“La ciencia argentina está colapsada”, resume un investigador con décadas de trayectoria. Y no solo comparado con el primer mundo. “Quedamos atrás respecto a países en desarrollo” dijo Oscar Reula, investigador principal del Conicet. “Para armar una reunión académica con invitados extranjeros pedimos un subsidio y nos dieron $ 35 mil. Para una reunión equivalente colegas mexicanos tienen 30 mil dólares”, ejemplificó.
Esas situaciones repetidas llevaron a la inédita reunión de este fin de semana en Córdoba, donde se autoconvocaron 140 directores de institutos del Conicet de todo el país para discutir la desesperada situación de ciencia argentina.
Los números que sistematiza el doctor Fernando Stefani, profesor de física experimental de la FCNE-UBA, son contundentes: durante los últimos tres años la inversión total en ciencia y tecnología se redujo del 0,6% del PBI al 0,5% del PBI. “Macri en campaña prometió llevar la inversión en CyT al 1,5% del PBI, un número competitivo a nivel internacional. No solo no va llegar a lo prometido sino que vamos en la dirección opuesta”.
A esto se suma los resultados de la última convocatoria a ingresos al Conicet: tan solo el 17,7% de los postulantes lograron acceder a la Carrera de Investigador.
Investigadores realizaron un acto en el Polo pidiendo mayor presupuesto para el área. PERFIL consultó a expertos en política científica sobre qué medidas se deberían tomar para salir de la actual crisis que atraviesa el sector. “Hay que dar un mensaje claro de que la ciencia volverá a tener un papel central en el desarrollo”, explicó el diputado Roberto Salvarezza, ex presidente del Conicet.
“Volver a tener un Ministerio de Ciencia y subir inmediatamente del 1,1 al 1,54 % el PBI para el sector. También un aumento para que investigadores y becarios recuperen poder adquisitivo. Y elevar, significativamente, becas y puestos en la carrera científica”.
En el mediano plazo Salvarezza propone aprobar la Ley de Financiamiento (hoy con media sanción en el Senado y trabada en Diputados) para, en 2030, tener el 3% del PBI dedicado a CyT. El hombre del FpV pide cumplir el Plan 2020, “que sigue vigente. Y reincorporar todos los profesionales despedidos del INTA, INTI, Senasa y otros”.
Otra propuesta es dejar atrás el actual sistema de becas y pasar a contratos laborales a término, como en Francia: “Eso le daría un marco jurídico adecuado al trabajo de los becarios sin perder el concepto de temporalidad”.
Para Luis Quesada Allué, miembro de la Academia de Ciencias, el sistema está obsoleto y la ciencia local es un conjunto de islotes de excelencia en un mar de mediocridad, no exento de vicios burocráticos y fraude. “Para cambiar hay que tener un plan de desarrollo que incluya la CyT como política de Estado”.
Propone separar la investigación original y la formación de alto nivel (Doctores) de la investigación tecnológica y la formación de ingenieros y magísteres en organismos relacionados. pero diferentes. “Además asociar la transferencia y la innovación a instituciones como INTA e INTI”. Y asegura que una evolución presupuestaria lógica sería pasar del actual 0,57% del PBI al 1,4 % en ocho años.
Según Fernando Peirano, profesor universitario y miembro del Think Tank “Grupo Cafiero”, el sistema además de problemas de presupuesto también está en una mala situación institucional y de sentido. “No se respetaron proyectos como el nuclear y satélite o el Plan 2020 que estaban consensuados. Tampoco se sumaron voces diferentes en el Conicet o la Agencia”.
Propone integrar todos los organismos –que hoy dependen de jurisdicciones diferentes– en un anillo que maneje los programas de I+D. “Se necesita un esquema de planificación y presupuestos plurianuales”. Otra idea es profesionalizar la vinculación entre ciencia y producción “porque está probado que lo exitoso es hacerla en forma institucional, con organismos específicos”.
Peirano también sugiere crear empresas mixtas bajo el modelo de Invap e Y-Tec.
Para el doctor Aníbal Cofone, secretario de CyT de la UBA, el sistema argentino está demasiado basado en las expectativas de los investigadores. “Falta conexión entre la investigación y las necesidades sociales. Tenemos que conectar mejor el know-how profesional con la sociedad. Para eso, en la UBA, dedicamos subsidios específicos para atacar problemas interdisciplinarios de energía o medio ambiente. Y planteamos dar recursos extras a quienes hacen transferencias fuera de la Universidad”. Además tienen becas co-financiadas con empresas y municipios. “Estos cofinanciadores también pueden sentarse a acordar temas de investigación”. Según Cofone, es importante la autonomía. “Llamamos a concurso cuando tenemos el dinero disponible”.