En AgendAR creemos que en Argentina -como sucede en los países serios- las industrias de defensa deben ser el banco de prueba y la punta de lanza en la incorporación de tecnología a la industria.
En realidad, eso también pasaba en nuestro país, hace varias décadas, cuando Argentina tenía industrias de defensa. Para insistir en la necesidad de volver a tenerlas, publicamos esta nota de Daniel Arias:
Ya está en los medios, aunque todavía no hay declaraciones oficiales: el gobierno argentino compra diez cazas FA-50 Golden Eagle a Corea del Sur por U$S 200 millones a pagar en 10 años. Si se cruza el costo relativamente bajo de cada unidad con el dato de que ya en 2017 la Argentina parecía dispuesta a comprar este material “repatriado” por el fabricante, Korean Aerospace Industries (KAI), es de cajón que estamos por surtirnos de aviones usados por Indonesia, Irak, Filipinas o Tailandia, tal vez con reparaciones o actualizaciones en casa del fabricante.
La información al respecto es ínfima. En Infobae se dice que un “encumbrado funcionario del gobierno” asegura que con la compra del FA-50, con 2 a entrar este año y 8 el año que viene, “se le dará superioridad aérea a nuestra defensa”. No parece, porque aunque es supersónico (Mach 1,5 es decir 1650 km/h de máxima), el Golden no deja de ser un jet para entrenamiento avanzado, liviano y con poco combustible a bordo.
En un país con casi 2,8 millones de km2 continentales a defender como el nuestro, eso lo descalifica bastante para intercepción y más aún para superioridad aérea, que requiere capacidad de misiones largas. Pero mirando su tren de aterrizaje, el Golden tampoco parece apto para despegar desde pistas avanzadas (es decir cercanas al frente, en suma, mal preparadas). Por ende, el Golden debe operar desde retaguardia, lo que le quita aptitud para dar apoyo cercano a tropas terrestres.
Parece que estamos por comprar un “trainer” rebautizado como algo que no es. Sin embargo en esa función ya teníamos un avión propio, el Pampa 3, subsónico (890 km/h) y de alcance ferry ligeramente inferior (1500 km), al que la imaginación sin fronteras de algún colega llegó a llamar apto para patrulla de fronteras. Tal vez en Mónaco, difícilmente aquí. La única plataforma argentina con capacidad de vigilancia y control de la desmesura de territorio nuestra es el duradero Pucará, remotorizado y repotenciado como lo fue en 2014. La célula (conjunto fuselaje/alas) del «Puca» es tan robusta que hay aviones fabricados en 1975 que todavía puede volar hasta 20 años más, a razón de 2500 horas/año. Pero esta administración lo está desprogramando en los hechos: denlo por chatarreado.
Desde hace años, debido a la decrepitud y salida de servicio de los Mirage 3 franceses, los Dagger israelíes y los A4 yanquis, no tenemos interceptores, cazas de ataque o aviones multifunción. En ese brete, el Pampa 3 fue estirado mágicamente ante la opinión pública y declarado capaz de todos esos roles, en los que entra más bien a palos. Es un buen entrenador avanzado, punto: una escalera para que un piloto acceda sin matarse a aviones de combate en serio, que ya no tenemos. El Pampa no nos saca del estado de indefensión.
Ahora se intenta la misma operación de magia mediática con el Golden, un “trainer” más grande, pesado, motorizado, veloz y con mayor carga de munición. Sería casi una «mentira patriótica» seguirle la corriente al Ministerio de Defensa si el avión fuera propio, o al menos construido aquí bajo licencia y con componentes mayormente nacionales, como para garantizar que nos dure algo. No es el caso.
Nuestro propio “encumbrado funcionario” (pero del gobierno anterior) al Golden lo llama “plataforma de entrenamiento, pero con esteroides”. Otro ex dirigente de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), también otrora encumbrado, dice que el Golden parece un excelente negocio de repuestos (para KAI) durante el ciclo de vida remanente que le quede a estos aviones coreanos.
Y una tercera fuente igualmente anónima resume: “El Golden tiene la misma misión que el Pampa 3 pero es más caro: sale U$ 20 M usado, contra los U$ 14 M de un Pampa 3 nuevo. Con una perspectiva industrial, tapona y desbarata el programa Pampa 3 al competir por sus fondos. No genera trabajo en FAdeA sino en la coreana KAI, pero además disminuye la posibilidad de que nuestra fábrica nuestra haga stock de componentes para construir y/o mantener nuestros Pampas.
“Lamentablemente –sigue la misma fuente- el Pampa 1 ya despegó en 1984 con un 100% de componentes importados. Pese al mucho esfuerzo que hicimos para generar proveedores nacionales certificables de aviopartes, hoy los Pampa 3 siguen siendo un rompecabezas armado con un 87% de material traído de afuera. Por eso fueron imposibles de construir en serie con el dólar inquieto. Desde la renacionalización de FAdeA, aunque teníamos algunas células, sólo se pudieron fabricar sólo artesanalmente. En este cuadro complicado, diversificar así la flota de ‘trainers’ atenta contra la construcción de Pampas nuevos y el mantenimiento de los existentes”.
Radiografía de un casi caza
Lo que se sabe del Golden es que con “ala limpia” (sin cargas subalares de ningún tipo) tiene un alcance “ferry” (vuelo unidireccional) de 1800 km. Extrapolando de aparatos parecidos en configuración y motorización, se puede asumir que con cargas subalares, es decir misiles y/o bombas, el alcance real para una misión de ataque a tierra o contra barcos estaría en 500 km, que podría estirarse 100 o 150 km. si se llevan tanques subalares pero a expensas de salir con menos munición. Y no hay lanza de reabastecimiento de combustible en vuelo.
Es bueno recordar que el 5to. prototipo del Pulqui 2, el jet multipropósito argentino de aquellos años, tenía un alcance ferry de 3000 km. Con menos que eso, la Fuerza Aérea del 8vo. país del mundo en superficie se habría vuelto el equivalente de un boxeador de brazos muy cortos perdido en un ring demasiado grande.
Inevitablemente, es el caso del Golden. Es un bonito avión, con bajo peso y una trepada rápida (200 m/s). En las filmaciones se lo ve ágil para la maniobra: con sus alas cortas, pero que resisten 8 gravedades positivas en una salida de picada, o 3 negativas en una zambullida, encadena “toneles” al hilo, como nuestros Skyhawk A4 cuando eran nuevos (no como cuando los compramos de 2da o 3ra mano). Por supuesto, esos Golden que zigzaguean como buscapiés ante las cámaras también son nuevos. Los que lleguen aquí, no lo serán. Haciendo lo mismo, podrían perder las alas.
El armamento de a bordo no es malo: es un cañón multitubo giratorio de 20 mm. General Dynamics. La “célula” (conjunto del fuselaje y las alas) tiene 7 “hardpoints”, puntos de anclaje para cargas como misiles, bombas y tanques de combustible extra. El turbofan GE F404 del Golden genera suficiente empuje como para hacerlo despegar cargando 12,3 toneladas, el doble de su peso vacío, y cuando usa el postcombustor se dispara a un Mach 1,5 meritorio.
La aviónica es buena: el radar ELTA M-2032 israelí tiene un alcance de hasta 150 km y buena resolución para detectar blancos aéreos, terrestres y marinos. En esto el Golden no es un pelo inferior a nuestro Pampa 3, un enano muy superdotado en materia de sensores. Sin embargo, ¿tendremos misiles de largo y corto alcance que le puedan sacar utilidad a esa aptitud? Un avión de combate sin ellos, es sólo un excelente blanco aéreo.
Lo ineludible es que el Golden fue diseñado en un país no mucho mayor que nuestra provincia de Jujuy y carece de lanza de reabastecimiento en vuelo. No es un dato menor: el A4 Skyhawk sí tenía este adminículo, y con sólo dos “Chanchas” Hércules suministrándoles combustible a la ida o a la vuelta, este avión que se diseñó durante la Guerra de Corea y peleó en Vietnam, obsoleto, subsónico y destripado de aviónica como llegó aquí, se transformó por default en nuestro sistema básico de ataque a buques o contra tropas en la Guerra de Malvinas. Gracias al reabastecimiento.
Dicho de otro modo: si hay que operar contra una flota, olvídese del Golden. Lo que es como decirle a la Fuerza Aérea que se olvide del Mar Argentino, porque el agua es cosa de navales. Lo que manda un poco al demonio todo el concepto de “equipamiento interfuerzas” que emergió aquí después de que los ingleses nos dieron la paliza, entre otras cosas porque cada fuerza combatió su propia guerra.
¿Vale la pena comprar un avión cuya célula (conjunto fuselaje-alas) dura 8000 horas? ¿Cuánto ciclo de vida tendrán cuando lleguen aquí? No es ocioso recordar que de los 8 A4Q navales que pelearon en Malvinas (otra gloriosa compra de usados), 5 fueron al combate con fisuras en las raíces de ala. Y respecto de los A4 B y C de la Fuerza Aérea, mejor no olvidar lo habitual de esta situación: sin importar las proezas de mantenimiento del personal de tierra, a veces la mitad de los aviones que despegaban debían volver a base por desperfectos. La vejez, el desgaste y la falta de repuestos: mal combo.
El mejor avión de combate que pueda comprar la Argentina deberá ser realmente de combate y multirrol, no un aparato escuela. Además, debe tener aviónica libre de inhibiciones británicas, lanza de reabastecimiento y, fundamentalmente, debe ser cero kilómetro y fabricado al menos parcialmente aquí bajo licencia sin demasiadas restricciones a la hora de revenderlos. Debe permitirnos desarrollar una cadena local de aviopartistas, electrónica incluida. Todo eso. Un caza que no desarrolla nuestra industria, no sirve, no dura, es pan para hoy y hambre para mañana, chatarra linda.
Estamos comprando otro problema que no teníamos. Y no es que nos falten.
Daniel E. Arias