«Este es el momento crítico del Programa Nuclear Argentino» – 2° parte

PIAP, planta industrial de agua pesada, Arroyito, Neuquén

(La 1° parte de este texto de Gabriel N. Barceló, ingeniero mecánico, doctor en física, ex-vicedirector de Ingeniería Nuclear en el Instituto Balseiro, y luego gerente a cargo de la «diplomacia nuclear» de la CNEA y Daniel E. Arias, periodista científico, está aquí)

La cruzada del presidente Macri contra el Programa Nuclear Argentino tiene tres objetivos estratégicos, y no se quiere ir sin verlos cumplidos:

  • Liquidar la capacidad local de enriquecimiento de uranio. Cerró la planta de Pilcaniyeu («Pilca»),  primera fase terminada. Falta desbandar al personal y firmar el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación. Luego resucitarla sería legalmente casi imposible.
  • Liquidar la línea de centrales nucleoeléctricas CANDU de uranio natural y agua pesada. Canceló la construcción de Atucha III CANDU y echó a la calle a 300 personas de NA-SA que acababan de reconstruir a nuevo Embalse, algo mucho más difícil que construir una CANDU nueva. Primera fase terminada, la segunda en curso.
  • Liquidar la capacidad local de fabricación de agua pesada. Cerró la PIAP, o Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito, Neuquén, primera fase, en 2016. Esta semana está enviando los telegramas a los 300 últimos operadores que se resisten a irse, segunda fase. Luego, a planta oficialmente cerrada, vendría la firma entre gallos y medianoche del Protocolo Adicional, para que este Lázaro tampoco resucite.

Lo dicho, éste parece el momento más crítico de nuestra historia nuclear.

El ataque contra la PIAP viene siendo el menos comprendido por la opinión pública. El 99% de los argentinos no entiende qué demonios es el agua pesada. Jamás la ha visto ni la verá en su vida, y no puede medir en qué lo afecta que se fabrique aquí o no. Algunos pocos políticos neuquinos que dicen defender la PIAP balbucean que allí se fabrica energía, o que suministra radioterapia: no tienen idea de qué hace esa inmensa instalación en medio del desierto en la ruta provincial 223.

La PIAP y las centrales CANDU son asuntos inseparables. Por tener un combustible de baja reactividad (uranio natural), las CANDU sólo funcionan con agua pesada. Ésta frena los neutrones en los alrededores del combustible, evitando su dispersión, y así multiplica las fisiones hasta que éstas se encadenan. Si Ud. sustituyera el agua pesada de las Atuchas o de Embalse por agua común, sencillamente no lograrían arrancar.

Las CANDU son la especie predominante de las centrales llamadas PHWRs (Pressured Heavy Water Reactors), con uranio natural y agua pesada. La otra especie de PHWR se limita a 2 casos únicos en el mundo: las Atuchas 1 y 2, voluntariosas adaptaciones de las centrales alemanas de uranio enriquecido hechas por KWU, hoy SIEMENS, para funcionar con un combustible más pobre, uranio natural.

Las Atuchas conservan una particularidad típica de las plantas de uranio enriquecido: el recipiente de presión, enorme, carísimo e imposible de fabricar salvo en países con industrias metalúrgicas muy consolidadas. Raras y caras como son, las Atuchas han funcionado bien, pero la primera en 1988 se rompió y tardamos un año y medio en repararla: las sorpresas de disponibilidad (no de seguridad) típicas de un prototipo.

La segunda, costosa ya de suyo, se fue atrasando en la construcción, y por ende también encareciendo por costos improductivos a medida que se sumaban las interrupciones de obra. En todo esto pesaron el endeudamiento nacional promovido por El Proceso, y ya en democracia, las exigencias a veces nada silenciosas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

«Nada silenciosas» significa que pocos las pudimos ver por escrito, pero funcionaron constantemente. A partir de 1988 había países magrebíes interesados en el Argos 360, una versión optimizada de Atucha I diseñada en Argentina por ENACE, sociedad mixta de la CNEA con SIEMENS. Los alemanes estaban dispuestos a financiar la construcción de un prototipo en Argentina y/o la venta de sus clones en África del Norte, si el Banco Nación salía de garante. Ante el desinterés del presidente Raúl Alfonsín por la operación, el entonces presidente del poderoso Banco Provincia, Aldo Ferrer, tipo de gran compromiso con el desarrollo científico y tecnológico nacional, estaba más que dispuesto a tomar el lugar del Nación. El entorno presidencial lo disuadió rápidamente.

Atucha II fue a su vez muy frenada también por el antinuclearismo berreta que nos bajaba como línea el Hemisferio Norte, y del que se nutrieron –para vergüenza nuestra- casi todos los partidos políticos argentinos entre 1983 y hasta 2006. Aquel año Néstor Kirchner terminó con la pavada, puso la plata y la decisión, la obra agarró carrera y ya no se detuvo más. Esta segunda Atucha se atrasó 27 años. Ambas están ubicadas juntas en Lima, provincia de Buenos Aires.

En los ’90, la unidad 1 todavía recibía visitas de países árabes interesados por el Argos 360, pero “pasaron cosas”. Lo grave para los compradores no fue la falta de un prototipo en Argentina, o que el precursor evolutivo de ese prototipo, Atucha 1, se hubiera roto en 1988. Pesó mucho más que la unidad 2 no se terminaba jamás, y lo que empeoró todo fue la actitud ventajera de SIEMENS, que trató de cobrar U$ 200 millones por una reparación de la unidad 1 que la CNEA terminó haciendo por U$ 17 millones. SIEMENS, por presiones del emergente Partido Verde alemán, lo supimos después, ya estaba considerando vender KWU, su división nuclear. De modo que ahí están las Atuchas: aunque robustas, nadie más las compró. Únicas en el mundo.

Luego están las CANDU canadienses como la central de Embalse, Córdoba. Ése es el tipo de planta que podemos hacer 100% en Argentina. Los canadienses la diseñaron para no ser dependientes de los EEUU en dos asuntos que excedían su industria: fabricar recipientes de presión y enriquecer uranio. Es la central que deberíamos estar construyendo desde 2016 con una financiación china “de regalo”, pero que el extraño ingeniero Macri, y el no menos bizarro Subsecretario de Energía Nuclear, el sociólogo Julián Gadano, retrasaron y finalmente rechazaron.

Esquema simplificado del funcionamiento de una CANDU 6. Los 380 tubos de presión paralelos que atraviesan la calandria sustituyen el enorme recipiente de vapor de las Atuchas.

La elegancia de las CANDU consiste en sustituir el recipiente de presión por una sencilla calandria atravesada por tubos de presión, no muy distinta de las de las viejas locomotoras de vapor. Debido a su sensatez de diseño, Embalse tiene clones por todos lados. En realidad, ES un clon. Hay 46 centrales CANDU similares en 7 países empezando por el que las inventó, Canadá, sin contar 18 imitaciones en la India. En ese país de población gigante hay 4 más en construcción y todavía 12 más planificadas.

A los indios les gustan las CANDU por las mismas causas que a nosotros: son inmunes a todo boicot de combustible enriquecido y su industria puede construir el 100% de los componentes.  Fuera de estas conveniencias nacionales, las CANDU y sus copias indias tienen una buena foja de seguridad y disponibilidad. Los dos mayores accidentes registrados en plantas CANDU han sido dos fugas de agua pesada por ruptura de caños en Canadá, sin peligro de recalentamiento del núcleo o emisiones de gases radioactivos fuera del edificio de contención.

A diferencia del desacreditado grafito, el agua pesada no se incendia. Es agua, como el agua común. Es más, se extrae de ella, en la que está presente… pero poco. De cada millón de moléculas de agua de la canilla, 156 son de agua pesada. Hay que quedarse con ellas y descartar el resto. Es el trabajo físico-químico extenuante, costoso y complejo de la PIAP.

Por eso el agua pesada grado central, 99,97% pura, eso es tan cara: a entre U$ 600.000 y U$ 800.000 la tonelada, (precio argentino, el más bajo). Representa entre el 15 y el 20% de la inversión inicial de una CANDU. Es una “bulk commodity”, pero de las más caras de la historia industrial. La carga inicial de Atucha II hoy valdría entre U$ 300 y U$ 400 millones. ¿Empiezan a entender, políticos argentinos, qué se hace en Arroyito?

Respuesta rápida: soberanía y plata. Son lo mismo. Tenemos una segunda respuesta para políticos neuquinos: en Arroyito se le da un valor agregado formidable al gas natural local, uno de los tres insumos fuertes de la PIAP. Es bastante más redituable que vendérselo a Chile, política que vació en 20 años los campos de Loma de la Lata, que debieron durar 60 años. Y tenemos también una tercera respuesta: Arroyito es la mayor fábrica de la provincia, además de la única de gran complejidad tecnológica. El resto de la todavía potente economía neuquina es extractivo y atado a un recurso finito.

Con la PIAP construida, pagada, con antecedentes de haber autoabastecido nuestras Atuchas y Embalse, tras haber exportado producto a Canadá, EEUU, Francia, Inglaterra, Australia y Noruega, con esta majestuosa unidad devenida de hecho en la mayor planta del mundo en su tipo, hay que ser bobo, vendepatria o ambas cosas para cerrarla, y dar por muerta la vía del uranio natural.

Ahora que EEUU le retuerce el brazo a todos los firmantes del Tratado de No Proliferación para que suscriban también el Protocolo Adicional, se vienen tiempos de sometimiento. Los países que posean centrales de uranio enriquecido pero no capacidades de enriquecimiento deberán rendir pruebas de “buena conducta” todos los años ante los proveedores de ese servicio, y eso para poder alimentar sus plantas nucleoeléctricas. Si hiciste algo que me moleste, apagón. Esto es como tener los títulos del auto y la cédula verde, pero estar obligado a comprarle la nafta al pesado del barrio. Que te va a cobrar lo que quiera. Y no solo en dinero.

Este abrazo de oso se completa por el otro lado: el descrédito de la tecnología de uranio natural. Los argumentos en contra de la misma son fáciles de rebatir técnicamente. Pero los nucleares sabemos en cuero propio lo fácil que es armarnos campañas de opinión pública para desacreditar tal o cual instalación o actividad en nuestro país. El versátil sociólogo Gadano no pierde ocasión de llamar “vía muerta” a la tecnología del uranio natural.

Los muertos que mata Gadano gozan de buena salud. No sólo está viva y coleando, con un crecimiento mundial de 16 centrales nuevas, es decir un 24,48% más de unidades, y todas de mayor potencia que las anteriores. También estamos obligados a defender nuestra historia y nuestra plata: aquí hubo medio siglo de inversión industrial pública y privada en plantas y fábricas que permiten fabricar combustibles de uranio natural y exportar agua pesada, además de componentes CANDU, y además construir versiones mejoradas de Embalse para nuestro propio mercado eléctrico. Y esto se puede hacer con o sin ayuda técnica canadiense, y con o sin plata china. Además, ¿cómo no tocarle timbre a la India? Allá, con tanta CANDU en obra o en pedido, van a necesitar mucha más agua pesada que la que pueden fabricar. Además, no es imposible que podamos intercambiar componentes y asesorías de diseño.

La calandria de una central Candu del complejo Bruce, Ontario, con sus 380 tubos de presión.

Para dar algunos nombres, los tubos de presión, de calandria y los elementos combustibles los construye CONUAR, los generadores de vapor y las calandrias, IMPSA, y sirven en cualquier CANDU-6 del mundo. Además, entre las metalmecánicas, electromecánicas y electrónicas criollas tenemos otras 140 empresas medianas y PyMES ya calificadas por NA-SA y la ARN en la terminación de Atucha II y el “revamping” de Embalse. Tenemos todo. Para usarlo, y para exportar.

Lo que hay –al menos con este gobierno- es una decisión en contra. Con agua pesada propia asegurada, podríamos autofinanciar cada nueva CANDU en pesos, con la venta de electricidad de las anteriores: se pagarían solas. Pero para una primera unidad de al menos 700 MW, habría que tragar saliva y poner al menos U$ 8 mil millones a lo largo de 6 años, lo que supone el alineamiento de dos sucesivos presidentes industrialistas, cada uno un “cisne negro” en la política argentina . No es algo que vaya a suceder con Macri en el sillón de Rivadavia (y endeudándonos como Rivadavia) o con el sociólogo Gadano dándole órdenes (inexplicablemente) al mayor y más sólido elenco de científicos y tecnólogos nucleares del Hemisferio Sur.

Son personajes efímeros cuyo mérito aspiracional es dejar daños permanentes en la independencia de nuestra historia nuclear, o tratar al menos. En este cuadro de situación, ¿podemos construir la Hwalong-1 de uranio enriquecido que quiere vendernos China? Sí, con reservas. Está bien que vayamos explorando el uranio enriquecido. No es malo dominar ambos vías tecnológicas. Pero no nos casamos con el tipo de  combustible ni con el proveedor. Con ningún proveedor. Somos Argentina, tenemos 69 años en energía atómica, prestigio mundial, muchas opciones y además planes propios.

Seguiremos.