Un grupo de científicos argentinos desarrolló el primer detector antártico nacional de rayos cósmicos. Servirá para aprender más sobre la estructura del universo, y, en el plano de utilidad inmediata, para prevenir fallos en los sistemas de geoposicionamiento (GPS) y en los satélites de comunicaciones.
El detector funcionará en la base Marambio, y fue bautizado Neurus, por el dibujo animado de García Ferré. Fue desarrollado por investigadores del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) y el CONICET, junto a científicos Instituto Antártico Argentino (IAA) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Está previsto que empiece a operar dentro de 30 días.
Los rayos cósmicos son partículas de alta energía provenientes del espacio profundo y bombardean a la Tierra desde que ésta existe, hace 4.600 millones de años. Interactúan con el medio interplanetario, con el campo geomagnético y con las partículas de la atmósfera antes de alcanzar la superficie de nuestro planeta”, explica Sergio Dasso del IAFE-Conicet, director científico y encargado del desarrollo de Neurus junto con Adriana Gulisano del Instituto Antártico Argentino.
Cuando chocan con el campo magnético de la Tierra, crean infinidad de partículas secundarias que pueden interferir en el funcionamiento de algunos dispositivos electrónicos.
“La variabilidad de los rayos cósmicos es clave para caracterizar las condiciones de la Meteorología del Espacio. Estos eventos pueden afectar sistemas de geo-posicionamiento, comunicaciones en radio-frecuencias o producir daños en satélites. Además, la organización internacional de aeronáutica civil puede utilizar los datos del detector para la toma de decisiones en el sistema”.
El proyecto se enmarca dentro de una red colaborativa latinoamericana para observar rayos cósmicos llamada LAGO (Latin American Giant Observatory). Esta colaboración surgió como un sub-producto de los detectores de superficie (detectores Cherenkov) del Observatorio Pierre Auger, situado en Malargüe, Mendoza.
Neurus fue construido para detectar muones y otras partículas con carga eléctrica que se generan en la atmósfera durante la lluvia de rayos cósmicos. Estos rayos pueden proceder de fuera del sistema solar y portar una mayor carga energética; o tener origen solar, poseer menor energía y ser detectados en sitios ubicados en altas latitudes. Esto se debe a que el campo geomagnético, y la atmósfera, operan como un escudo en regiones ecuatoriales o latitudes medias”, puntualiza Dasso.
Para la ciencia, tanto los rayos cósmicos como las ondas gravitacionales son multi-mensajeros que nos traen información de objetos lejanos del universo.
En las palabras de Dasso: “Los rayos cósmicos están compuestos principalmente por núcleos atómicos (protones, partículas alfa, núcleos pesados energéticos), neutrinos, o bien por rayos gammas. Los rayos gammas se observan desde hace mucho tiempo, son fotones de altísima energía, y pueden ser descriptas como oscilaciones del campo electromagnético. Mientras que las ondas gravitacionales han sido observadas recientemente por primera vez, y básicamente son vibraciones del campo gravitatorio tal como describe la teoría general de la relatividad de Einstein, sería como hacer vibrar las cuerdas del espacio-tiempo”.