Esta nota de AgroVoz que reproducimos mereció el comentario de los que conocen el agro en AgendAR: «Frente a tanto ambientalismo verbal, esto es técnicamente serio, y buenas noticias ante la demanda de China de nuestra carne. No es tan buena noticia para Bayer-Monsanto, sin embargo«.
A principios de año, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) abrió las inscripciones para un curso on line sobre agroecología. Un mes después, la cantidad de anotados superó con creces las expectativas más optimistas que se habían planteado los organizadores: fueron más de 30 mil.
La cifra es una suerte de parámetro para dimensionar la creciente demanda de contenidos y capacitación vinculados a este tipo de estrategia productiva que busca un triple impacto positivo: ambiental, social y económico.
Otro ejemplo fue la jornada de actualización sobre agroecología que se realizó este jueves, a sala llena, en Colonia Caroya, organizada por el Inta, la Sociedad Rural de Jesús María y el municipio local.
Uno de los disertantes fue Sergio Toletti, secretario de Producción y Desarrollo Estratégico de Adelia María, donde se impulsan modelos productivos sustentables, como el que implementa la familia Vasquetto en los establecimientos El Mate y La Casualidad, del departamento Río Cuarto, donde engordan 1.200 novillos pesados, 700 ovinos, 200 pollos parrilleros y 500 gallinas ponedoras, con el pasto como principal alimento.
“Es un sistema ganadero que no utiliza insumos químicos y que, de la manera en que está implementado, con un manejo de animales en concentraciones más elevadas que en un planteo tradicional y respetando el tiempo de descanso ideal para las pasturas, aumenta los niveles de materia orgánica en el suelo”, valora Toletti, también asesor de un grupo Cambio Rural y miembro de un consorcio de conservación de suelos de Río Cuarto.
Y añade: “La agroecología es una cuestión de manejo, de tecnología de procesos. Al ‘bostear’ mucho más las parcelas, se aumenta la fertilidad natural, lo que produce más pasto y eso significa también más carne. Un círculo virtuoso”.
Pastoreo intensivo
Bruno Vasquetto es uno de los integrantes de la familia que administra 330 hectáreas propias en El Mate, más otras 150 en el establecimiento colindante, La Casualidad. “Empezamos hace seis años con la agroecología, por necesidad. El campo venía de agricultura en siembra directa y tuvimos algunas malas campañas, a la vez que empezamos a ver problemas de degradación y erosión, así que buscamos otra alternativa para continuar”.
La decisión fue entonces incursionar en la ganadería regenerativa, primero por medio de un planteo de vacas de cría, y ahora, con el engorde de novillos para exportación, con el fin de aprovechar el empuje que tiene ese mercado.
El proceso comienza en el otoño con el ingreso de terneros de entre 180 y 200 kilos, que durante un año rotan por 300 pequeñas parcelas (170 en El Mate y 130 en La Casualidad) de entre una y dos hectáreas, en grupos de entre 200 y 500 ejemplares. En dos días consumen toda la pastura.
La oferta forrajera se compone de pasturas perennes implantadas (alfalfa y gramíneas como festuca, cebadilla y pasto ovillo), más especies naturales que renacieron desde que se abandonó la agricultura.
“Es todo lo contrario a un pastoreo extensivo, porque no vamos de una parcela a la que está al lado, sino a la que ya recuperó su condición óptima”, explica Vasquetto. Cada parcela se usa por año sólo seis u ocho días y el resto del tiempo descansa.
La estimación es que, en verano, la oferta forrajera tarda entre 30 y 40 días en reponerse; en invierno, el plazo es de entre 100 y 120 días. La ventaja de un alto nivel de carga por parcela y un tiempo de descanso tan alto para cada una es –según Vasquetto– la cantidad de materia orgánica que genera.
“Entre el ‘bosteo’, el exudado de raíces y las hojas que caen al suelo son entre 20 mil y 25 mil kilos de materia seca por año que vuelven al suelo en forma de residuos orgánicos. A eso hay que sumar la orina que aporta nitrógeno”.
Al final del ciclo, en el otoño siguiente, los novillos ya alcanzaron un peso de 420 kilos y están listos para la faena. “Con este sistema, es sencillo llegar a una ganancia de 600 gramos diarios. Y bien manejado, son arriba de 800 gramos”, resume Vasquetto.
Por esas parcelas circulan además los 700 ovinos, que producen carne para el mercado interno.