virus y de la infección, así como desarrollar sistemas de diagnóstico que pudieran usar los productores. En 1990 finalmente obtuvimos las primeras papas transgénica resistente al PVY”, afirma Bravo Almonacid.
En torno a este desarrollo, en 1997 se firmó un convenio entre el CONICET y la empresa Biosidus (también del grupo Sidus) a partir de lo cual se realizaron los ensayos de campo y se empezó a avanzar en el largo proceso de aprobación, para garantizar su carácter inocuo y que mantenía su valor nutricional.
La comercialización de una semilla de papa inmune a un virus que tiene una extendida presencia en los cultivos y provoca daños severos no es sólo una buena noticia para los productores sino también para el medioambiente, dado que hasta ahora se usan insecticidas que a para combatir al insecto vector.
Corresponde apreciar, como siempre en la ciencia, el trabajo de equipo, y también la tenacidad de una de las pocas empresas que incorpora tecnología propia a la producción. Pero sobre todo, el compromiso de vida del investigador principal del CONICET Fernando Bravo Almonacid.